Un amplia exposición en Madrid recorre, a través de 150 imágenes, la obra del fotógrafo Manuel Álvarez Bravo, una peculiar figura artística que retrató a México desde una visión vanguardista única.
Octavio Paz escribió sobre la obra de Álvarez Bravo: “Los títulos de Manuel no son cabos sueltos: son flechas verbales, señales encendidas. El ojo piensa, el pensamiento ve, la mirada toca, las palabras arden”. Muchas veces oímos hablar de los lenguajes de los fotógrafos, pero pocas se pueden comprender con tanta claridad como en su trabajo.
Manuel Álvarez Bravo (México 1902-2002) fue uno de los fotógrafos más importantes de México. Su obra se vincula, habitualmente, con el surrealismo y con cierto cliché indigenista, pero en esta exposición el argumento es, precisamente, romper esa idea.
A Laura González y Gerardo Mosquera, comisarios de la muestra, no les ha resultado muy complicado llevar la exposición, pues Manuel Álvarez Bravo vivió cien años, por lo que su obra es muy amplia, y siempre persiguió un lenguaje propio que no se puede reducir a uno o a otro movimiento.
Como señala Laura González: “Álvarez Bravo no sólo es uno de los grandes fotógrafos mexicanos sino también de la fotografía moderna del mundo. Él está trabajando en México pero lo está haciendo con unas influencias como la abstracción de Picasso o la literatura española de vanguardia de los años veinte”.
Como casi todos los grandes artistas fotógrafos del siglo pasado, Álvarez Bravo empezó creando imágenes pictoralistas hasta que se topó con la obra de Picasso. “Esto le transforma -explica el comisario de la muestra, Gerardo Mosquera-, rompe todas sus fotos anteriores y empieza a hacer una fotografía constructivista, muy similar a la que se hacía en Rusia, o hacían los checos y los alemanes”.
Esa mirada de vanguardia acompaña toda la obra de Álvarez Bravo y se alimenta intelectualmente de todas las corrientes del siglo XX, pero, además, se enriquece con la particularidad de un México postrevolucionario y una Ciudad de México que vive una transformación urbana sin precedentes, y de la que su obra da buena cuenta.
La muestra ha sido organizada por la Fundación Mapfre, junto con el Museo Parisino Jeu de Paume, la Fundación Televisa y el Museo de Puebla, donde será expuesta tras su paso por París y Madrid.
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