Un par de piernas cubiertas por una falda que llega por debajo de las rodillas, se sientan a la mesa recatadas frente a la figura masculina del hogar. La casa está impecable, los niños en cama y la cena bien caliente. Una sonrisa tímida se asoma en el rostro de una dama que espera paciente la aceptación de su pareja. Una mujer que, regida por el pudor, roza delicadamente la mano de su marido y platica cándidamente acerca de los quehaceres del hogar y la educación de los niños, mientras que en su interior esconde el profundo deseo de rebelarse ante los estereotipos sociales.
Esos eran los años 50 en Estados Unidos, una época en la que la mujer debía escuchar atenta a las necesidades de su marido e hijos. El trabajo era para el hombre y el hogar para la mujer. Aquellas valientes que salían al mundo en busca de estudios y una profesión para gritar y defender sus ideales, eran consideradas fenómenos a los que se les debía tener miedo.
Y así como su libertad de expresión se esfumaba con el polvo de la casa; la sensualidad y erotismo de la mujer eran también temas prohibidos, un tabú del que sólo pocos se atrevían a hablar. Hasta que en diciembre de 1953, una rubia de curvas prominentes llamada Marilyn Monroe, inauguraba la portada de una publicación que revolucionaría la sexualidad de la mujer y la libertad del hombre para contemplarla.
Con el apoyo económico de su madre y hermano, Hugh Hefner rompió todas las normas sociales y lanzó una revista que destapaba el cuerpo de la mujer para presentarlo como una figura digna de admiración: Playboy, una revista pensada para el placer de los hombres; un parque de diversiones en el que estos pudieran agasajarse con imágenes que empoderaban a las mujeres y que ellos morían por ver.
Su primera edición rompió las expectativas. Vendiendo más de 54 mil ejemplares, el imperio del placer y la revolución de la sexualidad a penas comenzaban. En su primera carta editorial en 1953, Hefner decía: “Si eres un hombre entre 18 y 80 años, Playboy está hecha para ti. Nosotros disfrutamos mezclando cócteles con un aperitivo o dos, poniendo música de ambiente e invitando a una conocida para charlar sobre Picasso, Nietzsche, jazz, sexo…”
Bajo esta idea, Hugh Hefner se convirtió en el fundador y jefe editorial de una revista que bajo el símbolo de un conejo, encendió las bajas pasiones de miles de hombres con atrevidas fotografías de mujeres y alimentó su intelecto publicando excelentes reportajes.
Por años, el derroche de pasión que se observaba en las portadas de Playboy, fungió como escaparate para actrices, modelos y cantantes. Sharon Stone, Madonna, Naomi Campbell o Drew Barrymore aparecieron desnudas en sus páginas durante los años 80 y 90 como una forma de promocionar sus carreras.
Las sensuales imágenes venían siempre con el complemento perfecto: artículos, reportajes y entrevistas a grandes personajes como Martin Luther King Jr., Malcolm X, Jimmy Carter, Andy Warhol o con Lennon y Yoko Ono. Playboy era más que un referente erótico, el deseo carnal que provocaban sus publicaciones poco a poco crearon el sueño perfecto, un mundo donde el hombre viviera y amara como pocos se atreven a hacerlo.
Lamentablemente, con la llegada del Internet y las redes sociales, la concepción sobre la sexualidad cambió por completo. Ahora, observar a mujeres desnudas ya no causa tanto impacto, pues las imágenes e información están a un segundo de distancia.
Es por esto que la icónica revista anunció que a partir de marzo del 2016, con la presentación de su nueva imagen, le dirán adiós a los desnudos en portada. Scott Flanders, consejero de la publicación, presentó la idea al Hefner, quien continúa siendo jefe editorial, en su famosa mansión.
Ambos acordaron que esta sería la única solución para salvar el futuro de la revista, pues ha pasado de vender 5.6 millones de ejemplares a 800 mil. ¿El motivo principal? “Estás a un click gratis de cualquier acto sexual imaginable. Así que el atractivo ha pasado”, explicó Flanders en el New York Times.
Hoy, el movimiento que iniciaron para popularizar el sexo los ha superado, y sus conejitas no pueden luchar contra la oferta pornográfica que presenta la web.
Palyboy busca presentar fotos más accesibles, poco producidas y aptas para mayores de 13 años. Buscan que su contenido tenga cabida en las redes sociales, un factor de gran relevancia en la comunicación mediática actual. Aunque la revista mantendrá su esencia, presentando a mujeres en poses atrevidas y continuarán con la elección de la conejita del mes, todas las fotografías serán íntimas y más reales.
Para probar la idea, en agosto retiraron los desnudos de su versión digital y pasaron de cuatro millones de usuarios únicos a 16 y la edad de sus lectores pasó de los 47 a los 30 años. Su idea es continuar presentándose como una revista de referencia, como lo ha sido por 60 años, reforzando los reportajes y entrevistas a profundidad.
Playboy, una de las revistas con mayor demanda e influencia, comienza a unirse al cambio mediático y renovarse para no perderse en un mundo donde ya nada es nuevo.
