El artista polaco que nunca tituló sus obras, el hombre que quemó varios de sus trabajos en el patio trasero de su casa porque, decía, eran demasiado personales para que el mundo las conociera. Su vida, del mismo modo que su obra, es bastante lúgubre. Un día, cuando entraba a su casa, vio el cuerpo inerte de su hijo después de haberse suicidado, su esposa murió y el 21 de febrero de 2005 el mismo pintor fue encontrado en su apartamento de Varsovia con 17 puñaladas en su cuerpo. Zdzislaw Beksinski.
Considerado uno de los exponentes más respetados del Surrealismo y del arte polaco contemporáneo, fue un pintor, fotógrafo, escultor y artista del collage, que con imágenes siempre lúgubres entroncadas en un mundo de pesadillas sin fin, dejaba volar la imaginación de los espectadores. A pesar de esto, el artista siempre aseguró que en cada una de sus obras podía notarse un atisbo de optimismo y humor.
Autodidacta, nació en el pueblo de Sanok, al sur de Polonia. Estudió Arquitectura en Cracovia y decidió ser supervisor de construcción para ganarse la vida, lo que más tarde odió con ahínco. Rostros rugosos, texturas que eran parte de una experimentación constante, materiales como el metal, alambre y plástico, luces y sombras, personas sin rostro, muñecas descuartizadas y cuerpos atados, eso para él parecía la pesadilla, el horrible mundo que se tejía dentro de su mente, de ese destino que ya estaba marcado, de la terrible muerte que parecía predecir en cada trazo y cada toma.
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“Fue encontrado en su apartamento de Varsovia con 17 puñaladas en su cuerpo”.
Su trabajo no es morboso, sino oscuro. Lleno de tristeza y melancolía, de un mundo que parece no tener rumbo, del presente casi apocalíptico que ocupaba su mente, del futuro atroz que le esperaba en su final. Como un hombre ansioso, no podía pintar sin música clásica porque, aseguraba, el silencio le molestaba.
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En 1964 exhibió sus obras en Varsovia y fue todo un éxito. A pesar de la oscuridad que reflejaban, cada cuadro fue vendido y sus fantásticas creaciones con escenas de muerte, putrefacción, calaveras y figuras deformes eran anheladas por todo el público. Pintaba sueños, aseguraba, pero el mundo futuro y lleno de terror también se veía en cada uno de sus cuadros.
Es el único pintor polaco que aparece en el Museo de Arte Moderno de Japón
Según el propio pintor, sus pinturas no decían nada. Y el mundo comenzó a conocerlo por su don con la pintura; se centraba en el Surrealismo, tenía brotes fantásticos y a veces se inclinaba por la pintura abstracta. Todo parecía ir viento en popa hasta que en el último tercio de los años noventa, la vida que le auguraba éxitos, una vejez estable, llena de dinero y aplausos, cambió drásticamente. Zofía, su mujer, murió en 1998 y un año más tarde, en Navidad, su hijo Tomasz, quien era un presentador de radio, periodista musical y traductor de cine, se suicidó. Cuando Beksinski lo descubrió, sólo colgó en la pared un sobre que decía: “Para Tomasz en caso de que yo fallezca”.
Zdzislaw Beksinski era conocido como un hombre agradable que tenía gran conversación y un agudo sentido del humor. Tímido y modesto aseguraba que la creadora de su obra era la música y nunca asistía a sus exhibiciones. Es el único pintor polaco que aparece en el Museo de Arte Moderno de Japón con sus escalofriantes obras, acompañadas de los desoladores espacios que retratan.
La vida y obra del artista polaco Zdzislaw Beksinski es una de las más polémicas. También puedes ver la vida de otros grandes artistas llenos de soledad, como La mujer destinada a vivir su infierno y nunca poder amar o El indigente que enseñó a los mejores pintores mexicanos
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