“El límite de una persona es la piel, si hablamos de algo palpable. El límite de su alma, o de su esencia, o de lo verdaderamente importante es una cosa algo más compleja. ” Amparo Sard
¿Qué hay debajo de nuestra piel?
Cada ser humano funciona biológicamente gracias a una maquinaria orgánica compuesta por partículas, tejidos y células, mientras que espiritualmente nos compone el alma; así, cuerpo y esencia se fusionan en el todo que decidimos nombrar “persona”, cuya historia poco a poco la fragmenta en espacios vacíos que dejan las pérdidas. La ausencia nos define, las palabras que dijimos y las que guardamos tras los labios, las despedidas y la soledad son las experiencias que nos dan sentido para añorar los buenos momentos y valorar lo que tenemos y a quienes comparten con nosotros el presente.
Debajo de la piel, está lo que somos.
Cuando “algo” nos deja, quedan marcas, espacios que permanecen en blanco, irreemplazables porque nada vuelve a ocuparlos. Pero son esos puntos los que se unen en la línea de nuestra verdadera forma, aquella que no podemos ver al espejo, la auténtica existencia.
Cuando las personas entran y salen de nuestra vida, dejan agujeros a su paso. Un pedacito de ti que se llevan consigo, diminuto pero capaz de causar gran dolor que sólo alivian los años. Nunca volverás a ser la persona entera que fuese al nacer. Nada en el cosmos permanece completo e inmune, todo cambia y sucumbe ante el paso del tiempo y las colisiones. Sin embargo, las personas rotas son más fuertes, porque cada punto vacío permite que respiren las heridas hasta sanar, los huecos en el alma son necesarios para expulsar las toxinas del pasado, tal como los poros de la piel.
La distancia que existe entre el exterior y lo interior conforma la intimidad. Esa barrera tras la que encerramos todo aquello que no queremos mostrar, las heridas que no queremos aceptar. Este espacio es la inspiración para la obra de Amparo Sard, una artista que explora el desconcierto de la sensación que nos produce saber que algo se ha perdido, cuestionándose qué esconden los huecos, agujeros y vacíos existenciales. La melancolía en sus retratos expresa nuestra relación con lo invisible y lo anónimo, aquello más valioso que las apariencias.
Su obra es poética y personal, refleja la autocrítica de una perfeccionista que trata una y otra vez de explicarse a sí misma. Los límites de lo invisible y lo mutilado se expresan en sus autorretratos, semejantes a la catarsis de un hechizo de apropiación, dominio y poder sobre uno mismo. Cada una de sus piezas se compone por perforaciones diminutas, piquetes de aguja como metáfora para trazarse, para hacerse daño, y para suturar pasiones desbordadas. Como cuando descargamos nuestras cargas pesadas pinchando, perforando o rompiendo objetos.
Amparo Sard realiza dibujos, videos e instalaciones hechos con materiales perforados; el papel es su material más usado, y el valor agregado de su producción que le otorga una apariencia frágil a un trabajo revelador, inspirado en la angustia y el dolor, interior y físico, que produce la autocrítica y el proceso de reconocernos, aceptando errores y heridas. El método que utiliza, puntillismo con agujas, representa también la conocida paradoja de que el sufrimiento puede estar unido al goce estético, pues al violentar el blanco puro del papel hay un reflejo de la obsesividad por definir la identidad. En el acto de perforar miles de veces con alfileres buscando relieves se descubre la condición humana.
Mientras que en la pintura de puntillismo del siglo XX, Seurat engaño al ojo, la creación de Amparo Sard analiza cómo engañamos a quienes nos miran, con la falsa apariencia del “estar bien” aun cuando nuestro interior ha sido mutilado. El punto en su obra no es sólo la alegoría de una herida, es también nuevo comienzo, el origen de otras líneas que se bifurcan hacia caminos mejores, o el punto y aparte que deja atrás el pasado con la intención de remendar el alma.
Al igual que las artes plásticas, la literatura nos ayuda a sanar el alma, como estos 8 cuentos para reconfortar un corazón roto que cubrirán tus vacíos con el consuelo de las palabras para poder seguir adelante.