“Tu cuerpo es templo de la naturaleza y del espíritu divino. Consérvalo sano; respétalo; estúdialo; concédele sus derechos”.
Henri-Frédéric Amiel
El universo de las mujeres siempre ha estado lleno de misticismo; su apariencia física y su estado mental y espiritual han sido cuestionados y estudiados a través del tiempo por distintas disciplinas. Se les ha considerado templos creadores de vida, casas habitadas por seres malignos y también como remanso de amor; las mujeres han sido llamadas brujas y musas, cuento e imagen.
A pesar de todo, el cuerpo de la mujer es poesía, sus líneas dibujan senderos y fantasías que nos transportan a sitios llenos de enigmas y matices de claroscuro.
El artista estadounidense Aaron Nagel sabe esto, y es por esa razón que explora la belleza femenina a través de sus pinturas hiperrealistas que toman cada detalle como un pretexto para enaltecer la feminidad.
Durante mucho tiempo, y por distintas razones, la mujer ha escondido (incluso le ha avergonzado) su naturaleza y su desnudez, siendo fascinante cómo resplandece cuando se asoma un atisbo de ella -tanto tiempo subyugada por el entorno-, desprendiendo toda la gracia inherente a su esencia.
Hay diferentes culturas que reflejan la fortaleza y grandeza de sus mujeres, y que han sabido apreciar el encanto que sólo ellas provocan. Cada día es más notorio el hecho de que las oportunidades crecen a su alrededor. Con fortaleza e ímpetu salen adelante en todos los aspectos de la vida, encuentran la manera de enfrentarse a las vicisitudes y salir airosas; son más que cuerpo o mente, son el conjunto de esos dos elementos integrando el alma como un tercero.
Sabemos que una imitación de la realidad nunca sustituirá la fascinación de vivir en carne propia un momento; Nagel sabe perfectamente que sus pinturas hiperrrealistas no se comparan con la vida y sus latidos, pero no es lo que busca, sino todo lo contrario, a través de su arte intenta que ésta se transforme en algo más, que los latidos se vean integrados en el plano eterno de la creación, de la memoria y de aquello que te inspira a mirar la sensualidad natural del cuerpo femenino.
Aaron resalta la fragilidad de la anatomía e incluso elimina por completo el instinto sexual primitivo, sustituyendo esos pensamientos salvajes con ideas de amor y admiración, fuentes de una cálida entrega al erotismo sentimental.
En las pinturas de Aaron Nagel el cuerpo femenino es el único punto de admiración presente; sus creaciones son parte de un mundo que coloca a la mujer en la cima de aquello que vale la pena apreciar. El hiperrealismo exalta esa belleza, entregándonos completamente al embeleso que todos los aspectos de su existencia.
Más allá de buscar la objetivación sexual de la mujer, estas pinturas intentan que el cuerpo femenino regrese al lugar donde puede ser, de manera natural, bello, expuesto, admirado; sin morbo ni malicia, sino que su desnudez amplíe y reconforte el espíritu.
Para conocer el trabajo del artista norteamericano, entra a su página oficial.
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Mucho se ha dicho sobre aquellos estándares de belleza que las mujeres deben cumplir; sin embargo, es importante saber que el interior y el exterior no son elementos que se puedan separar. Las fotógrafas que aquí te mostramos están cambiando la forma en la que se retrata la sexualidad y feminidad.
