Entre las colinas de la Sierra Madre Occidental de San Luis Potosí y Chihuahua, está Wirikuta: área semidesértica de 140 mil hectáreas, donde el pasado mítico se entrelaza con el presente a través de un ciclo ritual. Wirikuta es la tierra sagrada a la que peregrinan los huicholes (o pueblo Wixárika), el grupo indígena más antiguo en América Latina, quienes preservan un alodio cultural y cosmogónico: el dios trinario, Hikuri (el venado-peyote-maíz).
Los wixárikas, huicholes, habitan principalmente en los estados de Nayarit, Jalisco, Durango y Zacatecas. Se cree que entre los ascendientes de los huicholes estuvieron las tribus teochichimecas; no obstante, se desconoce la certeza del origen de este grupo, pero es ampliamente aceptado que los ancestros de los huicholes mantuvieron una vida independiente de los imperios mesoamericanos. Cuando los españoles invadieron sus territorios, ellos huyeron a la sierra, de difícil acceso, para conservar su autonomía.
Los artistas huicholes forman parte de una comunidad que ha mantenido sus herencias y costumbres intactas de la influencia de otras culturas que han conquistado a México.
El arte huichol está vinculado a la vida social y religiosa del grupo étnico, y cada una de sus piezas es el reflejo de un panorama sagrado que explica su cosmogonía; a través de este medio de expresión es posible entender el mundo mitológico y religioso de los huicholes. La importancia del arte para este pueblo radica en la expresión por medio de las formas y los colores que cuentan y hacen prevalecer su concepción del mundo a través de detalles que desvelan toda una historia: ojos de venado, soles, peyote y aves.
Con el interés de reinterpretar mediante objetos el contexto de los significados simbólicos y artísticos de la cultura huichol, Catherine Martin, artista y fundadora de Our Exclusive Corpse, decoró con patrones emblemáticos de esta cultura cientos de calaveras.
Tras su primer viaje a México, la artista se enamoró de la comunidad huichol. Después de dos visitas más al país, y luego de colaborar con ellos, Catherine empezó a desarrollar sus propios diseños. Está interesada principalmente en encontrar piezas únicas hechas a mano, y en poder trabajar con los artesanos, para después transformarlas y adaptarlas a nuevos contextos.
Catherine menciona que su interés por el arte huichol viene de un gusto más profundo por los objetos religiosos de esta cultura, y fue en Puerto Vallarta donde la artista entró en contacto con dos de los mejores artesanos de esta cultura.
Tras haber convivido y aprendido un tiempo de la cultura huichol, Catherine menciona que les mostró a los artesanos la calavera hecha por Gabriel Orozco, junto con los patrones de diseño que ella había elaborado, esto para presentar ambas lecturas de un objeto simbólico para los mexicanos.
A pesar de la dificultad con la que Catherine se enfrenta para interactuar con las comunidades, las calaveras son la colaboración entre los diseños de Catherine y las manos de los huicholes, intercambio de visiones que es posible gracias a un amigo de la artista.