Al intentar hablar de arte contemporáneo, nos topamos con una dificultad desde el comienzo . Su propia definición se nos escurre de la manos porque, ¿qué es lo contemporáneo?
Según el filósofo italiano Giorgio Agamben, la contemporaneidad es “esa relación con el propio tiempo, que se adhiere a a él a través de un desfase y un anacronismo. Los que coinciden de una manera excesivamente absoluta con la época, que concuerdan perfectamente con ella, no son contemporáneos porque, justamente por esa razón, no consiguen verla, no pueden mantener su mirada fija en ella”.
Lo contemporáneo se establece en el sentido del tiempo. Lo que ahora es contemporáneo, era nombrado de esa manera en el pasado y dejará de ser contemporáneo en lo años ulteriores.
Si no imposible, definir el arte contemporáneo sin meternos en serios conflictos sería todo un reto. No obstante, podríamos afirmar que lo actual, lo es en la medida en que se separa de lo que le precede. Es decir, a partir de una especie de “ruptura con el pasado”, el presente se vuelve tal.
En el caso del arte mexicano, un ejemplo reciente fue la llamada “generación de la ruptura”, que funcionó como una especie de respuesta al ya consabido muralismo mexicano; la búsqueda de una nueva estética más allá del sentido nacionalista del arte de comienzos del siglo XX que al transcurrir de los años se convirtió en un ejercicio desgastado y predecible.
Lilia Carrillo, Vicente Rojo, Alberto Gironella, José Luis Cuevas, Manuel Felguérez entre otros representantes de dicha generación, se convirtieron en lo contemporáneo de su momento. El paso inexorable del tiempo volvió a este movimiento la antesala de expresiones que hoy tienen un lugar en los museos y galerías.
Sería imposible abarcar en unas líneas la vastedad de intenciones, expresiones y propuestas artísticas que han surgido desde entonces. Desde diversos ángulos, se alzaron manifestaciones que buscaban hablar del momento histórico que les correspondió: un país convulsionante por la violencia, deteriorado por un sistema político bestial, pero al mismo tiempo, lleno de vida, gozo y creación.
A continuación te presentamos algunos de los momentos que debes conocer para entender el arte contemporáneo en México:
X Bienal de Jóvenes en París
TAI, Proceso Pentágono, Tetraedro y Suma fueron los colectivos mexicanos que participaron en la X Bienal de Jóvenes en París llevada a cabo en 1977. La artista y gestora Helen Escobedo fue quien eligió a estos grupos emergentes. Este evento fue crucial para la historia del arte contemporáneo posterior, pues creó una pauta para que los artistas siguientes también trabajaran de manera conjunta, no individual.
En este año, las masacres a estudiantes asesinados por la dictadura priísta estaba aún muy presentes en la sensibilidad artística. Estos colectivos tomaron como eje de sus exhibiciones una fuerte crítica social, siendo el sello distintivo de esa participación de México ante el mundo.
Los Hartos
El último día de noviembre de 1961 una exposición accidentalmente efímera se presentó en la Galería Antonio Souza. Consuelo Abascal de Lemionet, Benigno Alvarado, Francisco Ávalos, José Luis Cuevas, Agripina Maqueda entre otros, expusieron objetos desconcertantes con el uso irreverente de la “h” en las piezas y en las palabras empleadas en la exhibición.
En un impreso distribuido se leía “Estamos hartos de la pretenciosa imposición de la lógica y de la razón, del funcionalismo, del cálculo decorativo y, desde luego, de toda la pornografía caótica del individualismo, de la gloria del día, de la moda del momento, de la vanidad y de la ambición, del bluff y de la broma artística, del consciente y subconsciente egocentrismo, de los conceptos fatuos, de la aburridísima propaganda de los ismos y de los istas, figurativos o abstractos”.
“Hartos también del preciosismo de una estética invertida; hartos de la copia o estilización de una realidad heroicamente vulgar. Hartos, sobre todo, de la atmósfera artificial e histérica del llamado mundo artístico, con sus placeres adulterados, sus salones cursis y su vacío escalofriante. Reconocemos la necesidad de abandonar los sueños ilusorios de la glorificación del yo y de desinflar el arte. Reconocemos que la obra humana, en la actualidad, se presenta con más vigor donde menos interviene el llamado artista”. Los hartos dejaron huella en la manera de hacer arte, un nuevo arte que buscaría estar alejado de los clichés y lo establecido.
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Tepito Arte Acá
El Barrio de Tepito es uno de los lugares más entrañables de la Ciudad de México. Dinámicas complejas y prejuicios generalizados han convertido a este sitio en un ejemplo de resistencia cultural y social.
Tepito Arte acá, fundado por Daniel Manrique —quien también fuera miembro del Salón de la Plástica Mexicana— surge a finales de los años 60 como una respuesta particular a los fenómenos surgidos en el país desde un entorno barrial que tiene sus propias expresiones.
En una entrevista retomada por “Proceso”, Manrique explicó sobre este movimiento: “es un hecho artístico, es vida y permanencia, es saber estar con ‘nosotros mismos’ y no ‘contra todos’. Nos enseña a saber qué hacer con nosotros mismos, con nuestras casas, nuestros patios, nuestras calles”.
Tepito Arte Acá continúa vivo. Aún en la Galería José María Velasco se exponen piezas de artistas contemporáneos y tiene una compañía de Teatro.
“¿De qué otra cosa podríamos hablar?”
La llamada “guerra contra el narcotáfico” emprendida por el gobierno de Felipe Calderón el sexenio pasado, cobró la vida de miles de personas a las que el entonces presidente calificó como “daños colaterales”.
¿De qué otra cosa podríamos hablar? Ha sido una de las exposiciones más directas y duras que enfrentan esta masacre aún actual. Se presentó en 2009 en la Bienal de Venecia manifestando, en todo su horror, el infierno por el que pasa nuestro país , especialmente en los estados del norte.
Teresa Margolles creó a finales de los 90 SEMEFO, un colectivo que trabajaba también sobre la muerte junto con Juan Luis García, Carlos López y Angulo Gallardo. Desde entonces ha mostrado una clara inclinación por la denuncia de las atrocidades nacionales.
Para esta Bienal, sumergió telas en sangre de las víctimas mortales que ella misma recolectó de las escenas del crimen. Además, una de las salas se trapeaba una vez al día con una mezcla de agua y sangre, lo que convirtió esta exposición en una experiencia que a nadie dejó indiferente.
Desde su sitio web explica que “más que directamente con los restos de los cuerpos, con los rastros de vida que se hacen evidentes en sudarios, en entierros, en la memoria, así como con la manera en que un acto violento destruye y afecta redes humanas en varios niveles, las víctimas anónimas llaman la atención hacia lo inhumano de las relaciones en nuestras sobrepobladas sociedades”.
Neomexicanísimo
En los años 80, sucedió la búsqueda de un retorno a la pintura tras el boom que el arte conceptual había conseguido en las décadas anteriores. Francisco Toledo, Ismael Vargas, Germán Venegas, Eloy Tarcisio fueron algunos de los protagonistas de esta ola.
De acuerdo a la columna de Antonio Espinoza en El confabulario, “El neomexicanismo se apropió de diversos elementos de identidad, rescató la iconografía patria, religiosa, popular, costumbrista, urbana y rual de la historia de nuestro país; imágenes y clichés provenientes del pasado que recontextualizó en discursos plenamente contemporáneos. Se sirvió de la hibridación, el pastiche y el reciclaje, para crear una estética Kitsh; recurrió al humor, la ironía, la irreverencia, la parodia y la sátira, con el fin de cuestionar la Historia – con H mayúscula–, el poder, el sistema político, la cultura oficial, la high culture…”
La plástica mexicana volvió a llenarse de color y símbolos que intentaban dar cuenta de nuestra identidad.
Aunque sería imposible hacer una lista exhaustiva de todos los momentos clave del arte contemporáneo mexicano, no podemos dejar de mencionar a los colectivos Polvos de Gallina Negra, movimiento feminista fundado por Mónica Mayer y Maris Bustamante, los performances públicos y arte experimental de “Peyote y la compañía” o Grupo Suma, cuyo trabajo estuvo abocado a la cultura callejera. Estos son sólo algunos ejemplos de lo que el arte ha producido en los últimos tiempos en nuestro país.
La historia del arte es un diálogo. Una respuesta a lo anteriormente expuesto, un cuestionamiento y una postura. El arte mexicano, lleno de complejidades, no es la excepción. Vemos cómo se transfigura como si se tratara de un ser vivo, siempre en constante evolución.
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Referencias
Proceso
Confabulario
Teresa Margolles
FAD, UNAM