Este artículo fue publicado originalmente por Eduardo Limón el 2 de marzo de 2016 y ha sido actualizado por Cultura Colectiva.
Antes de que el oro se fundiera en la entrega de los cuerpos, la autonomía y el autodescubrimiento, el poder y la conciencia, se fundían en el sexo femenino; las entonces nuevas formas del deseo y su exploración besaban los labios de una mujer para quedar siempre prendado a ellos y cambiar al mundo en ese gesto. Así fue el dibujo de Gustav Klimt, un pintor vienés que a principios del siglo XX mostró la odisea metálica y pasional que nadie se había atrevido a invocar, pero antes de esa obra hiperconocida alrededor del mundo produjo unos papeles y unos cuantos trazos que gestaron de verdad la excitación de una humanidad ávida de oxígeno liberal.
Ver estos bocetos, estudios o ensayos, recuerda un poco el que dicho artista haya sido maestro de Egon Schiele, su influencia se entiende con mayor claridad al ver estas figuras que, en cierta medida, representaron la liberación que tanto se requería en la Austria de una nueva era. Se cuenta que, en el estudio de este pintor, a lo largo de todo el día se paseaban mujeres desnudas de todas edades y condiciones analizando en sus actos el hecho de ser una “ella”.
¿A qué nos referimos con esto? A féminas explorando su existencia y su cuerpo en una era de quiebre moral y de nuevos horizontes antropológicos/psicológicos; Klimt tenía un hogar repleto de delicadas y vividas hembras humanas que comían, caminaban, descansaban, se masturbaban, todo en presencia del genio, para que éste pudiera capturar las esencias que ahora podemos disfrutar.
El erotismo y la sensualidad fueron dos temas que asombraron en demasía al artista y que él intentó descifrar, o por lo menos hacer patente, en cada movimiento del carbón, en cada sombra del lápiz. Sentir el propio cuerpo y entender cómo lo hacía una mujer son dos asuntos que ocuparon fuertemente a la mente de Klimt, dando por resultado estos análisis visuales, casi estructurales, de una anatomía capaz de experimentar como cualquier otra sin necesidad de permisos, perdones o acompañantes
“No me interesa mi propia personalidad como objeto de un cuadro, sino más bien me interesan otras personas, en especial mujeres, otras apariencias… estoy convencido de que como persona no soy especialmente interesante”.
– Klimt
“Quien quiera saber algo de mí, debería mirar cuidadosamente mis cuadros”.
– Klimt
“El arte es una línea alrededor de tus pensamientos”.
– Klimt
“Basta de censura. No buscaré otra ayuda que la mía propia”.
– Klimt
“Todo arte es erótico”.
– Klimt
La fascinación por el cuerpo humano, sobre todo por el femenino, ha existido a lo largo de toda la historia; el entender su funcionamiento y capturar su belleza ha sido trabajo de distintas personas en muy diversas disciplinas que han hecho su mejor esfuerzo conjunto por mostrar verdaderamente lo que somos. El hacer artístico es, sin duda, uno de los campos privilegiados para dichas prácticas; Gustav Klimt, uno de los más grandes maestros para ejecutarlas.
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