Morirás sin saber qué fue de esa persona que te enamoró con su sonrisa cuando ambos eran apenas unos niños. La primera vez que le viste quisiste que ese momento durara para siempre; deseaste que tus ojos fueran un par de obturadores y ese instante una fotografía perfecta. Aunque si lo piensas, en efecto, en eso se convirtió; en una imagen irreal que te niegas a abandonar y que esperas nunca se borre de tu mente, porque ahora es lo único que queda de toda esa dicha. Eso y una obsesión que ni siquiera tú puedes explicar.
Cuando somos niños hablar de amor es algo prácticamente imposible. Después de realizar encuestas, el sitio de citas de Gran Bretaña, IllicitEncounters encontró que la edad propicia para enamorarse está entre los 19 y los 26 años, justo cuando la mayoría de las personas ha llegado a un punto de madurez emocional en el que, antes de poder valorar a cualquier persona, un individuo es capaz de mostrar amor hacia sí mismo en todo sentido, entonces ¿tú de verdad estás o estuviste enamorado de esa persona? ¿Conociste su nombre? ¿Te preocupaste por qué tan feliz podrías ser a su lado?
Si la respuesta a por lo menos dos de estas tres preguntas es “no”, quizás es momento de que en serio consideres que estás obsesionado y que necesitas liberarte de ello para ser completamente feliz. Ir detrás de un ideal nunca será tiempo desperdiciado, siempre que ese ideal sea algo que puedas alcanzar y no un alguien de quien pretendes, al menos, recibir los buenos días. Una tarde te verás solo y te percatarás de todo el tiempo que has perdido persiguiendo una ilusión que no depende ni siquiera del destino, sino de alguien que posiblemente ni siquiera te recuerde.
De pronto te sentirás como el protagonista de alguna de las ilustraciones de Kelsey Smith, aquéllas en las que ya nadie sabe lo que ocurre o está por ocurrir; simplemente están ahí, esperando —al igual que tú— a que esa obsesión se termine en algún momento y deje de echar raíces que, disfrazadas de amor verdadero, todo lo que hacen es herirte hasta lo más profundo. Esas ilusiones que escarban tanto como para llegar a un abismo de tristeza al que querrán arrastrarte sin aviso previo.
No importa cuántas palabras de aliento recibas, ni el apoyo de tus amigos; si no haces algo por soltar ese recuerdo terminará por tragarte y en sus fauces sólo encontrarás el mismo dolor y desesperación que has sentido al no tener noticia de la persona que hace ya muchos años —quizá sin saberlo— se llevó consigo todas tus esperanzas de tener una vida feliz al lado de alguien.
Apártate de ese dolor, simplemente deja ir ese recuerdo y las ansias que tienes de regresar a él. Conviértete en una canción completamente nueva o en un trazo esperanzador de la pluma de Smith; pero sé otra cosa diferente a esa figura que añora un tiempo o un ente que no le corresponde, simplemente sonríe y despójate de ese dolor autoimpuesto… enamórate de nuevo.
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