Más que un diseño plasmado en nuestra piel por el resto de nuestras vidas, un tatuaje es una forma de comunicación con el mundo. Justo cuando nos encontramos en un punto en el que no logramos hallar las palabras correctas para expresar cualquier tipo de sentimientos, esa imagen sobre el cuerpo es tan poderosa que tiene la capacidad de crear un discurso capaz de definirnos. Esto ocurre con quien porta sobre sí el diseño; sin embargo, las cosas del lado del artista que realiza el tattoo no son del todo distintas.
Para Kelly Rodriguez Rico, dueño del estudio Mosquito Costume, situado en algún rincón de la ciudad de Guadalajara, Jalisco, tatuar es precisamente una forma de comunicarse a través del arte. Desde sus inicios, este tatuador siempre has gustado mantenerse en la periferia; tanto así que no utiliza ningún tipo de publicidad para que la gente llegue a su estudio. Sus clientes son quienes le ayudan a difundir su trabajo, que se distingue por un estilo de lineart combinado con el puntillismo, según el artista, esto le ayuda a crear una comunidad a través de las piezas que va realizando.
Quizá esa es la razón por la que aconseja crear un vínculo tatuador-lienzo, la confidencialidad que nace a partir de esta especie de pacto, es justo lo que se necesita para que ambas partes terminen convencidas con el resultado de unas cuantas horas en el estudio. Según Kelly, crear ese vínculo es importante para que el cliente sepa que está en buenas manos; a partir de su experiencia, muchas veces es esa confianza la que hace que el cliente crea que lleva sobre su piel el mejor trabajo del mundo.
«Ahí es cuando aplicas cierta perspectiva: todo es una mentira, todo es una ilusión óptica que hace que creas que hay algo allí».
Después de haber creado esa confianza, lo más importante es nunca arrepentirse del tatuaje que alguien lleva plasmado sobre sí. No importa si se lo hizo por moda o por algún acontecimiento importante; siempre hay que recordar que esa marca denota algo que contribuyó a formar una personalidad quizá más madura. En otras palabras, avergonzarse de un tatuaje es el equivalente a que alguien sienta pena de sí mismo.
Un tatuaje no debe de ser algo que duela más allá del primer día; lo importante de llevar una de estas marcas es divertirse siempre de la decisión que tomamos y aprender a llevarla con orgullo. Tanto para un cliente como para el tatuador mismo, se trata de una manera de conectar con la gente y con el mundo que le rodea. Más allá de ganar dinero, al encontrar su propio estilo, el artista querrá aprender a hablar a través de la piel de quien se lo permita; de modo que un tatuaje se convierta en un discurso construido por dos personas, cuyas ideas coincidieron en un lugar y tiempo determinados.
«Creo que es algo que realmente hace que nos volvamos parte de algo más grande. Hacemos una cadena con nuestros sentimientos, logramos fraternidades más fuertes y con más conciencia hacia el mantenimiento del universo».
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La visión que este tatuador tiene acerca de su trabajo hace que nos demos cuenta de que no sólo es una cuestión de dinero; se trata de un compromiso con nosotros mismos y con los demás, es por ello que sus consejos se enfocan más hacia lo conceptual que a la técnica, pues la única forma de llevar un buen tatuaje es dotándolo de sentido.
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Agradecimientos a Kelly Rico por tomarse un tiempo para realizar la entrevista.