Cuando alguien ama lo que hace no puede hacer otra cosa más que transmitirle al mundo todo lo que siente dentro de sí al vivir en su propio sueño. María Natalia Lafourcade Silva, mejor conocida como Natalia Lafourcade, es el mejor ejemplo de que cuando se hacen con pasión, las cosas siempre transmiten una alegría y un amor que llega hasta el fondo de quienes le escuchan atentos, como atrapados por el sonido de una voz que desde pequeña supo que estaba hecha para cantarle a todo aquel que sintiera la misma pasión por la vida y el amor.
Desde el 2000, cuando todo el mundo buscaba un cerebro inteligente que no se emborrachara en viernes, Natalia nos enseñó que el amor no era uno solo; sino que existían diferentes maneras de amar a quien nos rodea. Pero, ¿cómo descubrir cada una de esas etapas amorosas? Es probable que la cantante lo haya descubierto a través de su vida marcada por la influencia de su madre quien, tras un accidente con un caballo, decidió curarle usando un método basado en la música que ella misma había desarrollado. Así, desde curar una herida, hasta entregarnos a la euforia más pura y poderosa que hayamos visto, la música de esta cantante mexicana puede llevar a enamorarnos de una forma que ni siquiera imaginábamos.
Más allá de la música, cada enseñanza que Natalia ha puesto en sus canciones se ha quedado plasmada en nuestros corazones como si alguien las hubiese tatuado ahí con una tinta tan fuerte que nunca podrá irse, mucho menos a fuerza de dolor, pues si algo nos han enseñado sus letras es que cuando algo se queda clavado dentro de nosotros, no importa si esto se oculta «tras la montaña, y encuentre un campo lleno de caña; no habrá manera, mi rayo de luna» de que se vaya.
–
Si es amor, entrégalo todo
Cuando una persona decide amar a alguien debe saber que esto no se puede hacer de forma parcial. Se entrega por completo o no hace nada; el amor no es algo que se dosifica, sino algo que se entrega completamente.
«Qué difícil es soltar las alas que un día me hacían volar».
“No sé decir adiós”
«Ya con verte es mi día de suerte».
“Día de suerte”
«Te quiero de aquí a Marte, amarte duele tanto que no sé qué hacer».
“Amarte duele”
–
Valora tu pasado; aunque si es necesario, olvídalo
Todo evento de nuestro pasado ha ayudado a formar nuestro carácter y la manera en que percibimos al mundo; si es que éste nos ha cambiado para mal, probablemente la mejor opción no sea atesorarlo. La idea es que aprovechemos todo lo que podamos y desechemos lo que en realidad es un lastre para nuestro bienestar.
«Yo te llevo dentro; hasta a raíz y por más que crezca, vas a estar aquí».
“Hasta la raíz”
«Estoy lista para nacer, estoy lista para decirte adiós».
“Estoy lista”
«Es imposible borrar las cicatrices de amar, no saber soltar».
“Ya no te puedo querer”
–
Siempre vale la pena esperar… pero no demasiado
La lección más grande del amor es que éste no llega cuando nosotros queremos, siempre es necesario reposar un poco y dejar que las cosas fluyan por sí solas. Pero siempre hay un momento en el que la espera puede convertirse en un autoengaño que es mejor no continuar. Se vale esperar, nunca estancarse.
«Yo quisiera esperarte hasta el final, pero te toca venir».
“No viniste”
«Tal vez vendrás, no hay sentido en la espera. Tal vez no llegarás y te voy a esperar».
“Con las hojas las hormigas”
«Pararé para evitar la llegada de alguien más, pararé o me arrepentiré».
“Georgina”
–
Aprende a querer los días grises
Al igual que nuestro pasado, los malos momentos también nos hacen aprender y nos convierten en personas más fuertes y confiadas en sí mismas; de modo que antes de lamentar el dolor, hay que atesorarlo como si fuera lo único que de verdad tenemos.
«Y tú te vas, jugando a enamorar, te enredas por las noches entre historias que nunca tienen final».
“Nunca es suficiente”
«Cerca del odio, cerca del amor que quema, sabes ser estelar, tú sabes cómo ser estelar».
“Estelar”
«¿Dónde quedó nuestro último intento y nuestros planes de perder el tiempo?».
“Cuenta hasta diez”
–
Ya sea a través de la música o con cada momento de tu vida, las enseñanzas de un amor siempre quedan grabadas en nuestra piel y se convierten en marcas indelebles que forjan nuestro carácter. De esta manera, el amor se convierte en algo eterno y difícil de borrar para cualquier fuerza en el Universo.