La buena ortografía se pierde en el mar de Internet. Si bien vivimos en una época en la que se lee y se escribe más gracias a los smartphones, las tablets y computadoras, la inmediatez con la que la información llega y se envía, ha ocasionado que la palabra pase a ser una herramienta secundaría del lenguaje y no algo de suma importancia. Parece que mientras nos demos a entender, aunque sea a medias, el trabajo está terminado.
Sabin Urraca, mejor conocida en el mundo digital como Sopapo, es una de las puristas del lenguaje español que ha tratado que más gente se interese por la ortografía. Su insistencia en corregir mensajes de texto, e-mails y toda palabra escrita que se le presenta, no es algo que hace por gusto, es su maldición.
“YO TE MALDIGO a sufrir por toda la eternidad el mal de la extrema corrección ortográfica. Incordiarás eternamente a tus seres queridos ante una be en lugar de uve. Te desenamorarás de hombres de buen corazón en el instante en el que descubras que escriben sin tildes, tu alma de mierda no encontrará compasión ninguna ante un inocente y gracioso “girafa”, y no podrás vencer la tentación de corregir a la gente con una sonrisa de suficiencia, llegando en ocasiones a vejarles públicamente en las redes sociales (que son algo que ahora, en 1984, aún no se sabe muy bien qué es, pero ya verás, ya). Tus propios amigos se angustiarán cada vez que tengan que escribirte un mail por terror a fallar. Terminarás muriendo sola, con el corazón negro, podrido de tildes, y una pizza barbacoa fría en el regazo. Y, aun sabiendo tu terrible destino, NO PODRÁS ESCAPAR DE ESTA MISIÓN QUE TE HA SIDO ENCOMENDADA”.
Sopapo escribió lo anterior, fragmento que explica la su razón de ser. Desde entonces se ha encomendado, tristemente, a ser la mujer que lucha contra la mala ortografía en un mundo que parece ser cada vez más básico.
Sopapo se dio cuenta de lo extraño que podía ser Internet. Basta, interminable e interesante, la Internet se convierte en la herramienta de liberación mental del siglo XXI. Pero la realidad es que lo que importa en Internet es la comunicación, las redes sociales, los videos de gatos y lo más importante: el sexo.
Viendo las publicaciones de su blog se dio cuenta que cuando el tema rozaba la piel del sexo y jugaba con él, la gente lo veía mucho más. Eso le dio la idea de crear lo que ella llama “pornoortografía” en la serie “Tus faltas de ortografía hacen llorar al niño Dios”.
Mientras la imagen sexual es llamativa para el navegante de Internet, éste puede aprender ciertas reglas básicas de ortografía que tienen furiosa a la autora de estas obras. Ella sabe que las reglas ortográficas se están rompiendo, que la tendencia es aceptar muchas formas de comunicación y que la institución ya no es la única verdad, pero Sopapo ya está cansada de que la gente se escude bajo ese pretexto y deforme la lengua hasta convertirla en abreviaciones y anglicismos como LOL.
La obra es transgresora en cierto sentido; Internet tiene imágenes sexuales de sobra, pero la pornoortografía de Sopapo va más allá. Aboga por los valores clásicos de la escritura mientras dibuja una orgía sexual y ortográfica.
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