Para todas las personas que hayan estado en Houston, hay ciertos lugares que definitivamente son visitados con mayor frecuencia que la Capilla de Rothko. Siendo una ciudad donde la principal actividad de sus visitantes es ir de “shopping”, se dejan a un lado las oportunidades culturales que también se pueden visitar en esta transitada ciudad.
Para quienes decidan darse el tiempo de salir del “Galleria” e ir a conocer los espacios artísticos que hay en la ciudad, un must en sus listas debe ser la Capilla de Rothko. Esta capilla es un espacio espiritual donde no se impone ninguna religión, tampoco se te indica qué debes hacer, por lo que muchos de los visitantes se encuentran un tanto confundidos al entrar. Se pueden ver letreros que invitan a todo tipo de visitantes a entrar y experimentar el silencio, y en efecto, una vez adentro –en un espacio minimalista rodeado de cuadros de grandes dimensiones– se puede sentir en el ambiente la paz y el silencio que inunda el lugar.
El lugar fue fundado por los filántropos John y Dominique de Menil con la intención de crear un santuario a disposición de personas de todas las creencias y religiones, un lugar de meditación tranquilo, inspirado en la obra del artista Mark Rothko. En el exterior, también se encuentra plasmado un pequeño obelisco hecho por Barnett Newman, dedicado a la memoria de Dr. Martin Luther King Jr. El principal objetivo del lugar es generar acción a través de la contemplación; se invita a los visitantes preocupados por el mundo que les rodea a que practiquen de manera introspectiva, una reflexión sobre el mundo y sus distintos problemas en este foro. El espacio brinda unas cuantas bancas, colocadas en el centro del cuarto octagonal, y unos cojines para practicar una meditación sentados en el suelo.
El porqué se eligió a Rothko para cubrir las ocho paredes de este lugar con sus obras, puede entenderse a través de la trayectoria del artista. El pintor de origen letón, vivió la mayoría de su vida en Estados Unidos. Fue un artista casi totalmente autodidacta, y se volvió famoso por su estilo tan personal y único de pintar.
Sus obras, por lo general, eran de grandes dimensiones y estaban agrupadas en series de colores que tenían poca variación, pero su intención siempre fue generar en el público una comprensión sentimental por medio de la contemplación cercana de sus obras. Los colores y las dimensiones que utilizaba buscaban plasmar sus sentimientos y comunicarlos al espectador, y es por esto que la capilla no sería lo mismo sin las oscuras y sobrias pinturas del artista que sobrecogen al visitante y le dan un tono místico al espacio.