Existen muchas maneras de tener miedo; por ejemplo, en un pueblo de Escocia venden libros con una página en blanco perdida en algún lugar del volumen. Si un lector desemboca en esa página al dar las tres de la tarde, muere. Bueno, al menos eso dice Julio Cortázar. Y es que quizá no exista algo más aterrador que una página en blanco, para asegurarlo basta pensar que la ausencia de sonido se llama silencio, pero la ausencia de letras es tan horrible que no tiene nombre.
El refugio favorito de Marcela Ribadeneira era poblar el blanco terrible de las hojas con interminables ríos de palabras que fluían sin parar, pero un día los ríos dejaron, temporalmente, de correr para convertirse en imágenes inspiradas por la ira y el miedo a la muerte.
Marcela es de formación escritora y editora, pero encontró en la técnica del collage una forma de verter las ideas que se habían atorado en su mente durante la enfermedad de su madre. La escritora e ilustradora no es una empirista, utiliza imágenes capturadas por otros y elementos reales para dar fuerza a su pensamiento.
Marcela es el resultado de esas imágenes que los demás congelarán en su mente, preguntándose qué hacía aún sentada mientras el resto abordaba la nave. A través de la sobreposición de imágenes, la artista explora los temas que invaden su mente y la condición humana: la avaricia, la promiscuidad, el olvido, el desafío de los pensamientos y la banalidad.
En Autorretrato, Ribadeneira extrapola digitalmente imágenes de cuadros de Juárez Machado, Sir Lawrence Alma-Tadema, Toulouse Lautrec y Velásquez, entre otros; a estos se le suman pin-ups de afiches de los años 50 con fotografías de objetos, muebles y personajes anónimos (y otras más célebres, como aquella de Alfred Eisenstaedt, del famoso beso entre el marinero y la enfermera en Times Square, durante el anuncio del fin de la Segunda Guerra Mundial). Al ser un autorretrato, encontró oportuno incluir una de sus fotos, capturada por Mauricio Ribadeneira. En este collage, el revólver dorado es el hilo conductor de la obra.
Con la adaptación de obras ya establecidas en el mercado del arte, Marcela crea imágenes narrativas, historias que se revelan a medida que avanza cada intervención digital. Con el Photoshop descubrió que, a diferencia de las líneas escritas, ahora no tenía que pensar, sólo intuir, para lograr que “ese vómito estético fuera, narrativamente, mucho más complejo de lo que se hubiera imaginado”.
Quizá sea “Elefante en la habitación”, la pieza que describa la esencia de su obra, bajo la interrogante: ¿cómo se detecta un elefante en la habitación en un mundo que no quiere ver? Para este collage, la ecuatoriana se fundamentó en un estudio sobre la banalidad del mal, escrito por Hanna Arendt: “El mal no es nunca `radical´, sólo es extremo, y carece de toda profundidad y de cualquier dimensión demoníaca. Puede crecer desmesuradamente y reducir todo el mundo a escombros precisamente porque se extiende como un hongo por la superficie. Es un `desafío al pensamiento´, como dije, porque el pensamiento trata de alcanzar una cierta profundidad, ir a las raíces y, en el momento mismo en que se ocupa del mal, se siente decepcionado porque no encuentra nada. Eso es la `banalidad´. Sólo el bien tiene profundidad y puede ser radical”.
Así, a través del collages, Marcela Ribadeneira (Quito, 1982) encontró una válvula para eliminar el miedo que inundaba las palabras. Actualmente, además de crear collages, se desenvuelve como escritora, editora de la revista Gatopardo Ecuador, crítica de cine y loca de los gatos.
Estudió Dirección Cinematográfica en la Scuola Internazionale di Cinema e Televisione (NUCT), en Roma. Ha colaborado con el diario británico The Guardian y con revistas como Mundo Diners, Vanguardia, Criterios, Nuestro Mundo, Fotograma, Ache, BG, Zoom, Vamos, así como con el periódico Ochoymedio, La Comunidad Inconfesable (España). Sus relatos se han publicado en las antologías Microquito I y Ciudad Mímima II, diario Expreso, revista Ache, Fotocopia Magazine, revista Prosofagia (Argentina), revista Replicante (México) y revista Specimens (Estados Unidos). Junto a su esposo, Eduardo Varas, fundó la editorial La Línea Negra, así como el proyecto de literatura digital Cuentos para regalar y la iniciativa de formación de audiencias El ojo en el fotograma. Dentro del marco de esta última imparte talleres de apreciación y crítica cinematográfica, apreciación artística e iconografía y escritura creativa. En meses próximos se publicará su libro de relatos Matrioskas.