[…] Llovió sobre mojado después de las fiestas de la patria. Más cercanas al jolgorio que a la grandeza. ¿Queda cupo para los héroes en septiembre? Tienes miedo. Tienes el valor de tener miedo. No sabes que hacer pero haces algo […] – Juan Villoro
‘El puño en alto’
Las llamadas quedaron en el pasado desde que Twitter, Facebook y WhatsApp se convirtieron en las principales líneas de comunicación una vez que los smartphones llegaron a transformar nuestras vidas. Cadenas, memes, videos estúpidos y cosas virales que no eran más que entretenimiento era lo que más circulaban en ellas hasta que la tarde del 19 de septiembre los millennials – como algunos llaman a esta generación de jóvenes – demostramos que podíamos utilizar esos medios para levantar un país después de un sismo de 7.1 grados que nos recordó lo frágiles que somos.
A diferencia de nuestros padres y abuelos en 1985, aprovechamos esas “alternativas” y cotidianas formas de comunicación que a pesar de los problemas y claro, de la desinformación, logramos organizarnos para que pudiera ser lo más efectiva posible. Dentro de estas redes sociales circulan emojis todos los días, pero algunos, retomaron un sentido diferente después de la tragedia.
Al estar en las zonas de derrumbe, a la cercanía o la lejanía ver un puño levantado era señal de esperanza de vida, “silencio”, decían, y todos continuaban trabajando al máximo pero con cautela; sin hacer ruido para que pudieran escuchar a la persona que se encontraba bajo los escombros. Si veíamos una palma, nadie se movía. Y los trabajos continuaban si sólo un dedo se levantaba.
Si los aplausos eran los que procedían el rescate o labor, entonces se había obtenido éxito. Las manitas juntas eran señal de plegaria, de esperanza solicitando víveres, agua, donativos, voluntarios, brigadistas y rescatistas que se dieron cita a los lugares donde necesitaban, incluso hubo manos de sobra.
Aunque mucho se ha hablado sobre la apatía de la generación millennial, al parecer nadie esperaba que reaccionáramos de esta manera. Desde el minuto uno tras el sismo, todos se disponían a ayudar a los más cercanos desde una palabra de apoyo, una sonrisa o un “estás bien, estamos bien”.
Muchos de nosotros siempre escuchamos las historias de aquel trágico 85 pero nunca imaginamos vivirlo en carne propia. Ahora estamos afrontando la situación, dándole la cara a la desgracia y le estamos demostrando que somos más fuertes que un temblor. Sí, se derrumbaron casas, edificios; se abrieron calles y puentes, pero se elevaron nuestras ganas de salir adelante y se fortaleció nuestra visión y unidad como mexicanos.
Ahora, usar el emoji de la bandera de México es señal de orgullo misma con la que los voluntarios y rescatistas en las calles entonan el Himno Nacional porque esos colores nos representan y nos dan más fuerza. El puño en alto dejará de ser una señal de silencio, se convertirá en una de vida y esperanza. Las manos en alto próximamente no serán para solicitar agua, sino una de victoria.
Los trabajadores y civiles con palas, picos, guantes y toda la fuerza que tal vez ni ellos sabían que tenían, echaron, y echamos a andar una ciudad una vez más y lo haremos las que sean necesarias. Ellos, de los que no sabemos sus nombres pero hemos visto dejar el alma día a día, serán nuestros nuevos héroes y los llevaremos siempre en la mente y el corazón.