“Las sensaciones de los colores en la paleta pueden ser experiencias espirituales.”
Wassily Kandinsky
El dúo de diseñadores japoneses “Ima Moteki” integrado por Yusuke Imai y Ayami Moteki crearon el concepto de pinturas Nameless Paint, tubos de pigmentos de colores en un empaque minimalista cuya etiqueta no incluye un nombre sino una ecuación de porcentajes y mezclas de los tonos primarios universales: amarillo, magenta y azul.
Ima Moteki apuesta por cambiar la forma en que las escuelas enseñan la teoría del color al quitar los nombres impuestos y permitir la experimentación, conociendo sólo los colores primarios y tener la posibilidad de jugar con la combinación de una gama extensa de tonos y mezclas sin someterse a límites creativos.
Aprender mediante una expresión artística libre, expande la percepción psicológica y visual del color, teniendo una experiencia personal más profunda y única, siguiendo la herencia de importantes personajes de la historia del arte como el movimiento impresionista, el que comprendió a la perfección la reflexión de la luz en su paleta cromática, o Kandinsky, quien entendió el color a partir de la composición musical. El color es también un catalizador de la emoción y la expresión pura, como la intensidad y calidez tonal de las pinturas de Vincent Van Gogh y Marc Chagall.
El color y sus posibilidades no se limitan a aprender de memoria los tonos del arcoiris; por ello, el proyecto de colores sin nombre de Ima Moteki mantiene una actitud “fauvista” ante la vida y la mente receptiva para entender que el color no es algo establecido mediante leyes de la composición, sino un juego de la creatividad. A fin de cuentas ¿quién nos garantiza que pensar en un color cuyo nombre conocemos pinta la misma imagen en la mente de todos?