Los colores primarios (rojo, verde y azul) iluminan los tres grupos en los que está dividido el sistema subterráneo, metro, en la ciudad de Estocolmo, en Suecia. Con más de 100 estaciones a lo largo de 110 kilómetros, el metro de Estocolmo cuenta con siete líneas que conectan a la capital y el área metropolitana.
Pero es que la magia de este transporte que recorre la ciudad desde sus entrañas está en sus estaciones que son una parada obligatoria del arte: más de 90 estaciones presentan obras creadas por 150 artistas, lo que identifica al metro de Estocolmo como el museo subterráneo de arte del mundo, el escenario underground de las propuestas estilísticas desde los 50 hasta la década de 2000.
La exposición más larga del mundo está compuesta por piezas de instalación, pinturas, esculturas, cerámica, mosaicos, grabados y relieves que constituyen un acervo de arte público en Europa.
La peculiaridad del metro de Estocolmo es que cada estación está decorada bajo un tema. La estación T-Centralen, la única en la que se encuentran todas las líneas del metro, está cubierta por relieves y azulejos de los años 50. Por su parte, la estación Kungsträdgarden, de la línea azul, remonta a un sitio arqueológico donde las excavaciones y columnas determinan el escenario. La estación Solna Centrum está rodeada por un techo color ladrillo de apariencia rocosa que contrasta con los árboles pintados alrededor.
A lo largo de 60 años, y por el precio de un boleto de metro (4€), el usuario tiene la posibilidad de realizar un viaje entre las estaciones artísticas más impresionantes que un servicio público ofrece. El objetivo de estas intervenciones artísticas sobre el subterráneo es acercar al mayor número de personas a un gesto del arte de la forma más natural, por ello, desde finales de los 90 se ofrecen recorridos semanales por algunas de las estaciones, en los que se aborda el arte y estilo arquitectónico en cada parada. Los tours se llevan a cabo durante todo el año, pero durante el verano es posible escucharlos en inglés.
Los iniciadores de este, bien puede llamarse movimiento, fueron los artistas Vera Nilsson y Siri Derkert en la década de los 50. A lo largo del tiempo se hicieron modificaciones en el concepto de las estaciones, por ejemplo, en los 60, se intercambiaron los túneles de hormigón por una técnica de pulverización de las rocas que le otorgara a ciertas estaciones un aspecto cavernoso.
La estación Stadion está dedicada a los niños con un arcoiris que cubre el techo, obra de Enno Hallek y Ake Pallarp (1973), mientras que Hallonbergen está tapizada por dibujos elaborados por los más pequeños. Pero no sólo las paredes de las estaciones cuentan con un motivo artístico, el mobiliario juega un papel importante como el que secunda la estética del metro: las escaleras eléctricas de la estación Västra Skogen diseñadas por Sivert Lindblom en 1975 o los trenes azules de la estación Hjulsta son muestra de la concordancia que existe entre los elementos y que hacen del metro de Estocolmo una experiencia sensorial.
Para mayor información consulta: http://sl.se/Global/Konst/Engelska%20broshyrer/Art-MetroENG_webb.pdf
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