Nada de agradable tiene la muerte. Lejos de la mitología romántica que acompaña a cada credo y promete epílogos a la vida en forma de paraíso, un estado superior de consciencia o la vuelta a este mundo a través de la reencarnación, el rigor de la ciencia y el peso de la realidad devuelve una verdad que se mantiene en pie desde los albores de la humanidad: no existe indicio alguno de la vida más allá de la muerte.
Una vez decretada la defunción de una persona sólo queda el frío que hiela la sangre, palidece al rostro y endurece las extremidades, hasta que el mismo proceso vital recuerda que se trata del instante antagónico al nacimiento y que ambos, envueltos en una relación dialéctica y contradictoria, culminan en la creación de más vida.
Los sollozos, las lágrimas, el luto y el duro proceso de duelo acompañan cada deceso. En la Inglaterra victoriana, se creía que la pupila del recién fallecido guardaba la última imagen que percibían sus ojos. Como si se tratara de un negativo, los científicos de la época confiaban en que esta técnica podía ayudar a cerciorarse de que el último suspiro había sido en suma tranquilidad para los más afortunados –y como consuelo malsano de los familiares–.
Sin embargo, para todos aquellos que no gozan del privilegio de una muerte íntegra, ágil y efectiva en la comodidad de su cama y sin mayor sufrimiento, la morgue espera como último destino antes de volver a ser polvo en un ataúd o separarse en elementos más simples, una visión radical de lo que alguna vez dio forma a un todo orgánico con vida y consciencia, reducido a cenizas.
El azulejo de los suelos está probado contra fluidos humanos. Es fácil limpiar la sangre del piso, toda vez que los procedimientos se realizan con la técnica propia de un especialista y la cotidianidad de cualquier oficio que se domina con el paso de los años. ¿Quiénes se encargan de organizar, preparar, analizar y clasificar para su último destino a los muertos en una morgue?
Las películas y series de televisión no escatiman recursos en mostrar espacios lúgubres, donde se respira el frío y la tensión se puede cortar con un cuchillo. Sitios oscuros, que exhalan sufrimiento y tristeza. Escenarios perfectamente dispuestos para una cinta de terror, individuos misteriosos con nervios de acero (que bien podrían ser los propios victimarios o unos depravados), quienes encontraron tal empleo para dar rienda suelta a sus terribles filias. Para el espectador está claro: Nadie podría tener el corazón como para encontrar en una morgue el trabajo ideal.
A partir de este mito, el gran público asume que el sitio de muerte y frialdad absorbe a los condenados y las risas, los sentimientos y la camaradería de cualquier oficina u otro lugar de trabajo no caben dentro de un espacio tan crudo. El trabajo fotográfico de Patrik Budenz se propone derribar estos estereotipos y romper con el tabú que existe alrededor de la muerte.
La serie “Search for evidence” propone un diálogo no apto para los más creyentes, sensibles o aquellos que consideren realidad todo lo que se reproduce frente a sus ojos en el televisor. Con honestidad, el fotógrafo captura cada instante del día a día de un grupo de médicos y científicos forenses, especialistas en su campo que trabajan en una morgue con la misma naturalidad que un abogado en su despacho o un arquitecto supervisando una obra en construcción.
El mensaje va más allá de la simple revelación de hombres y mujeres tan comunes y sonrientes como el resto de profesionales. La muerte triplica el número de vivos en estos sitios y ambos conviven sin complejos. Es momento de hacer un ejercicio de consciencia y comenzar a comprender a la muerte no como un suceso trágico y un fenómeno que se lleva algo que nunca ha de volver, sino como el principio y la parte necesaria para mantener el intrincado mecanismo de la vida que la naturaleza encontró para hacer su voluntad en la Tierra.
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Conoce a la modelo que se atrevió a captar de un modo distinto a la muerte luego de leer “La fotógrafa surrealista que se bañó en la tina de Hitler y cambió la visión de la guerra”. ¿Qué ocurre después de pasar por la morgue y cómo se descompone un cuerpo hasta que se desvanece? Descúbrelo en otra serie de Patrik Budenz y mira las “Controversiales fotografías de la fascinación de un artista por la belleza de la muerte”.