Reminiscencias de la Guerra

Nunca olvidaré esa noche, la primera noche en el campo, la cual convirtió mi vida en una larga noche, siete veces maldecida y siete veces sellada. Nunca olvidaré aquel humo. Nunca olvidaré las caras pequeñas de los niños, cuyos cuerpos vi convertirse en espiral de humo bajo un silencioso cielo azul. Nunca olvidaré estas llamas que consumieron para siempre mi fe. Nunca olvidaré ese silencio nocturno el cual me privó, para toda la eternidad, del deseo de vivir. Nunca olvidaré aquellos momentos en los cuales asesinaron a mi Dios y mi alma y convirtieron mis sueños en polvo. Nunca olvidaré estas cosas, aunque esté condenado a vivir tanto como Dios mismo. Nunca.

Esta cita fue encontrada en un diario del Premio Nobel de la Paz (1986) Elie Wiesel, escrito durante su estancia en los campos de concentración nazi, en la Segunda Guerra Mundial.

Wiesel vivió los horrores de uno de los mayores genocidios de la Historia, cuando tenía 15 años fue hecho preso junto a su familia. Escribió poemas y crónicas en las que narraba la angustia mental y física que él y los demás prisioneros sufrieron cuando los despojaron de su humanidad; comunicó, a través de palabras desgarradoras, la marcha de la muerte desde Auschwitz-Birkenau hasta el campo de concentración de Buchenwald.

La asfixia por gas venenoso, los disparos, el ahorcamiento, los trabajos forzados, el hambre, los experimentos pseudocientíficos, la tortura médica y los golpes fueron algunos de los métodos que los nazis utilizaron para el exterminio judío.

Estas son algunas imágenes que muestran los sometimientos a judíos dentro de los campos de Buchenwald, entre ellos figura Elie Wiesel, futuro escritor y ganador del Premio Nobel de la Paz (es el séptimo por la izquierda en la segunda fila de literas, justo al lado de la madera).

La Segunda Guerra Mundial representa para la humanidad el inicio de nuevas condiciones ecomónicas, la emergencia de nuevas potencias mundiales y un reflejo de la barbarie a la que puede llegar el hombre.