Una pintora que desarrolló gran pasión por el surrealismo. De origen inglés, gracias a su rebeldía rechazó las imposiciones sociales que le deparaban un futuro cómodo pero sin ningún tipo de pasión ni vivacidad. Expulsada de las mejores escuelas religiosas y gracias a los prejuicios de su padre que pensaba que el arte sólo era para homosexuales y pobres, Leonora se convirtió en la gran pintora que hoy conocemos.
Amó México como a ningún otro sitio; el lugar que le permitió ser ella, sin límites ni restricciones. Su vida no fue fácil, cuando parecía que era la más feliz del mundo, la guerra le arrebató al amor de su vida, Max Ernst, llevándolo preso, ella tuvo que huir para no correr la misma suerte, pero como si se tratara de una maldición, un ataque psicótico la invadió y estuvo encerrada por seis meses en un hospital psiquiátrico.
Llegó a México con ayuda del diplomático y artista Renato Leduc, quien sólo se casó con ella para liberarla del infierno de no tener un hogar real. Cuando llegó con él a México, su mundo cambió completamente, otra manera de ver el universo se apoderó de ella. Se quedó sin su maestro, pero ganó la magia revolucionaria que la convirtió en una de las artistas más importantes.
Los celtas, el simbolismo, la alquimia, la cábala, la psicología de Jung, el Budismo tibetano y por supuesto, pintores como El Bosco y Max Ernst influyeron en su obra. Cada trazo, cada línea y pincelada nos recuerdan que es posible vivir en mundos más allá de la realidad, donde los hombres son deformes, los animales pintan y criaturas que nunca veríamos en la realidad, existen.
Considerada como el último eslabón del surrealismo en México, ganó el respeto de grandes representantes de esta vanguardia artística como Dalí, Picasso, Breton, Octavio Paz, Remedios Varo y Luis Buñuel, quienes supieron que la pasión de esta mujer estaba lejos de sólo reproducir aquello que le había enseñado Ernst. Su obra, no sólo pictórica, sino también cuentos, novelas y esculturas, la reflejan. Y así, a quien Ernst apodó “la novia del viento”, siempre deberá tener un lugar en los libros de arte mexicano. Te presentamos algunas de sus mejores frases:
“La razón debe conocer la razón del corazón y todas las demás razones”.
“¿Que quién es Leonora Carrington? Una persona como cualquier otra que ha descubierto en la vida simplemente lo que ha podido. O quizá también alguien que ha sobrevivido hasta ahora con mucho cabrón trabajo, como se dice en México. Por eso tampoco me gusta que me llamen musa”.
“Me gustaría deshacerme de las ilusiones. A mí lo que me fascina es tratar de acercarme a lo real, pero no sabemos nada. Y hoy vivo entre el aburrimiento y la vergüenza de pertenecer a un género animal como el ser humano. Por eso me gustaría ser un elefante, pero salvaje, no dejarme de nadie; aunque la tortura continúa, dentro de la poca libertad que logré”.
” Para mí todo es magia”.
“Desde que nací he tratado de expresar, primero con mis dibujos de niña y después con la pintura, lo que siento”.
“No hay que poner la palabra antes de la realidad, hay que poner primero la realidad”.
“El mundo que pinto no sé si lo invento, yo creo que más bien es ese mundo el que me inventó a mi”.
“Una vez un perro le ladró a una máscara que hice, ha sido el comentario más honorable que he recibido”.
“Las mujeres han estado oprimidas, y creo que muchas no desarrollan todo el potencial que tienen porque las consideran seres inferiores. Pero eso no significa que piense que las mujeres son mejores que los hombres ni tampoco que los hombres son mejores que las mujeres. Lo que está claro es que la principal preocupación de los oprimidos es dejar de estarlo”.
“Los sueños con los años también se van, las arrugas que tenemos es la tierra que nos jala”.
“Soy ambidiestra como los locos”.
“Mi trabajo me importa porque si no lo hago, no sé qué hacer conmigo; podría ocuparme de las plantas, pero ellas se ocupan de ellas mismas”.
“No sé si sigo siendo una surrealista. El surrealismo era un movimiento en donde se usaba la imaginación para responder a la naturaleza de forma diferente a como se concibe desde el ser humano”.
“Ese endiosamiento en la mujer es puro cuento, las llaman musas, pero terminan por limpiar el escusado y hacer las camas”.
“No me gusta hablar de mi pintura o de la pintura en general porque es algo muy abstracto, muy subjetivo. No hay nada qué explicar”.
“En la vida uno debe hacer lo que le da la gana, porque la frase que comienza con ‘hubiera querido’ vale para una chingada”.
“No tuve tiempo de ser la musa de nadie… Estaba demasiado ocupada rebelándome contra mi familia y aprendiendo a ser una artista”.
“Y yo soy una mujer normal, que va al mercado y le preocupa el precio de los tomates y del pepino. De la carne no. No me gusta. También soy mamá”.
“Creo que la vida dura poco tiempo, pasa rápido”.
“Es insuficiente, al menos para mí, este tiempo de vida que tenemos, porque deja un gran vacío y no permite que se satisfaga la curiosidad y el conocimiento por muchas cosas que, pese a la edad, comienzan también a fascinarnos a los viejos”.
“No me gustaría morir de ninguna manera, pero si llego a hacerlo algún día, que sea a los 500 años de edad y por evaporación lenta”.
Aquí la historia de esta apasionada mujer que sólo vivió para dar y demostrar su amor.
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