Uno de los artistas más importantes del siglo XX, poseedor de un lenguaje único que raya entre lo inverosímil y la chamanería. Tanto su vida como su obra es una mezcla delirante de sucesos atípicos; pocas personas pueden contar historias similares. Piloto de la segunda guerra mundial, católico afiliado al partido Nazi, padre de familia, héroe de guerra condecorado dos veces con la Cruz de Hierro que, según cuenta la leyenda, en pleno combate fue derribado su avión sobre Crimea y lo rescató un grupo de Tártaros nómadas que lo envolvieron en grasa y fieltro para protegerlo del frío y así salvarle la vida. Material con el que trabajaría por muchos años y es indiscutible en su obra, principalmente en ensamblajes en los que relata las memorias de su experiencia.
Más allá de su obra conceptual, Beuys es considerado uno de los artistas más influyentes del siglo XXI por sus aportaciones a la relación del arte como experiencia de vida y la política vista a través de éste.
En 1962 funda, junto con una veintena de artistas, Fluxus, un movimiento neodadaísta que buscaba difuminar los límites del arte con la vida misma. “Pretendió acabar con la idea del arte como una práctica aislada para configurar un concepto «ampliado» del mismo, abriendo el horizonte de la creatividad más allá del ghetto del arte. El arte siempre se ha alejado de las necesidades del ser humano y se ha ocupado de innovaciones estilísticas y artísticamente inmanentes”. [1]
La obra de arte sale de la galería y convive directamente con el espectador. Los objetos cotidianos llenos de significado y uso en la experiencia propia del artista pasan a ser el objeto de arte. A diferencia de los ready-made, de Marcel Duchamp, en los que el objeto es comprado del mercado directamente, Beuys ha convivido con ellos para situarlos allí.
El arte se fusiona con la vida y a partir de ahora cualquier persona puede ser un artista. Aparecen las ‘acciones de arte’ entendidas como un grupo variado de técnicas o estilos artísticos que hacen énfasis en el acto creador del artista, en la acción como situaciones puntuales, menos elaboradas que un performance, piezas fragmentarias y con un carácter efímero como la vida misma.
Bajo esta idea, aparece el concepto de los múltiples: objetos sencillos de fácil manipulación que se convierten en vehículos físicos para la distribución de su mensaje, que sólo se entiende plenamente en función de la idea y del conocimiento del artista.
El arte se vuelve un medio social de transmisión de ideas a un público más amplio. Quien posee uno de sus múltiples se sentirá con la curiosidad de hacer su propio objeto; en muchas ocasiones estos múltiples incluían instrucciones de uso y fabricación.
Quizás el ejemplo más claro de esta idea fue la creación del traje de fieltro sin botones del cual se realizaron 100 modelos y se distribuyeron a lo largo de Europa. El objeto como tal es inservible; se trata de un traje de manufactura burda que no tiene botones y no se puede utilizar a menos que se conozca el trasfondo del mismo y la relación que tiene el fieltro para Beuys. De esta forma te conviertes en parte del ‘club’, se crea una cierta afinidad con la gente que lo posee, en palabras del artista: “Es como una antena que está en algún sitio y con la cual uno está en contacto”.
“Esta fórmula —y esta búsqueda— la practicó Joseph Beuys cuando quiso articular vitalmente lo ético, lo político y lo artístico, la intentó, también, Marcel Duchamp cuando afirmó su idea de arte como filosofía crítica, y la explotó Andy Warhol gracias a su prodigiosa habilidad para disolver todo gesto artístico en la esfera de las comunicaciones y el mercado o, en otra palabras, volver la mercancía obra de arte”. [2]
Un tema recurrente en la obra de Beuys es la mezcla de lo salvaje y lo culto, el occidente y el oriente, lo animal, lo instintivo, lo sagrado, lo social. Eurasia es un tema que le genera mucha inquietud desde su niñez y lo refleja en su obra. El tema de la fusión de ambas filosofías de vida: el occidente con su pensamiento lógico, racional y sintético contra el oriente con la intuición, el azar y el instinto como premisa para conceptualizar las cosas.
Beuys fue uno de los artistas quienes radicalmente expusieron la conexión entre arte y política. En 1967 creó el Partido Alemán de Estudiantes, cuyo fin básico era la difusión del concepto ampliado del arte influyendo su difusión y su carácter social.
En 1970, el artista funda la Organización de electores, libre plebiscito. En 1972 abre en la Documenta V de Kassel la Oficina Política Permanente de la Organización para la Democracia Directa a través del Plebiscito, plataforma que le daría mucho espacio para desarrollar sus ideas posteriores.
En 1974 presenta un performance paradigmático en la historia del arte. Si ya con su libre muerte había conmocionado al mundo, con Coyote, I like America and America likes me termina de dar un golpe mordaz al capitalismo y al american dream. Habita durante cuatro días con un coyote en una galería de Nueva York, envuelto en fieltro, interactuando con el animal ganando su confianza hasta que al final, al tercer día, se funden en un abrazo. Todo esto documentado en video como testimonio final de la actividad artística.
Los aullidos del animal representan para Beuys la violenta colisión de culturas, el punto neurálgico psicológico del sistema de las energías americanas; el trauma del conflicto americano con el nativo autóctono.
“Durante tres días Beuys hurga, ausculta, camina sobre la culpabilidad reprimida de la civilización norteamericana surgida de la matanza injustificable del indio. El indio debía ser exterminado no tanto para arrebatarle sus tierras, sino por su experiencia más amplia de la libertad. El indio vivía tan libre como el coyote o el búfalo. Por eso, oprimir o exterminar al indígena fue un despedazar la propia bandera de la libertad que la sociedad norteamericana decía representar. La angustia de esta contradicción se retuerce en el fondo oscuro del alma colectiva del país del Norte”. [3]
Finalmente, ya que la muerte lo alcanzó antes de terminar el proyecto, durante la Documenta VII de Kassel, en 1982, Beuys realiza Transformación y 7000 robles.
Colocó una enorme pila de 7 mil bloques de roca de basalto frente a la entrada del museo Fridericianum, donde se realiza la bienal de arte, sin ninguna información adicional más que una única instrucción de que las rocas sólo podrían moverse si se plantaba en su nueva ubicación una planta de roble junto a estas; hasta que los 7000 robles no estuvieran plantados, las rocas de basalto seguirían ahí, creando consciencia en la mente de autoridades y ciudadanos.
La muerte le impidió acabar con la tarea; murió un año antes de los cinco que le tomó a sus seguidores concluir con su obra final. En la actualidad los robles siguen creciendo como muestra de la fusión del arte, la vida y la escultura social que tanto caracterizaba el discurso del artista alemán.
La obra de Joseph Beuys, como la mayoría de los grandes artistas, es imposible de clasificar. Dejó ver que el arte puede convivir con muchas disciplinas tan disímiles como la filosofía, la ecología, la política, la sociología; la vida misma con el arte. Una amalgama diversa, rica y significante que hasta el día de hoy no deja de sorprender.
[1] BEUYS, Joseph, BODENMANN-RITTER Clara, Joseph Beuys: cada hombre, un artista: conversaciones en Documenta 5-1972, Editorial Visor, Madrid, 1995.
[2] VALENCIA CARDONA, Mario A., Los orígenes del arte crítico: La metáfora Rothko, En Revista de Ciencias Humanas, UTP, 2005.
[3] IERARDO, Esteban La liebre y el coyote; encuentros con lo animal y lo secreto en la obra de Joseph Beuys, en Temakel, 2005.