Estas obras asemejan vistas microscópicas de un mundo paralelo completamente vivo, no sólo en sus formas muy propias, sino en la calidez y armonía de colores.
Ha tomado las formas más elementales del caldo primigenio, todo en una sola mezcla. Esperando con fervor, el ansia de vivir.
Estas acuarelas rememoran conchas, moluscos, esponjas, células vegetales (el modelo que todos aprendemos en la educación básica). A diferencia de esto, Sofía nos envía a otro ecosistema donde abunda el agua, y ésta es matizada por el sol de un atardecer o de un día nublado haciendo que los especímenes se vistan de colores cálidos recordándonos el mundo fungi con sus sombreros redondeados, un himeneo danzante y esporas flotantes.
En este caso la elección de la acuarela ha sido acertada, pues sus cualidades técnicas permiten manchas reales y su fluidez es inmejorablemente bella.
Sofía Ortiz se graduó con honores de la Universidad de Yale, en 2011 recibió el premio Yale-Ethel Child Walker Thesis Award por la mejor tesis de la carrera de Arte. Cuenta con 5 exposiciones en el D.F, México y 2 en New Haven, EEUU.
Este proyecto surge por un marcado interés en los procesos naturales de los seres vivos. Durante la licenciatura comenzó a dibujar cuerpos y órganos humanos en el laboratorio de anatomía y al mismo tiempo trabajó en un laboratorio de restauración de cuadros. En ambas prácticas estudiaba la estructura de manera visual.
Le interesa sobre todo el paralelismo entre una evolución orgánica y una creativa donde la obra se auto-configura sin un diseño a priori. Después de la carrera continuó trabajando en el dibujo de colecciones de especímenes orgánicos.
“Actualmente, intento empacar mi departamento, acabar obra que debo, cobrar pagos que me deben, ir al dentista, sacar mi visa, sacar mi IFE, sacar un seguro, darme de alta en hacienda, leer sobre Mao, y terminar la producción de un exposición en la galería donde trabajo. Me voy en octubre seis meses a China a realizar una residencia con
Swatch Art Peace Hotel, Shanghai. “
Web: Sofía Ortiz