Con un corazón lleno de lágrimas e inseguridades, la pintora Margaret Doris Hawkins se dedicó a crear imágenes con una singularidad que hasta la fecha no se ha repetido. Sus cuadros tienen rasgos característicos que en la década de los 70 se transformaron en objetos de culto. Margaret pinta a niños con los ojos al doble del tamaño habitual, por eso son calificados como big eyes. La historia detrás de los enormes ojos es desgarradora.
Para un antiguo pensador griego, existen diferentes tipos de temperamentos que conducen la vida de los humanos. Están las personas sanguíneas, clasificadas como inestables y cambiantes, por otro lado están los seres con temperamento melancólico, quienes se identifican por ser tristes y reflexivos. La gente que tiene un carácter flemático está llena de inseguridades y miedo, siendo los que más sufren debido a que su condición es la más débil para enfrentar al mundo.
En este silencio obligado se encuentran almas que tienen que sufrir una serie de adversidades antes de armarse de valor y enfrentar aquello que poco a poco los está matando. Será que las personas con el mejor corazón son las que tienen que sacrificarse por los demás, despojándose de la felicidad propia, igual que Margaret.
Esta pintora nació en Tenesee y desde temprana edad manifestó una gran afición por el dibujo. Estudió Artes en su ciudad natal y culminó sus estudios en Nueva York. Durante su estadía en la ciudad de los grandes rascacielos conoció a su primer esposo, Frank Ulbrich. Todo parecía ir muy bien y tuvieron a una pequeña niña a la que llamaron Jane.
A los dos años de matrimonio, todo cambió súbitamente. El carácter dudoso de Margaret ocasionó muchos problemas dentro del matrimonio y no hubo más remedio que terminar con esa desgastada unión y buscar un mejor lugar. Así, la pintora de los retratos big eyes tomó sus maletas y se marchó con su hija a San Francisco.
Su nueva vida no fue fácil y el espíritu materno de Margaret la motivó a buscar la manera de vender su obra. Un día, en el mercado de arte al aire libre, la artista encontró al “hombre de su vida”. Él era Walter Keane, un supuesto pintor que había estudiado en las escuelas de arte más destacadas de Europa. La pareja se casó en 1955 en Hawaii y durante un tiempo todo marchó bien para Margaret, pues creía haber encontrado la verdadera felicidad.
Como una maldición, nuevamente su matrimonio comenzó a cambiar, esta vez multiplicando los horrores de se experiencia pasada. El primer golpe para Margaret fue descubrir que Walter no tenía ninguna habilidad artística y era obvio que no había estudiado Arte en Europa o en algún otro lugar. Walter había plagiado un par de obras con las que había conquistado el corazón de la inocente artista de Tennessee.
Aún así, Margaret decidió seguir a su lado. Su blando temperamento volvió a dominarla y una vez más calló todo lo que sentía. Walter, tomando consciencia de su carácter, le propuso que él saldría a las calles a vender sus retratos mientras ella experimentaba con su estilo y acrecentaba su catálogo. Ella aceptó, por supuesto, sin pensarlo dos veces.
Como era de esperarse de un farsante, Walter comenzó a distribuir las pinturas “big eyes” en clubes nocturnos y galerías. La más grande infamia es que él se hacía pasar como el autor de las obras. Las pinturas comenzaron a ganar popularidad y de pronto, todo Hawaii hablaba de Margaret, pero sin decir su nombre. Ella, que incluso fue obligada a estar encerrada en su estudio pintando por más de 16 horas al día, no se enteró de la farsa que estaba realizando su esposo.
Un noche, la pareja salió a un bar a celebrar otra “venta” más de Walter, cuando una persona se les acercó e hizo un comentario sobre lo bien que pintaba el esposo los retratos de los niños con grandes ojos. Margaret confrontó al ser mentiroso, quien admitió todo, pero logró persuadirla para seguir con el “leve” engaño, porque según él, era la única forma en la que se venderían los cuadros. Margaret, sin medios para sostener económicamente a su hija, aceptó el acuerdo.
Lo que continuó fue el sufrimiento de una artista que por su falta de fortaleza en el espíritu, no pudo darle fin a una vida que poco a poco la encaminaba a la destrucción. Ella permitió que aquel hombre se llenara de gloria a costa de una mentira. Los big eyes conquistaron al público y se comenzaron a reproducirse de forma masiva a través calendarios, pósters y en el estampado de distintos productos comerciales.
Después de 10 años de tortura, Margaret por fin decidió separarse de Walter. Se retiró a Hawaii, donde se casó por tercera vez, y se volvió testigo de Jehová. Durante muchos años siguió enviándole pinturas en secreto a Walter, siguiendo presa de su débil carácter, hasta que un día decidió armarse de valor y enfrentar al hombre que la manipuló y destruyó su dignidad con mentiras y chantajes. Por fin reveló el fraude en una entrevista radiofónica en 1970.
La fraudulenta historia de estos niños de ojos tristes conmovió al cineasta Tim Burton, quien encargó a Margaret un retrato de él junto con su esposa e hijo, pues desde pequeño fue fanático de su trabajo. Más tarde decidió retratar su historia en la cinta Big Eyes (2014), en la que Margaret es interpretada por Amy Adams y Cristopher Waltz da vida a Walter.
https://www.youtube.com/watch?v=EE07Fy6hAPw
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Si en algún punto te identificaste con el dolor de Margaret, no dejes que nadie destruya tus sueños y conoce los hábitos que deben tener las mujeres con alta autoestima.
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