Todo comenzó en las redes sociales –como siempre– y la falta de información con la que suele jugarse en la red. A principios de 2001 comenzó a circular la imagen de un hombre asiático en lo que aparentaba ser la mesa de un restaurante mientras comía un pequeño cuerpo humano; dicha fotografía anunciaba la decadencia humana (una vez más) asegurando que en China el platillo de moda consistía en fetos.
Mucha gente lo creyó y se compartió la publicación miles de veces como si fuera una degenerada y contundente verdad; aunque el canibalismo no sea del todo una mentira, este rumor sobrepasó los límites al grado de propiciar investigaciones que involucraron al FBI, la CIA y el Scotland Yard. Lo único que pudieron encontrar: las fotos son parte del registro de un performance llamado “Eating People” a cargo del artista Zhu Yu, el cual participó en un festival de arte del año 2000 con esta producción.
No por esto disminuyó la controversia; cuando se encontró el origen de las imágenes, Zhu fue rígidamente cuestionado y lo que él contestaba a los planteamientos escandalizados de la sociedad mundial tampoco suavizó a las masas. El interés del artista por retratar el acto de comer a otros en un sentido figurado o fantástico, finalmente tomó forma en su trabajo, guiándolo por una acción que experimentaba con los niveles de prohibición que existen en el mundo en cuanto a este tipo de ingesta.
Zhu dice nunca haber encontrado un mandamiento o ley (ni en la religión ni en la política) que no le permitiera comer carne humana y así fue como decidió, en el intersticio de lo moral y lo legislativo, basar su acción en múltiples reflexiones de lo hipócritamente caníbal.
A pesar de que incluso después hubo intentos por decir que el performance fue falso y que las piezas de carne consistían en una especie de pollo moldeado, Yu admitió que el feto fue robado de una escuela de medicina y que, aún sufriendo de asco y vómitos durante la realización, no hubo ningún otro fin en sus actos mas que el arte.
El trabajo de Zhu Yu se ha basado centralmente en la anatomía del cuerpo mutilado, en su descomposición y concretud para generar una crítica en cuanto a los procesos deshumanizados en que el hombre y el animal son expuestos. Sus acciones han sido tan reales como lo parecen y el sentido de su trabajo ninguno más que el de la reflexión estética; si su obra es buena no, cada quien tendrá que decidirlo.
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