¿Qué ves en esta pintura?
Todo el cuadro cuenta con una atmósfera lúgubre. El espacio donde se sitúan los personajes parece ser el fondo de una gran caverna, como si este grupo de personas hubieran descendido a las entrañas del mundo. Todo es oscuro y sin esperanza. No hay luz, no hay vida. Sólo estos hombres que se rejuntan temerosos de algo más grande que ellos. Pareciera que caminaban en espiral hacia abajo, cuando de pronto algo se les apareció. Su reacción fue la de contraerse y juntarse, como para protegerse de algo demoníaco.
¿Identificaste el rostro de la persona que está a la derecha en primer plano? Sus ojos se dirigen hacia arriba, eso confirma la existencia de algo superior a ellos. La boca abierta es la reacción automática del semblante cuando algo horripilante llegó de golpe. Así está este personaje, lleno de pánico, asombro y horror. Las otras personas sufren de las mismas emociones y otras tantas. Algunos reflejan incertidumbre, otros miedo, dolor y resignación.
A partir de aquí todas las pinturas pertenecen a Lita Cabellut
Su autor fue Francisco de Goya. Lo que realmente quiso decir no lo sabemos. Pero si se le ve a la distancia, todo parece un horripilante caos de emociones en un mal momento. Yo siento incomodidad, como si su dolor atravesara el marco y me lo compartiera. Como si fuera tan intenso lo que siente, que se desborda del cuadro hasta donde estoy. Entonces me siento mal, me vuelve gris como ellos y tengo que cerrar los ojos para encontrar luz en la oscuridad.
Así como nosotros, hubo hace un tiempo una niña que se posó frente al cuadro en el museo del Museo del Prado de Madrid. Lo miró fijamente y se perdió en la incertidumbre de una boca abierta por un horripilante ser. Lita Cabellut, con tan sólo 12 años, entendió a qué le temían los personajes de este cuadro. Lo hizo porque ella también lo miró de frente. A diferencia de ellos, Lita estaba sola. Siempre lo estuvo y también ella abrió los ojos y los desorbitó por el miedo.
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Cuando vio la pintura se vio reflejada a sí misma. Vio su decadencia y toda la oscuridad que la rodeaba. Entonces llegó el momento más importante de su vida. Era el tiempo de tomar una decisión: seguir clavada a ese oscuro retrato o salirse del marco para comenzar a iluminar su vida. Se dice fácil, pero cuando uno está paralizado por el miedo, todo tiene un aroma siniestro que es difícil de superar.
Lita Cabellut nació en España en 1961. Su madre tenía un prostíbulo en la ciudad de Aragón, así que ella pasó sus primeros años con sus abuelos. Ellos, cansados de la vida, no le daban atención. La niña creció en la calle, haciendo lo que sus escasos años le aconsejaban. Cuando ellos murieron, Lita quedó prácticamente abandonada a su suerte.
Cabellut no fue a la escuela. Su más grande anhelo era ser bailarina y otros deseos infantiles como volar, comer y jugar con otros niños. Su madre la abandonó y a los 10 años cayó en un oscuro y lúgubre orfanato. Fue aquí cuando conoció lo horrible del mundo. Lloró de dolor, de miedo, de todo lo que puede sentir un niña de su edad al estar completamente sola en el mundo.
Así pasó varios años, inmóvil en las sombras. Su corazón se fue marchitando poco a poco. La esperanza se le fue de las manos, junto con su deseo por vivir. Era un alma resquebrajándose, sólo faltaba un último soplo para disiparla en la oscuridad. De pronto algo ocurrió. Cuando tenía 13 años fue adoptada por una “hermosa familia catalana”.
Ella agradeció su compañía, pero el dolor ya era muy profundo y nada podía ahuyentarlo. Todo cambió cuando su nueva familia la llevó al Museo del Prado de Madrid y vio “Romería de San Isidro”, aquel inquietante cuadro de Francisco de Goya. Fue en este momento cuando sufrió una sacudida como terremoto y le llegó a su cabeza la pregunta: ¿Es momento de vivir?
“Esta pintura describe la locura, la esperanza, los momentos terribles que el ser humano puede atravesar cuando pierde su seguridad. Para mí, cuando vi esta pintura por primera vez sentí la complicidad de ser un testigo”.
Goya le salvó la vida. La motivó para salirse del cuarto oscuro, quitarse la corona de espinas, los clavos de la mano y bajar de la cruz de mártir para comenzar a vivir. Desde entonces el arte es su motor de vida y para mantener la luz encendida comenzó a pintar. Crear una obra artística con sus propias manos era lo que alimentaba su espíritu. Ahora era su turno de imponerse al miedo y destruirlo de una pincelada.
“Había pintado una serie impactante sobre la prostitución infantil y mi galerista dijo: ‘No, Lita, no se puede hacer esto. La gente no quiere este tipo de pintura. Pinta más ángeles, los ángeles se venden tan bien… Y dije ‘no’ y perdí mi galería”.Un artista tiene que seguir su trayectoria. Así que hoy podrían ser ángeles y mañana demonios y fantasmas. Si no sigues tu desarrollo artístico, se convierte en un desarrollo económico, y eso es muy peligroso”, dijo Lita.
En la actualidad, Cabellut es conocida por sus retratos, que incluyen pinturas de personajes famosos como Coco Chanel y Charlie Chaplin, y por sujetos anónimos que algunos podrían considerar feos.”No veo gente fea”, dice Cabellut. “Pinto diferentes personas. Puedo pintar personas en las que es necesario encontrar la belleza real detrás de la piel. Tengo una debilidad por los desvalidos y una parte de mí siempre permanecerán con ellos. Lo que me impulsa es el retrato del ser humano, de ti, de mí, de nosotros”.Ella es Lita Cabellut, la artista que durmió en las calles de pequeña y hoy vende sus pinturas en millones de dólares. Vio la oscuridad durante toda su infancia y al verse reflejada en una pintura de Goya, se decidió a sacudirse todo lo malo. Hoy es la artista española más exitosa de todo el país.
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