“Sólo lo que es intenso es bello”.
Antonio Saura
El rostro humano puede ser considerado como la ventana de las emociones, a través de él nos encontrarnos con ese mar de sentimientos que rompe sus olas frente a las costas de nuestra personalidad.
Mucho artistas tienen una fuerte fijación por los detalles de zonas específicas del cuerpo a la hora de retratarla en una pintura, ya que en ellas buscan expresar de manera profunda las delicadas sensaciones que evoca en ellos la realidad que están viviendo.
Antonio Saura, escritor y pintor nacido en Huesca, España, no queda al margen de esta dinámica, cada una de sus obras expresan el inefable murmullo de su sufrimiento y disonancia social frente al liderazgo de los magnates políticos y militares, de una España que vive una cruda guerra civil a finales del siglo XX. Por tal motivo es considerado como uno de los artistas más influyentes del arte abstracto.
Los colores oscuros y sombríos de sus pinturas cumplen, de manera precisa y sofisticada, la tarea de evocar en el espectador el máximo grado de desconcierto y confusión al momento de interpretar cada obra. Rabia incontenida, llantos que se ahogan en la miseria, la manipulación afectiva como repuesta a las disonancias sociales, desconcierto frente a los actos de rebeldía y anarquía y un moderado sentimiento de arrebato frente a la realidad de un pueblo que es violado de manera atroz en el fondo de su inocencia.
Trazos que se pierden entre perturbados sentimientos y sensaciones que se ahogan en el sufrimiento humano, son el detonante clave al momento de darle un sentido diferente a los rostros plasmados por el artista, que transmiten un aura de descontento contra la iniquidad humana.
La guerra, la desesperación, el sufrimiento, la burla y la poca aceptación de un pueblo que con el paso de la historia busca dejar en la memoria el grave paso de una herida incrustada en el fondo del alma, son algunos ejemplos de lo que podemos encontrar en los lienzos que gritan a través de la pintura que se ha secado, igual que la memoria.
Hay quienes encuentran la manera de expresarse a través de las letras que sangran en relatos o poemas; otros tantos danzan la pasión que calcina cada latido, otros tantos exorcizan cuerdas musicales y muchos otros utilizan la pintura para dar cabida a los silenciosos delirios que se pierden entre el resplandor del paso del tiempo, de la continuidad de la memoria y de la fría y estrecha brecha que separa la memoria del olvido, justo como Antonio Saura hizo.
Los movimientos, la lucha y la discriminación social como inspiración en el arte siempre nos darán una esperanza para cambiar aquello que nos han dicho que no tiene remedio.