El explorador A.P. Kazantsev descubrió unas misteriosas estatuillas fabricadas con arcilla en la Región Tohoku, de la isla Honshu, Japón. Fueron hechas por el pueblo llamado Jomon en el año 7 000 A.C aproximadamente. Como suele ocurrir con el arte antiguo que representa formas extrañas o que sugiere cierto aspecto humanoide, los aficionados o estudiosos del fenómeno OVNI no han dudado en asociar estas figurillas con extraterrestres, es decir, que serían la representación de seres venidos de otros planetas con quienes los Jomon tuvieron contacto en algún momento.
La realidad es que se trata de figuras que representan deidades femeninas simulando en su mayoría embarazos, lo que ha llevado a expertos arqueólogos a concluir que son representaciones de diosas de la fertilidad, “diosas madres” para los Jomon. La curiosa forma de los ojos (más grandes de lo normal), una especie de gafas en ellos, mas los cuerpos compactos han llevado a ver en estas piezas representaciones alienígenas.
Otros rasgos fundamentales de las figuras Dogu (do = tierra, gū = muñeco) son los dibujos en su cuerpo, lo que ha llevado a la teoría de que los tatuajes o escarificaciones formaban parte de la cultura Jomon, la cual se caracterizó por haber manejado la arcilla con gran habilidad para después convertirla en cerámica. Para otros teóricos de la conspiración, los dibujos son en realidad parte del diseño de un traje espacial con el que estos seres llegaron a la Tierra.
Uno de los autores que sostienen dicha idea como una verdad absoluta es Vaughn Greene, quien escribió Astronauts of Ancient Japan, al afirmar que los botones que aparecen en los pechos de las figurillas Dogu están colocados en la misma posición de un traje espacial convencional usado por los astronautas de la NASA. Sin embargo, nada de ello pertenece a la realidad ni se ha podido demostrar que las figurillas representen a seres de un planeta ajeno.
Aparte de ser una representación de la fertilidad, se cree que las estatuillas Dogu eran capaces de ser receptoras de enfermedades: una persona rezaría para que ella o un familiar suyo se librara de un mal físico y tal vez emocional y pasara a la figura. Si esto es cierto, los objetos en cuestión serían una especie de remedio chamánico que usaba la magia para darle a su dueño bienestar. Han sido halladas figuras a las que les faltaba una parte del cuerpo y se piensa que esto se debe a que la persona amputaba aquella parte del cuerpo donde tenía una dolencia que deseaba erradicar de sí misma (algo así como un muñeco vudú de sanación).
Sin embargo, también existe la teoría de que los Dogu no fueran más que juguetes, imágenes religiosas o simples objetos de adorno, según las teorías de Shirai Mitsutarō, miembro fundador de la Sociedad Antropológica de Tokio. Algunas también fueron halladas en sepulcros, lo que reforzaría la idea acerca de su uso como representaciones de deidades de la fertilidad y la idea del renacimiento al acompañar a un muerto en su trayecto por el Más Allá.
Rafael Abad, Profesor del Grado de Estudios del Asia Oriental de la Universidad de Sevilla y especialista en Historia y Arqueología del archipiélago japonés, menciona en su extraordinario artículo titulado Dogū, la representación antropomorfa en el Japón Jōmon: «Debido a su naturaleza eminentemente visual, los dogū, junto a la cerámica del mismo período, constituyen uno de los elementos materiales más atractivos de la cultura prehistórica de Japón, y sus rasgos formales ha motivado la aparición de apelativos populares, como “dogū con forma de buho” o “dogū con forma de montaña”, que han sido incorporados al lenguaje arqueológico en diferentes épocas».
Aparte del trabajo en arcilla, los Jomon fueron expertos cazadores y agricultores, y vivían en casas pequeñas hechas de madera y paja, además fueron una de las primeras sociedades establecidas en lo que actualmente es Japón de las cuales se tiene muestras de su arte. Las figurillas Dogu no se parecen a nada que se haya visto antes o después en la arqueología japonesa. No se han hallado otras muestras anteriores que les hayan servido de influencia a los artistas Jomon en otros rincones del Japón, de ahí su carácter de fascinación y misterio que las ha perseguido desde su descubrimiento.
Toda la historia del arte está llena de misterios y significados ocultos que los artistas se encargaron de ponerlos de manera deliberada en algunas de sus obras o que el mismo paso del tiempo le ha adjudicado de manera errónea. Estas estatuillas que acabamos de ver podrían ser uno de esos enigmas con una explicación lógica pero que ha tomado una imagen de amplio misterio convirtiendo a sus personajes en las mujeres más enigmáticas en la historia del arte.