¿Qué revelan esas imágenes de un mar agitado que amenaza con envolvernos en su espuma? La estampa de “La gran ola de Kanagawa” es muestra de la simpleza de la estética japonesa y de una filosofía relacionada al budismo zen. Cuando miramos las obras del “mundo flotante” de Katsushika Hokusai, es inevitable que, sin saber su procedencia, descifremos una estética oriental que nos seduce al retorno a la naturaleza. Hokusai nos envuelve con su mirada, es el hombre que “dibujó todo, desde las larvas hasta el sol”, como diría José Juan Tablada, primer divulgador de la obra de Hokusai en México.
Artista de la escuela de “pinturas del mundo flotante”, Hokusai aseguró la fama de sus obras en Japón y el extranjero al mostrar un trabajo monumental de recursos expresivos e inigualable belleza, que le situó al lado de los impresionistas europeos como Van Gogh, Monet, Toulouse o Degas. Sus obras más representativas son: ‘La gran ola de Kanagawa’, ‘El monte Fuji rojo’, ‘El sueño de la esposa del pescador’ y ‘El fantasma de Kohada Koheji’.
Hokusai. El sueño de la esposa del pescador
Una imagen nos revela contextos y significados. Según se la quiera ver, la obra de Hokusai está plagada de significados de la filosofía zen y de su propio contexto. Su obra, plasmada en una serie de tarjetas, surimonos, libros ilustrados de poemas y bocetos, retrató al Japón de su época. Las imágenes del mundo flotante de Hokusai, muestran una realidad para los habitantes de Japón: saberse una isla amenazada con ser devorada por el mar, como ocurrió con el tsunami de 2011.
Situada en el siglo XVIII, su producción de estampas refleja la importante relación de los japoneses con el mar. Las culturas de las islas, dígase las polinesias, las orientales o las del Caribe, han reflejado una fuerte relación con los elementos marinos. En este caso, para los japoneses, el mar es la representación de una fuerza natural que puede ser tan refrescante como amenazadora y cíclica.
Para la filosofía zen, el universo es un equilibrio entre el bien y el mal, el ying y el yang, la luz y la oscuridad, esas fuerzas contrapuestas que revelan la lucha en la naturaleza y en el espíritu humano por la supervivencia. De la misma manera e integrada a sus imágenes, Hokusai dibuja la armonía del universo que no debemos romper. Las proporciones y las líneas de sus dibujos sitúan la perspectiva justo en un plano humano y terrenal, del mismo modo que captura el momento de movilidad y el flujo del universo.
Elaboradas con finos pinceles sobre delicado papel de seda y bajo tonalidades sobrias, estas pinturas no sólo son una obra estética desde el punto de vista del espectador, sino que el mismo proceso de elaboración se asemeja a un ritual. Sabemos que para los japoneses, el estilo de vida es simple y sencillo, tanto que para Occidente ha sido complejo comprenderlo. Con una simpleza en su vestido, comida, habitación, los japoneses ponen el acento en una estética que busca más que impresionar, proyectar una integración con la naturaleza.
En la estampa de “La gran ola” se alcanza a vislumbrar al fondo el Monte Fiji, montaña sagrada que se identifica como símbolo de la identidad de Japón. A pesar de lo agitado de las olas, el cielo se mantiene iluminado y sereno. No llueve ni hay tormenta, reflejo de que, como en la filosofía zen: debe mantenerse la calma a pesar de la tormenta.
A su vez, sus imágenes de paisajes, muestran a pobladores con el sombrero típico de los campesinos y sembradores en los campos de arroz de Japón, habitando entre las montañas. Las montañas de Japón son para la filosofía taoísta concebidas bajo una noción de fuerza y omnipotencia: la imponente naturaleza frente a la cual el hombre se sitúa. En las estampas de Hokusai, las montañas son delineadas con la misma sutil delicadeza de quien pinta lo efímero de las olas. Como una ola más, las montañas se levantan, lejanas e imponentes, para recordarnos lo pequeño y frágil que somos ante la naturaleza.
El arte de sus pinturas habla por sí solo, sus obras nos transmiten la serenidad y simpleza de un hombre que tuvo a bien, retratar la naturaleza de su país como una obra de monumental belleza.
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Referencia:
La mariposa y el Tsunami. Me llamo Hokusai
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