Vengo de un lugar donde casi todo tinte fraudulento, incluso las cosas que dicen ser verdad. De ahí entiendo los diferentes grados de mentira en la que vive la gente. Hay quienes intentan ocultar el sol con su dedo índice. Ellos viven en la desgracia y con la piel carcomida por la ingenuidad. Hay otros que se vuelven esclavos de una promesa y agotan sus fuerzas en un trabajo de escoria. Su desgaste es tal que la tierra prometida llega con la muerte. Las peores personas son las que van a las librerías, se paran frente a los abarrotados estantes de ‘autoayuda’ e invierten todo su dinero discursos fútiles y absurdos. Aquellas personas, además de vivir con los bolsillo y estómagos vacíos, envenenan la mente de sus allegados por esparcir la idea que la felicidad existe.
Existe, pero no al grado que todos esos embusteros lo plantean. La felicidad es pasajera. Así como llega, se va y no es una obligación salir corriendo a retenerla. Por si fuera poco, los autores de autoayuda la plantean como un estado necesario, supremo y perpetuo. Al implementar estas ideas en la mente de los lectores los condena, paradójicamente, a ser infelices por siempre. ¿Por qué?
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La felicidad es como un helado. Mientras se come provoca un enorme placer, pero en algún punto llega a su fin. La literatura fatídica diría que se compraría el bote más grande para comerlo todo el día. Si eso se hiciera, al cabo de unos cuantos días la persona acabaría la dicha sería suplantada por algún problema físico y el placer de comerlo se transformaría en repudio. La propuesta verdadera, la que promueve Schopenhauer, es que en la ausencia del postre es donde se encuentra la tranquilidad.
En su libro “El arte de ser feliz” dice que debemos aceptar el dolor como estado continuo. Este pesimismo conduce a la felicidad porque al amar la vida como se rechazan las falsas ilusiones, y cuando en verdad llegue un momento de plenitud, se alabará más que cualquier otra cosa por ser efímero y mágico. De su obra se rescatan 40 de sus 50 puntos, para comenzar a ser felices sin mentiras.
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1. Todos venimos al mundo llenos de aspiraciones a la felicidad y al goce. Conservamos la insensata esperanza de realizarlas, hasta que el destino nos atrapa y muestra finalmente que nada es nuestro. La experiencia nos enseña que la felicidad es pura quimera, mientras sólo cabe escapar del dolor. ¿Por qué habría de ser necio procurar el placer del presente como lo único seguro?
2. Evitar la envidia. Sabemos cuán cruel e implacable es la envidia, mas nos esforzamos sin cesar en suscitarla en los demás. ¿Por qué?
3. Al lado del carácter inteligible y del empírico, el mejor es el carácter adquirido, al que sólo se consigue en la vida a través del ejercicio en el mundo, y del cual se habla cuando se elogia a alguien como hombre con carácter o cuando se critica a alguien por su falta de él.
4. Contén tus pretensiones en los límites de lo que posees.
5. La medida del dolor o de su ausencia, está en nuestro interior y no en las circunstancias externas. De modo que evitar ilusiones o comparaciones injustificadas prepara tu ánimo para entender el conjunto de tu vida con ecuanimidad inalterable.
6. Hacer con buena voluntad lo que se puede y tener la voluntad de soportar el sufrimiento inevitable.
7. Reflexionar a fondo sobre una cosa antes de emprenderla y una vez llevada a cabo no angustiarse con los resultados, sino desprenderse plenamente del asunto.
8. Limitar el propio ámbito de acción: así se da menos oportunidad de ataque al infortunio; la limitación nos hace feliz.
9. “El prudente no aspira al placer, sino a la ausencia del dolor”. Aristóteles.
10. Sométete a la razón si quieres someterlo todo.
11. Una vez que un infortunio se ha producido y no se puede remediar, no permitirse pensar que pudiera ser de otra manera. Eso sólo carcome la razón.
12. Nada será tan provechoso como comportarse de manera no llamativa y hablar muy poco con los demás, pero mucho consigo mismo.
13. Cuando estemos alegres, no debemos pedirnos permiso para ello con la pregunta de si tenemos motivo para estarlo.
14. Se podría decir que buena parte de la sabiduría de la vida se basa en la justa proporción entre la atención que prestamos en parte al presente y en parte al futuro. Muchos viven demasiado en el presente y son imprudentes, otros demasiado en el futuro (los miedosos y preocupados).
15. La sabiduría de la vida se basa en una justa proporción entre la atención que prestamos al presente y al futuro, para que la una no pueda estropear a la otra.
16. El sufrimiento y el dolor es más real que la felicidad y el placer. Si aprendemos de su enseñanza, dejamos de perseguir la felicidad y el placer y sólo procuramos evitar en lo posible el dolor y el sufrimiento.
17. Puesto que la felicidad y todo placer son de carácter negativo, mientras que el dolor es positivo, resulta que la vida no tiene la función de ser disfrutada, sino que nos es infligida, hemos de padecerla.
18. En todas las cosas que afectan a nuestro bienestar y malestar, nuestras esperanzas y temores, hay que poner riendas a la fantasía.
19. No hay que entregarse a grandes júbilos ni a grandes lamentos ante ningún suceso, porque la variabilidad de todas las cosas puede modificarlo por completo en cualquier momento. En cambio, disfrutar en todo momento del presente lo más alegremente posible, ésa es la sabiduría de vida.
20. El emprender algo o incluso sólo aprender algo es necesario para la felicidad del ser humano. Por eso, durante largos viajes de recreo, uno se siente a veces muy infeliz.
21. Debemos poder abstraer, debemos pensar, arreglar, disfrutar, sufrir cada cosa en su momento, sin preocuparnos de todo los demás; tener, por así decirlo, cajones para nuestros pensamientos, donde abrimos uno y cerramos todos los demás.
22: Vivir feliz sólo puede significar vivir lo menos infeliz posible.
23. En la vida ocurre como en el ajedrez: en ambos hacemos un plan, pero éste queda del todo condicionado por lo que en el ajedrez hará el contrario y, en la vida, el destino.
24. Lo que nos hace tan desgraciados es la persecución de la felicidad a partir de la firme presunción de que debería ser posible encontrarla en la vida.
25. Debemos ver lo que poseemos como lo estaríamos mirando si alguien nos lo quitara; sea propiedad, salud, amigos, amantes, esposa e hijos, la mayoría de las veces sólo sentimos su valor después de haberlos perdido.
26. La actividad de emprender o aprender algo es necesaria para la felicidad del ser humano.
27. Al menos nueve décimas partes de nuestra felicidad se basan exclusivamente en la salud.
28. Debemos llegar a dominar la impresión de lo intuitivo y actual, que nos resulta desproporcionadamente fuerte frente a lo puramente pensado y sabido, no por su materia y contenido, sino porque su inmediatez altera nuestro ánimo y tranquilidad.
29. Cuando analizamos nuestra vida y nuestros errores podemos excedernos fácilmente en los reproches contra nosotros mismos.
30. Lo que más frecuentemente y casi forzosamente descuidamos y dejamos de tener en cuenta en nuestros planes de vida son las transformaciones que el tiempo opera en nosotros mismos.
31. Para bien y para mal es mucho menos importante lo que le sucede a uno en la vida que la manera en que lo experimentamos. Para la felicidad de nuestra existencia, el estado y la condición de la consciencia es absolutamente lo principal.
32. Debido al poder secreto que preside los sucesos más azarosos de nuestra vida, deberíamos acostumbrarnos a considerar todo acontecimiento como necesario, un fatalismo que resulta tranquilizante.
33. En lugar de especular sobre las posibilidades favorables, inventando cien esperanzas ilusas, todas preñadas de decepción si son incumplidas, deberíamos centrarnos en todas las posibilidades adversas. Eso nos llevaría a tomar precauciones.
34. Una de las insensateces mayores y más frecuentes es hacer amplios preparativos para la vida, no importa de qué tipo sean. La vida vista desde el principio parece infinita, o cuando se mira atrás, desde el final del camino, parece extremadamente breve.
35. Aquél que fue ricamente dotado por la naturaleza no necesita obtener del exterior nada más que la libertad del ocio para poder disfrutar de su riqueza interior. Únicamente lo interior, la consciencia y su estado son el yo y sólo en él se halla nuestro bienestar y malestar.
36. La mayor fortuna está en la personalidad.
37. Como Aristóteles define: la vida filosófica es la más feliz.
38. Entre lo que uno tiene, los amigos ocupan un lugar principal. Mas esta posesión tiene la particularidad de que el poseedor tiene que ser en la misma medida propiedad del otro.
39. Una existencia feliz sería aquella que objetivamente, según una reflexión fría y madura, fuera decididamente preferible al no ser.
40. Toda realidad, es decir, todo presente colmado, consiste en dos mitades, el objeto y el sujeto, en una combinación tan necesaria y esencial como la del oxígeno y del hidrógeno en el agua.
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El sentido trágico al final brinda más felicidad. Cuando se acepta que todo está perdido, se tiene la oportunidad de empezar de cero otra vez y encaminar la existencia hacia algo mejor. En cambio anhelar un estado absoluto y perfecto, sólo ocasiona frustración, angustia y muerte. Los libros de autoyuda son una mentira y en lugar de creerles deberías leer los libros existencialistas para entender que la vida no tiene sentido