«Quiero morir,
es necesario desaparecer
cuando no se está hecho para vivir.
Cuando no se puede respirar
ni desplegar las alas».
—Nahui Ollin
¿Se puede tenerlo todo y al mismo tiempo, ser profundamente infeliz? ¿Qué clase de condena están pagando quienes tienen una vida afortunada y maravillosa pero se sienten totalmente desdichados? ¿Qué espacio queda por llenar cuando la belleza, el dinero, el amor, la inteligencia y el talento existen en grandes cantidades?
Nahui Olin es el caso arquetípico que nos demuestra que a veces, “todo” no es suficiente.
¿Quién fue Nahui Olin?
Faltaban 6 años para el comienzo del siglo XX cuando, en una colonia acomodada de Tacubaya, nació María del Carmen Mondragón Valseca, una niña hermosa con enormes ojos verdes y rizados cabellos dorados. Su niñez fue afortunada. Su padre fue Manuel Mondragón, un importante militar mexicano que tuvo un papel trascendental en la Decena Trágica. Debido al cargo del padre, la familia Mondragón viajó a Paris. Carmen era aún pequeña y la matricularon en el país europeo para cursar la primaria.
A su regreso a México asombró a todos por su aguda intuición y por sus conocimientos sobre arte y ciencia. Desde entonces sentía una enorme fascinación por la pintura. Carmen nunca fue una joven común. Era una persona cuya intensidad de emociones la desbordaban por completo… Tenía una sensibilidad excepcional para su desgracia.
Cuando tuvo más edad, se casó con Manuel Rodríguez Lozano, un joven pintor y muralista. Esta relación resultaría extraña por diversas razones; entre ellas, porque los temperamentos de ambos eran completamente distintos y además, mucho se decía sobre la supuesta homosexualidad de Lozano.
Luego de un tiempo de casados, ambos se mudaron a París. Ahí conocieron a Pablo Picasso, Georges Braque y Henri Matisse. Estos encuentros influirían fuertemente en la vida creativa de la rubia pintora y escritora.
En la década de los 20, la vida bohemia se encontraba en todo su esplendor; pintores, escritores, escultores, cineastas se reunían en grandes tertulias en el centro de la Ciudad de México, fue justo en una de esas fiestas donde ella y el Dr. Atl se conocieron. Es en este punto donde toda su vida da un giro y la obra artística de los dos toma otras dimensiones. Fue justamente él quien convenció a Carmen de “cambiar su nombre” por Nahui Olin, nombre azteca que hace alusión a los cambios y ciclos.
La relación intensa que Carmen llevaba con el pintor, se convertía por momentos en enfermiza. Una noche, según lo narró él, ella se subió subrepticiamente sobre su cuerpo y le apuntó con un revólver mientras dormía.
La celotipia de ambos junto con la intensidad de sus mentes convertía su relación en dinamita pura. Por fin, terminaron. Pasaron los años y ella conoció a Eugenio Agacino y Martínez, un capitán marítimo con el que visitó diversos países del mundo. Ella estaba, otra vez, profundamente enamorada. No había una sola reserva de su alma que no entregara al hombre que amaba. La desgracia vino cuando, repentinamente, Eugenio murió. Desde entonces comenzó a vivir sola. Completamente sola. Estaba tan aislada que sólo la acompañaban algunos gatos que alimentaba. Finalmente, murió olvidada por todo el mundo que un día aduló su belleza.
Además de pintora, Carmen escribía. No tiene un repertorio tan grande, pero nos quedan algunos fragmentos de “Óptica cerebral, poemas dinámicos” y una serie de epístolas que mandó a su amor el Dr. Atl. A continuación te presentamos algunas de ellas, donde demuestran que, en efecto, fue una mujer arrojada al vacío.
Frases de Nahui Olin
«Soy un ser incomprendido a quien ahoga el volcán de pasiones, de ideas, de sensaciones, de pensamientos, de creaciones que no pueden contenerse en mi seno, y por eso estoy destinada a morir de amor, del único amor para soportar el cual mi alma fue creada y para el que debo ser la vestal más fiel en mi templo sagrado de amor».
«Pero ¿qué digo? Soy y no soy dichosa. ¿Por qué? No soy feliz porque la vida no fue hecha para mí, porque soy una llama que se devora a sí misma y nada puede extinguirla; porque no he vivido libremente la vida con el derecho a disfrutar de los placeres, y me han destinado para venderme a un marido, como en la antigüedad se vendía a los esclavos. A pesar de mi edad, protesto por estar bajo la tutela de mis padres”».
«¿Porqué me siento angustiada cuando estoy lejos de ti, cuando estoy junto a ti, cuando pienso en ti, si yo te amo? ¿Será que he llegado al paroxismo de la pasión, o porque dudo de ti? ¿Cómo dudar de ti? Tú eres la esencia de todo lo creado y esa esencia no puede mentir, no puede ser falsa, no puede ser más que lo que es: amor».
«Mi amor es extraño y a veces me ocasiona terror —¿por qué terror?— porque temo quemarme en la propia llama de mi amor. Pero no te alejes de mí, amor mío —porque sólo cerca de ti existe el único placer y el único consuelo que necesita esta tu complicada amada. Te amo, te amo, te amo y siento mi pobre carne que implora por más vida».
«Te pertenezco hasta la última partícula de mi carne. Sin ti no existen las cosas ni los seres, contigo resplandezco y ante ti mis ojos verdes se apagan. Pero tengo miedo de que la nube roja te queme y te convierta en cenizas y también tengo miedo de que a pesar de que te pertenezco absolutamente el destino nos separe».
«Te amo, te amo, desesperadamente, lujuriosamente, misteriosamente; como la vida, como la muerte. Perfora con tu falo mi carne —perfora mis entrañas— desbarata todo mi ser —bebe toda mi sangre y con la última gota que me quede yo escribiré esta palabra: te amo, y cuando esa sangre se haya secado, gritaré: te amo».
«No pretendas matarme porque si me matases te matarías a ti mismo porque yo soy tu inspiración y tu propia existencia, porque soy lo que buscas —la inteligencia y el conocimiento y te doy todo porque te amo como nadie ha podido amar y soy tuya con cuanto poseo. Vuelve a mí porque mi cuerpo te llama, porque la lujuria preside mi vida— soy tuya no únicamente en mi carne sino en mi espíritu».
«La vida no fue hecha para mí soy una llama que se devora a sí misma».
«Sé que mi belleza es superior a todas las bellezas que tú pudieras encontrar. Tus sentimientos de esteta los arrastró la belleza de mi cuerpo, el esplendor de mis ojos, la cadencia de mi ritmo al andar, el oro de mi cabellera, la furia de mi sexo, y ninguna otra belleza podría alejarte de mí».
Después de leer estos fragmentos, nos queda claro la intensidad emocional de la entonces joven pintora. Sin embargo, otros escritores también han opinado sobre quién era esta mujer:
«De que Nahui Olin tenía el mar en los ojos no cabe la menor duda. El agua salada se movía dentro de las dos cuencas, y adquiría la placidez del lago o se encrespaba furiosa tormenta verde, ola inmensa, amenazante. Vivir con dos olas del mar dentro de la cabeza no ha de ser fácil».
—Elena Poniatowska
«Nahui era de esas personas, como Frida, que se desconocen, que no se encuentran, que no saben quiénes son, que se fotografían y autorretratan para verse a sí mismas».
—Andrés Henestrosa
«La nahuimanía reemplazará a la fridomanía. Habrá postales, camisetas y gorras con las iniciales N.O., líneas de perfumes y productos de belleza»
—José Emilio Pacheco
Y por último, lo que sobre ella escribió su más grande amor:
«Rubia, con una cabellera rubia y sedosa atada sobre su faz asimétrica, esbelta y ondulante, con la estatura arbitraria pero armoniosa de la Venus naciente de Boticelli. Los senos erectos bajo la blusa y los hombros ebúrneos, me cegó en cuanto la vi. Pero sus ojos verdes, me inflamaron y no puse quitar los míos de su figura en toda la noche. ¡Esos ojos verdes! A veces me parecían tan grandes que borraban toda su faz. Radiaciones de inteligencia, fulgores de otros mundos. ¡Pobre de mi!»
—Dr. Atl
Olin «una mujer que se atrevió a brincar al vacío», como lo dice Gerardo Tort, el director de cine que llevará a la pantalla grande la vida de esta misteriosa mujer. Estos fragmentos nos lo han demostrado.
Si quieres saber más sobre arte, no te pierdas las 6 versiones de un amor profundo y tenebroso según el autor de ‘El grito’ y conoce las 10 cosas que no sabías de José Luis Cuevas
*Este artículo fue publicado anteriormente por Carolina Romero el 7 de julio de 2017 y ha sido modificado
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