Las letras son parte de la idiosincrasia de un pueblo y son éstas las que pueden moldear una identidad, separar el tiempo en poemas y denunciar injusticias en crónicas, cuentos o novelas. La vida de los escritores es importante, pero su legado es su obra y esa obra puede ocupar un importante lugar en la identidad de una nación.
No es que los escritores le den cara e identidad al país, pero su producción artística, ligada de una u otra forma al suelo que los vio nacer o del que se convirtieron cómplices, les da autoridad para ser exponentes de lo que somos.
En México, país de contrastes, la producción literaria es basta, compleja y mutable; pero los que son considerados los mejores escritores, esos que muestran lo que somos y que con ayuda de la retórica, la narrativa, la métrica y lo más importante, la imaginación, suelen dar cara a los problemas nacionales. Muchos países tienen entre sus mejores escritores, novelistas cuya imaginación los lleva a mundos distintos con personajes externos a la realidad y más. En México la extrañeza se convierte en cotidianidad y estos escritores ponen al mexicano más común en las situaciones más cotidianas, y convierten eso en una increíble escena digna de la mejor literatura universal.
José Emilio Pacheco (1939 – 2014)
Parte de la generación de medio siglo entre los que se encuentran importantes escritores que merecen mención como Carlos Monsiváis, Sergio Pitol o Salvador Elizondo. Pacheco y sus contemporáneos vivieron cambios radicales en el país, desde cambios en la sociedad, la política, el arte y la tecnología por lo que sus escritos eran realmente críticos con la modernidad que vivieron.
Las Batallas en el Desierto
Me acuerdo, no me acuerdo: ¿qué año era aquél?; Ya había supermercados pero no televisión, radio tan sólo: Las aventuras de Carlos Lacroix, Tarzán, El Llanero Solitario, La Legión de los Madrugadores, Los Niños Catedráticos, Leyendas de las calles de México, Panseco, El Doctor I.Q., La Doctora Corazón desde su Clínica de Almas. Paco Malgesto narraba las corridas de toros, Carlos Albert era el cronista de futbol, el Mago Septién trasmitía el beisbol. Circulaban los primeros coches producidos después de la guerra: Packard, Cadillac, Buick, Chrysler, Mercury, Hudson, Pontiac, Dodge, Plymouth, De Soto. Íbamos a ver películas de Errol Flynn y Tyrone Power, a matinés con una de episodios completa: La invasión de Mongo era mi predilecta. Estaban de moda Sin ti, La rondalla, La burrita, La múcura, Amorcito Corazón. Volvía a sonar en todas partes un antiguo bolero puertorriqueño: Por alto esté el cielo en el mundo, por hondo que sea el mar profundo, no habrá una barrera en el mundo que mi amor profundo no rompa por ti.
Fue el año de la poliomielitis: escuelas llenas de niños con aparatos ortopédicos; de la fiebre aftosa: en todo el país fusilaban por decenas de miles reses enfermas; de las inundaciones: el centro de la ciudad se convertía otra vez en laguna, la gente iba por las calles en lancha. Dicen que con la próxima tormenta estallará el Canal del Desagüe y anegará la capital. Qué importa, contestaba mi hermano, si bajo el régimen de Miguel Alemán ya vivimos hundidos en la mierda.
José Revueltas (1914 – 1976)
El escritor y activista creador de obras como El apando y El Luto Humano siempre abogó por la causa social. No dejó que el arte lo alejara de su camino. Incluso su obra es una importante muestra de cómo el arte puede enfocarse a crear un cambio en la sociedad. Perteneciente a una familia de artistas, su hermano Silvestre fue un importante compositor; Fermin participó en uno de los más importantes movimientos nacionales conocido como estridentismo y su hermana Rosaura fue actriz.
El apando
Estaban presos ahí los monos, nada menos que ellos, mona y mono; bien, mono y mono, los dos, en su jaula, todavía sin desesperación, sin desesperarse del todo, con sus pasos de extremo a extremo, detenidos pero en movimiento, atrapados por la escala zoológica como si alguien, los demás, la humanidad, impiadosamente ya no quisiera ocuparse de su asunto, de ese asunto de ser monos, del que por otra parte ellos tampoco querían enterarse, monos al fin, o no sabían ni querían, presos en cualquier sentido que se los mirara, enjaulados dentro del cajón de altas rejas de dos pisos, dentro del traje azul de paño y la escarapela brillante encima de la cabeza, dentro de su ir y venir sin amaestramiento, natural, sin embargo fijo, que no acertaba a dar el paso que pudiera hacerlos salir de la interespecie donde se movían, caminaban, copulaban, crueles y sin memoria, mona y mono dentro del Paraíso, idénticos, de la misma pelambre y del mismo sexo, pero mono y mona, encarcelados, jodidos.
Rosario Castellanos (1925 – 1974)
Importante poetisa mexicana, licenciada y maestra en filosofía por parte de la UNAM, su trayectoria fue larga y los premios y becas siempre estuvieron presentes en su vida gracias a la basta obra de gran calidad estética.
Destino
Matamos lo que amamos. Lo demás
no ha estado vivo nunca.
Ninguno está tan cerca. A ningún otro hiere
un olvido, una ausencia, a veces menos.
Matamos lo que amamos. ¡Que cese esta asfixia
de respirar con un pulmón ajeno!
El aire no es bastante
para los dos. Y no basta la tierra
para los cuerpos juntos
y la ración de la esperanza es poca
y el dolor no se puede compartir.
El hombre es anima de soledades,
ciervo con una flecha en el ijar
que huye y se desangra.
Ah, pero el odio, su fijeza insomne
de pupilas de vidrio; su actitud
que es a la vez reposo y amenaza.
El ciervo va a beber y en el agua aparece
el reflejo del tigre.
El ciervo bebe el agua y la imagen. Se vuelve
-antes que lo devoren- (cómplice, fascinado)
igual a su enemigo.
Damos la vida sólo a lo que odiamos
Octavio Paz (1914 – 1998)
El único premio Nobel que veremos en la lista, pero no el único merecedor de este galardón. Aunque eso no significa que él sea el mejor escritor, tampoco le resta importancia a alguien que diseccionó la figura del mexicano en su ensayo El laberinto de la Soledad.
La calle
Es una calle larga y silenciosa.
Ando en tinieblas y tropiezo y caigo
y me levanto y piso con pies ciegos
las piedras mudas y las hojas secas
y alguien detrás de mí también las pisa:
si me detengo, se detiene;
si corro, corre. Vuelvo el rostro: nadie.
Todo está oscuro y sin salida,
y doy vueltas y vueltas en esquinas
que dan siempre a la calle
donde nadie me espera ni me sigue,
donde yo sigo a un hombre que tropieza
y se levanta y dice al verme: nadie.
Sor Juana Inés de la Cruz (1651 – 1695)
Nacida en la entonces Nueva España, Sor Juana fue una mujer adelantada a su época. Las letras marcaron su vida desde que nació gracias a la biblioteca de su abuelo, donde ella comenzó a leer desde los tres años y que a lo largo de su vida se vieron reflejados en sus escritos poéticos, dramatúrgicos y filosóficos.
Ante la ausencia
Divino dueño mío,
si al tiempo de partirme
tiene mi amante pecho
alientos de quejarse,
oye mis penas, mira mis males.
Aliéntese el dolor,
si puede lamentarse,
y a la vista de perderte
mi corazón exhale
llanto a la tierra, quejas al aire.
Apenas tus favores
quisieron coronarme,
dichoso más que todos,
felices como nadie,
cuando los gustos fueron pesares.
Sin duda el ser dichoso
es la culpa más grave,
pues mi fortuna adversa
dispone que la pague
con que a mis ojos tus luces falten,
¡Ay, dura ley de ausencia!
¿quién podrá derogarte,
si a donde yo no quiero
me llevas, sin llevarme,
con alma muerta, vivo cadáver?
¿Será de tus favores
sólo el corazón cárcel
por ser aun el silencio
si quiero que los guarde,
custodio indigno, sigilo frágil?
Y puesto que me ausento,
por el último vale
te prometo rendido
mi amor y fe constante,
siempre quererte, nunca olvidarte.
Luis Villoro (1922 – 2014)
Importante intelectual nacido en Barcelona pero nacionalizado mexicano. Su pensamiento complejo se reflejó en sus escritos acerca de la comprensión metafísica de la alteridad, los límites y alcances de la razón, el vínculo entre conocimiento y poder y más. Su hijo, Juan Villoro es uno de los escritores más importantes de los últimos años.
Mariano Azuela (1873 – 1952)
La voz de la revolución viene de la mano de quienes la vivieron. La nación no fue la misma e incluso se podría decir que aquí comenzó su verdadera historia. La novela de la revolución es uno de los movimientos literarios más importantes, y este escritor que fungió como doctor en la lucha es clave para entenderla.Los de abajoTodo era sombra todavía cuando Demetrio Macías comenzó a bajar al fondo del barranco. El angosto talud de una escarpa era vereda, entre el peñascal veteado de enormes resquebrajaduras y la vertiente de centenares de metros, cortada como de un solo tajo. Descendiendo con agilidad y rapidez, pensaba: “Seguramente ahora sí van a dar con nuestro rastro los federales, y se nos vienen encima como perros. La fortuna es que no saben veredas, entradas ni salidas. Sólo que alguno de Moyahua anduviera con ellos de guía, porque los de Limón, Santa Rosa y demás ranchitos de la sierra son gente segura y nunca nos entregarían… En Moyahua está el cacique que me trae corriendo por los cerros, y éste tendría mucho gusto en verme colgado de un poste del telégrafo y con tamaña lengua de fuera…”Juan Rulfo (1917 – 1986)
Es imposible hablar de quien bien podría ser el mejor escritor mexicano, por eso dejaremos las palabras de Gabriel García Márquez:“Álvaro Mutis subió a grandes zancadas los siete pisos de mi casa con un paquete de libros, separó del montón el más pequeño y corto, y me dijo muerto de risa: ”Lea esa vaina, carajo, para que aprenda”; era Pedro Páramo.
Aquella noche no pude dormir mientras no terminé la segunda lectura; nunca, desde la noche tremenda en que leí “La metamorfosis” de Kafka, en una lúgubre pensión de estudiantes de Bogotá, casi 10 años atrás, había sufrido una conmoción semejante”.
Carlos Fuentes (1928 – 2012)
Dicen que este escritor no ganó el premio Nobel debido a que diversas personas en el poder político de México lo impidieron. La complejidad de Fuentes, estrechamente vinculada con el pensamiento nacional, desde el postrevolucionarismo hasta la identidad familiar en un país como el nuestro, lo hacen un referente obligado cuando se habla de las letras mexicanas.En esto creoLas ideas nunca se realizan por completo. A veces se retraen, hibernan, como algunas bestias. Esperan el momento oportuno para reaparecer. El pensamiento no muere. Sólo mide su tiempo. La idea que parecía muerta en un tiempo reaparece en otro. El espíritu no muere. Se traslada. Se duplica, a veces suple, e incluso, suplica. Desaparece, se le cree muerto. Reaparece.Juan José Arreola (1918 – 2001)
De nuevo son necesarias las palabras del exponente del realismo mágico, García Márquez para exponer la importancia de otro escritor mexicano:“Gabriel García Márquez me llevó ante Fidel Castro y le dijo: Te presento a Juan José Arreola, que es el escritor que más me gusta, después de mí”. Manuel Acuña (1849 – 1873)
“Cusuco” como mejor se le conocía, murió a la edad de 24 años pero fue suficiente para que su legado literario permeara la literatura nacional hasta nuestros días.Adiós
A…
Después de que el destino
me ha hundido en las congojas
del árbol que se muere
crujiendo de dolor,
truncando una por una
las flores y las hojas
que al beso de los cielos
brotaron de mi amor.
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