El tiempo se encarga de depurar lo bueno de lo malo, en especial en las artes. Algo que hoy nos parece malo, gana ventaja con el tiempo y en siglos puede ser una obra de arte, así es como lo hemos hecho hasta ahora. Hoy tenemos muchas obras que continuamos analizando sin cesar en pro de darle el lugar que se merece en el imaginario colectivo. Si hablamos de literatura mexicana, hay dos obras que en menos de un siglo han logrado convertirse en la voz del pueblo mexicano: “El laberinto de la soledad” y “Pedro Páramo”.
Pensemos en lo que sucederá en algunos años. La enorme cantidad de libros mexicanos editados serán parte de un vórtice llamado olvido, pero hay obras maestras que retumbarán en la cabeza de generaciones, los dos ejemplos anteriores son prueba de ello. No se puede decir esto sin indicar que ambos textos han transformado el imaginario mexicano por fungir como espejos de la sociedad. Si un mexicano está interesado en entenderse y asimilarse ante sí, su nación y el mundo, encontrará en las obra cumbre de Octavio Paz y Juan Rulfo el camino perfecto para comenzar a hacerlo. Ante esto surge la pregunta: ¿cuál es el mejor libro en la literatura mexicana?
¿Qué es ser mexicano? La respuesta tiene más ramificaciones que un gran árbol, pues estamos hablando de una nación reconstruida a partir de una conquista, la cual nunca ha logrado generar una verdadera identidad. Juan Rulfo nos muestra en “Pedro Páramo” un México rural, típico de principios del siglo XX, pero nada alejado de la realidad contemporánea. Por más que en lugares como la Ciudad de México se diga que México es más que burros y sombreros, los casi dos millones de kilómetros cuadrados que conforman el territorio nacional indican lo contrario. Comala es el lugar en el que sucede la acción en el libro de Rulfo, un lugar fantasma, una memoria arraigada de un pueblo que dejó de ser, pero que aún después de morir continúa respirando; tal vez Comala en realidad es todo México, ese pasado que se niega a desaparecer totalmente.
Por su parte, “El laberinto de la soledad” es la minuciosa disección del mexicano. Paz escribió su obra más famosa en los años cuarenta, después de haber conocido a los artistas más importantes del momento, después de empaparse del Dadá y el Surrealismo, pero antes de dejarse atrapar por las tentadoras y seductoras garras de la derecha mexicana. Esto significó la cumbre de su capacidad creativa. El laberinto esta conformado por una serie de ensayos que demuestran la capacidad de un escritor por unir la sociología, filosofía, historia y literatura en un lenguaje poético, haciendo de su obra un híbrido capaz de ser analizado por interminables lupas artísticas.
Ambos libros son capaces de mostrar la esencia del mexicano, por esa razón han sido considerados como los textos más importantes de la literatura mexicana. La popularidad y desprecio por las obras, un espejo común entre los libros más importantes de un país, radica en que se han convertido en lecturas obligatorias en el sistema educativo. Lamentablemente, la capacidad de retención y análisis de las nuevas generaciones hacen que cualquiera de las dos obras sea más de lo que un estudiante de secundaria promedio pueda entender.
Para muchos, la historia de Rulfo, influenciada directamente por el modernismo inglés propio de “Mrs. Dalloway”, de Virginia Woolf, pero sobre todo por “The Sound and the Fury”, de William Faulkner, hace que muchos tarden bastante en comprender qué es lo que realmente sucede en la novela, en la que se hace uso de elementos sobrenaturales y fantásticos, por lo que (erróneamente) ha llevado a miles de personas a considerar este texto parte de la literatura fantástica. Las analogías fantasmagóricas de Rulfo esconden un trasfondo social e histórico en el que México es revelado. Pedro Páramo: padre ausente, macho incontrolable y trágico enamorado. Sin duda una recapitulación oportuna de la figura del hombre mexicano a lo largo de la historia. Tragedias, engaños, y muerte; la narración fragmentada de Rulfo explica la vida nacional (en especial la rural) llena de símbolos y analogías.
“Vivimos en una tierra en que todo se da, gracias a la providencia, pero todo se da con acidez. Estamos condenados a eso”.
La importancia de la obra de Rulfo es fundamental en la literatura latinoamericana. Quizá una de las anécdotas más conocidas es la impresión que Rulfo dejó en García Márquez. Con una novela publicada y tres escritas, el autor colombiano pasaba un mal rato, ante la adversidad se cuestionaba su futuro, y justo en ese momento, su amigo Álvaro Mutis llegó con varios libros, se los dio a Márquez y le dijo: “Lea esa vaina, carajo, para que aprenda”. El Gabo leyó “Pedro Páramo” y su pasión por las letras, así como su capacidad creativa, renacieron, permitiendo al escritor entregar menos de una década después “100 años de soledad”.
La otra parte de la moneda es la obra de Octavio Paz. Sus ensayos sobre la fiesta, la Malinche, las máscaras y la chingada son piezas atemporales en la cultura mexicana. No importa si el libro se escribió en los años 40, si se publicó en los 50 y si fue relevante hasta los 60; en la actualidad, “El laberinto de la soledad” es tan vigente como el primer día en que un joven Paz decidió deconstruir su nacionalidad.
“Nuestro culto a la muerte es culto a la vida, del mismo modo que el amor que es hambre de vida es anhelo de muerte”.
En la obra de Paz, cabe destacar la forma en la que hace que todo mexicano se sienta identificado. Alejandro Rossi, en una conferencia motivo del 50 aniversario del ensayo de Paz, rememora que al ser publicado, una de las preguntas fue: “¿A qué mexicano se refiere el libro?”.
“…a un hombre del norte de México, a uno del sur, a un hombre del altiplano, a un hombre urbano o de campo, a qué clase social exactamente se refería, etc., etc. Bajo el pretexto de la precisión, se pretendía contrastarlo con supuestas puntualizaciones sociológicas o estadísticas”.
Hoy entendemos que Paz logró contrastar al mexicano total. Las fiestas son distintas en cada rincón del país, pero todas surgen de la misma necesidad, la madre tiene un único origen prehispánico, el machismo es una realidad total en México, y claro, la soledad, ese primordial elemento en el libro es lo que nos conforma y quizás es la identidad que nos muestra ante el resto del mundo.
“La muerte mexicana es el espejo de la vida de los mexicanos. Ante ambas el mexicano se cierra, las ignora”.
Ambos libros fueron publicados a mitad de siglo y tuvieron su reimpresión después de nueve años. Los paralelismos son más que una coincidencia, puede que al principio no sean aceptados ante una sociedad que se siente vulnerable al verse reflejada en la pluma de una persona, pero el tiempo convirtió estos libros en una cátedra de lo que significa ser mexicano. Sin embargo, al hablar del valor literario de ambos, parece que Juan Rulfo resulta vencedor. Rompió con los esquemas literarios, alteró la narración tradicional, simbolizó la identidad y escribió una historia envolvente que aún es objeto de análisis entre estudiosos.
Mientras Paz logró algo genial con un lenguaje poético, Rulfo se apegó a la jerga nacional en los diálogos y al lenguaje intelectual en la narración, esta yuxtaposición enriquece la lectura permitiendo conocer al mexicano de primera mano. Finalmente, aunque los dos libros juegan con el tiempo (en “Pedro Páramo” la narrativa es fragmentada y en “El laberinto de la Soledad” el tema es atemporal), es el libro de Rulfo el que a través de sus acciones nos hace entender que el mexicano está condenado a su condición nacional desde antes de nacer e incluso después de su muerte.
El debate siempre existirá e incluso se ampliará. Hay quienes optan por los libros de Carlos Fuentes o Monsiváis, todos sujetos aptos para demostrar la verdadera identidad de un ser que siempre está intentando definirse. Para ti, ¿cuál es el libro más importante de la literatura mexicana?
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Fuente:
Letras libres