Dios es maligno
“Si Dios fuera real, sería un ente maligno”. A esa conclusión llegó el filósofo Arthur Schopenhauer después de afirmar que los ideales de la religión carecen de un significado claro, especialmente las del cristianismo. Esa religión aboga sobre un Dios benévolo que da vida y cuyas creaciones pueden llevar a la humanidad a un mundo pacífico. Esto carece de verosimilitud cuando se mira su producto en la Tierra. Su libre albedrío, exento de cualquier vínculo con un ser superior, causa todo lo malo que hay en el mundo; por lo tanto, si la humanidad es producto de Dios, éste es un cruel observador de su obre imperfecta.
Esa sería la primera razón para dudar de Dios, junto con su falta de involucramiento en los asuntos de las personas, y también es el argumento principal en contra de la idea de un ente superior creador de este mundo. Grandes filósofos han discutido la existencia de esa figura y, sin demasiadas complicaciones, la mayoría llega a la misma conclusión: la idea de Dios es una necesidad humana de donde parte su sentido de la moral. Es importante considerar que, aunque el tiempo ha probado que la religión carece de fidelidad en cuanto a sus ideas y relatos, sirvió como una base para crear civilizaciones bajo distintos códigos éticos que permitieron el desarrollo semipróspero de la humanidad.
¿Por qué no creer en Dios?
Bertrand Russell escribió un ensayo titulado “Por qué no soy cristiano”, hace 90 años, en donde define de manera general, que la religión surge de la necesidad de darle sentido a la estadía de la humanidad en la Tierra. El problema es que los cristianos, principalmente, se enfocan en resistirse ante las pruebas que niegan la ideología que han seguido durante siglos. Tienen la necesidad de responder con argumentos de causa-efecto afirmando que debió existir un Dios para que estuviésemos aquí. Al inicio se pensaba que éramos únicos y que el planeta giraba alrededor del Sol. Cuando se demostró lo contrario, la iglesia se rehusó a aceptar ese hecho hasta que fue imposible negarse, y cuando recibió la idea de un Universo, afirmó que Dios lo había creado, olvidándose de las explicaciones de las leyes naturales del cosmos.
Lo anterior prueba que la religión está dispuesta a perder la verosimilitud en sus declaraciones e historia con tal de mantener una ilusión. Con esto en mente, no sólo se pone la existencia de Dios en duda, sino que expone los motivos por los cuales algunas personas se aferran a la idea de que es real; necesitan darle sentido egocéntrico a lo que lo rodea. Mientras que la ciencia afirma que no somos tan especiales, la religión sostiene su ideal céntrico. Necesita seguridad.
Existencialismo
La figura más relevante del existencialismo, Jean-Paul Sartre, estaba consciente de esa necesidad de las personas y se negó a aceptar creer en una ilusión para explicar su lugar en el Universo. Situó al hombre como el único responsable de sus acciones y motivó a que cuestionara su propia vida. Si las personas fuesen producto de Dios no existiría la libertad y los individuos no podrían cuestionar su existencia. El autor invita a no culpar todo lo que sucede en un ente invisible, sino a hacer una revisión del por qué de las cosas. Elimina la idea de “es la voluntad de Dios”, y abre la mente hacia preguntas como: «¿Qué tuvo que pasar para que sucediera esto?».
Conformarse con señalar a Dios como el culpable y protector es un acto de mediocridad humana. Es conformarse con la versión celestial de los hechos y evitar confrontar una realidad más pura. En contraste, dudar su existencia es usar la libertad que tenemos como personas y si no se usa ese elemento, es un acto de sometimiento.
El Dios existente
Según el filósofo Baruch Spinoza, es posible que Dios sea real pero no cómo es visto en la mayoría de las religiones. El filósofo sugiere que el ente engloba a la materia y al pensamiento por completo, los dos elementos que conforman el Universo. Dios no es una cosa ni una figura, es la forma en que funcionan todos los elementos del cosmos, incluyendo a la humanidad. No es un ente que cumpla o castigue, sino que es parte de todo, los individuos son Dios al igual que los árboles o la gravedad.
Esta teoría contrasta con las ideas de causa-efecto seguidas por los cristianos. No establece un inicio, sino que todo comenzó y fue desarrollándose. Hay elementos de Dios que no conocemos y otros los identificamos a la perfección. Es una forma más hermosa de percibir la realidad. No deja de lado la ciencia y no es una fantasía.
La principal razón para dudar de Dios es la inverosimilitud con que es tratado. Se cree que es un ser perfecto, pero tal cosa no existe en el Universo más que el cosmos mismo. Por lo tanto, si existe un ente como el que mencionamos, debería ser cercano a la idea de Spinoza. De cualquier manera, la religión continuará viviendo su fantasía para darle sentido al mundo.
**
Fuentes:
PeterKreeft
“On Human Nature” de Arthur Schopenhauer (1841)
Universidad Drew
“Spinoza: Complete Works” de Michael L. Morgan (2002)