Desde la distancia, Lidia Plauchu comparte este texto para entender que cuando se trata de su país —y de los trágicos acontecimientos que lo han azotado— el dolor es uno, la tristeza y las lágrimas son las mismas; pero también el orgullo y el respeto por su patria. En cada línea nos demuestra que la calidez del pueblo se lleva siempre en el corazón, sin importar los kilómetros que nos separen.
UN SOLDADO EN CADA HIJO TE DIO
México ha sufrido una catástrofe y los estragos tal vez se sentirán por mucho tiempo más. Pero con lo que no contaba la madre naturaleza es con la voluntad de la especie humana. Miles de personas salieron a las calles a ayudar, pero no sólo por el hecho de hacer algo, sino que rescatistas, voluntarios, donadores, especialistas y caninos se pusieron el blindaje y con sus propias manos están dispuestos a poner a México nuevamente en pie.
Es un sentimiento agridulce, es una impotencia absoluta, es un silencio mundial ante una tragedia que no se podía prever, pero que nos ha unido como sociedad, como patria y humanidad.
En las noticias ha pasado a segundo plano el temblor de 7.1 grados. En primer lugar se encuentra la fuerza de los mexicanos: los que ayudan, los que han sido rescatados y los que —con profunda tristeza— ya no se encuentran con nosotros.
Por si les quedaba duda de qué están hechos los mexicanos, hoy todavía se encuentran al pie del cañón, apoyando en lo que sus esfuerzos les permiten. Y aquellos compatriotas alrededor del mundo organizan colectas en apoyo a la Cruz Roja, a fundaciones y a los Topos. Cuando nos preguntan en otros países qué son los Topos, sólo podemos contestar: “son héroes nacionales”.
Escuchar el ‘Cielito Lindo’ no sólo nos inspira a nosotros, es un llamado de fuerza internacional. Porque somos conocidos, somos importantes, la gente nos reconoce mundialmente por la calidez, el alma y la bondad de un mexicano. Y gritan “¡Viva México!” mientras sonríen. Porque siempre cantamos, porque siempre festejamos y porque saldremos de ésta como de muchas otras.
Hoy no importan las diferencias sociales, ni el gobierno, ni las nacionalidades; hoy importa la vida, importa la familia, el prójimo, nuestros niños. Gracias a todos aquellos que con su ayuda han dado un poco de esperanza en momentos tan difíciles. Gracias por no rendirse, qué bueno que el país cuenta con ustedes.
Porque hoy más que nunca estamos unidos, desde nuestro lugar en el mundo, levantándonos poco a poco de las tragedias, como siempre y como nunca. Tal vez no somos perfectos, pero “somos los que estamos” y hoy es un orgullo ser mexicano.
**
Las imágenes que acompañan este texto fueron tomadas por Pablo CI. Para ver más de su trabajo, consulta su Instagram o su página oficial.
**
Las muestras de solidaridad y amor no han faltado en el pueblo mexicano. Desde los más pequeños, hasta la llamada generación apática: los millennials.