Con la influencia crítica de José Guadalupe Posada, José Clemente Orozco se convirtió en uno de los muralistas más importantes de la historia, junto a Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros, con los cuales compartía ideales y perspectivas de diversas situaciones de la vida. Así las obras de José Clemente Orozco demuestran un regreso a los orígenes, a la pureza de las formas mayas y aztecas, a la libertad individual.
Las obras de José Clemente Orozco viajan entre el compromiso social y la imaginación de carácter expresionista de un hombre que se aferraba a las tradiciones artísticas mexicanas: dinámicas y sin rodeos. Para él, el muralismo era la forma más desinteresada de hacer arte; no tiene un fin específico, solamente está en busca de una trascendencia social, por lo tanto, es más puro y digerible para todo aquel que lo mire.
“El Hombre en Llamas”, su más grande mural, arroja un hombre desnudo envuelto en fuego ilustrando la manera en que la humanidad toma el camino correcto dejando detrás el materialismo de la vida. Dejar ir para ser libre, es justo el estatuto que se deja ver en la cúpula del Hospicio Cabañas, en Guadalajara, Jalisco.
El materialismo y sus adeptos provocan la destrucción de la sociedad con un veneno que es capaz de matar formas de vida, la ética y la moral. El mundo muere lentamente en “Los Dioses del Mundo Moderno”, un fresco que forma parte de una serie de murales llamado “La Época de la Civilización Americana”.
El conocimiento es importante, pero lo es más la empatía y la preocupación por resolver problemas que afecten al colectivo. Orozco era fiel creyente de que entre más “letrado” es alguien, más armas tiene para ayudar. Sin embargo, su mal uso lleva a perjudicar a los menos favorecidos. El conocimiento es inútil sin un fin benéfico.
La falta de conciencia social lleva a la crueldad y la corrupción de la sociedad moderna desde el individuo. Para el artista, un colectivo se forma por muchos seres individuales, por lo que es el pensamiento personal el que forma el entorno destructivo que México ha vivido por muchos años. En opinión de Orozco, es justo desde las cenizas que se debe renacer creando un nuevo entorno.
“Katharsis”, ubicado en el Palacio de Bellas Artes, es precisamente la representación de esta idea: la corrupción que destroza sociedades y vidas entre risas, sarcasmo y burlas.
Orozco vivió en la Revolución Mexicana y la transportó a su vida y obra. “Bombardeo en Picado y Tanque” es la muestra más clara de que la vida diaria es un conflicto bélico constante entre las convicciones y la supervivencia. La guerra (a cualquier nivel) es sin duda el peligro más cruel sobre la humanidad. Revolucionar es más que levantarse en armas. Es cambiar el curso de la vida por algo menos dañino. Este mural emite justamente ésa premisa impregnada de líneas sombrías, colores secos y algo de surrealismo no intencional.
Orozco también elogió el saber bien encaminado en “Omnisciencia”, un mural que describe el saber culto y el otorgamiento de éste a la humanidad, representado por un par de manos que dan y reciben fuego. La mujer está puesta al centro de la obra, haciéndola resaltar como dadora de conocimiento, el mayor de todos: la vida. Situado en la Casa de los Azulejos, el muralista plasmó en él el poder de la sabiduría aplicada a la igualdad de derechos.
José Clemente Orozco tenía cierta fascinación con el fuego y su representación de la vida. “Prometeo”, el mural que hizo en Estados Unidos, lo plasma expresando al condición humana que nos da conciencia, la cual nos libra de la oscuridad.
Como ya era recurrente en la obra de Orozco, la opresión de la humanidad es un factor importante para que dicha conciencia se convierta en una prisión. Para él vivíamos (o vivimos) en constante encierro y enajenación, producto de un desinterés y ausencia permanentes. Antes que el mito, el muralista pinta al ser humano, al sujeto que se mueve en su imaginario sin salida, no porque no la tenga, sino porque no la entiende.
“Una pintura no debe ser un comentario sino el hecho mismo; no un reflejo, sino la luz misma; no una interpretación, sino la misma cosa por interpretar” José Clemente Orozco
En “Omnisciencia”, la mujer representaba un papel de suma importancia en la humanidad. En “Las Soldaderas”, las convierte en el apoyo fundamental de los guerreros en la Revolución. Si bien eran reconocidas por todos y su papel en la Revolución no se quedó en el olvido, Orozco les dio forma y figura poniéndolas en la cima de la feminidad. Es decir, sin estereotipos de belleza, con gran disposición y fuerza, las soldaderas se convirtieron en el referente femenino a seguir.
Las mujeres como dadoras de vida ya no le importaban tanto a Orozco como su fortaleza mostrada en otros ámbitos de la vida. Sin embargo, la maternidad es también una forma de luchar. De igual manera era parte de la batalla que se libra junto a la desigualdad económica, la revolución, el arte, entre mil situaciones más de la época.
Ubicado en San Ildefonso, “La Trinchera” es uno de los murales más visitados y admirados por propios y extraños debido a su carga social, que hace empatía entre las ideas revolucionarias de Orozco y la vida de todo aquel que lo adopta como suyo.
La liberación de estas cadenas se ve difícil hasta que el muralista muestra otra de sus más grandes creaciones, “Miguel Hidalgo”. El padre de la Patria fue el último mural que pintó, y en el que pesar de los años y la vida cambiante, Orozco demuestra no haber tenido problemas con mantener su ideología, sus ideas y su fascinación por la libertad.
Ubicado en el Palacio de Gobierno en Guadalajara, Jalisco, “Miguel Hidalgo” es un recordatorio constante de que la libertad depende de los méritos de uno mismo.
José Clemente Orozco aprendió de José Guadalupe Posada a no callar sus ideas, a expresarlas de manera que las personas que vieran sus obras supieran de qué hablaba y por qué lo hacía de determinada manera. Expresar sus más íntimos sentimientos a través de el arte más puro, hizo de Orozco un artista transparente, admirable y legendario.
Conoce cómo llegó Orozco a plasmar sus ideas en bellas Artes a través de su esfuerzo, llegando a ser una de las principales influencias de Jackson Pollock.