Podrían existir hasta 549 tipos de parafilias, según lo dio a conocer el investigador Anil Aggrawal. Sin embargo, el DSM-5, Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, ha listado ocho trastornos. La autonepiofilia es sólo uno de ellos, y las fotos que están a continuación nos permiten entrar a sus entrañas.
«Infancia es destino», decía Sigmund Freud. Pero, ¿qué pasa cuando el destino es la infancia? Crecer no es fácil, eso lo sabemos, pero hay quienes se toman esto muy enserio.
En la “vida real” ellos son conductores de camiones, contadores y maestros. Sin embargo, en este espacio se comportan literalmente como bebés, succionan chupones, usan talco para sus pañales y juegan como niños…
Las fotografías de Polly Borland no son, en lo absoluto, pensadas ni montadas. Aunque parezca extraño, estas prácticas son usuales en diversos países de Europa. Claro, de manera secreta. Gracias a un amigo, la fotógrafa contactó a Kim West quien le confirmó la existencia del Hush a Bye Baby Club.
Al principio, le costó mucho afianzar la relación con ellos y que le permitieran fotografiar su intimidad. Finalmente, era un grupo reducido y reservado. Mediante tiempo y la confianza que ésta les generó, ellos le permitieron acceder a su vida. Es de notar que no implica necesariamente en actividades de carácter sexual.
«Me encantó el hecho de que fuera tan surrealista, en primer lugar, y que era tan secreto», dijo la fotógrafa londinense para Creators, donde, además, recordó que las escenas también tenían un toque de “maldad”.
El trabajo documental de Borland es tan bueno que parece desaparecer. Es decir, sabemos que está ahí por ser la fotógrafa, pero no es perceptible su presencia. Tiene una capacidad de camuflaje que los personajes son exactamente como son cuando está ella y cuando no.
El libro está acompañado por un ensayo de Susan Sontag, quien, gracias a su extraordinaria sensibilidad como fotógrafa y escritora, supo encontrar las palabras precisas para hablar sobre este trabajo al que calificó como «particularmente dotado, autoritario e inteligente. Las fotos de Borland parecen muy conocidas, compasivas; Y demasiado cercano, demasiado familiar, para sugerir la curiosidad común».
«El título es “Los Bebés”. Más de uno. Un grupo. Una confraternidad, parece. Más que una de esas asociaciones o bandas o clubes. Un mundo. Un astuto y secuenciado álbum de imágenes nos introduce en este mundo.Sería poco tener una sola fotografía. O dos. O tres.»
«Primero vemos trozos de decoración. Un pequeño vestido de satén rosa. Un oso de peluche. Una hoja de cuna colorido. Impreso con animales mimosos. Luego, gradualmente, la presencia del ser humano. Un par de zapatos. Zapatillas de conejo. Un pie. Una rodilla.
Pasará un tiempo antes de que veamos caras. Algo no encaja. Los accesorios son los de la guardería. Pero la presencia es demasiado grande. Esperamos bebés. Estos parecen ser hombres adultos. La piel de los bebés, los bebés reales, son perfectos. Esta piel es áspera, manchada, peluda —aquí y allá un tatuaje—, los cuerpos principalmente flácidos o escamosos, y la cámara de Polly Borland los escudriña muy de cerca».
«El fotógrafo ha penetrado en un espacio donde se despliega una identidad secreta. Un
Íntimo, espacio privado, cuyas actividades banales: babear, comer, dormir, bañarse, masturbarse. Aquí adquieren el carácter de ritos extraños, porque lo son.
Aquí la fealdad parece atestiguar un terrible empobrecimiento del espíritu, así como de las circunstancias materiales. En el álbum de Borland, el mensaje de la falta de atractivo de sus súbditos es más difícil de leer. Podríamos decidir que se trata principalmente de una escala: es decir, de la falta de coincidencia entre la fantasía de la pequeñez y la debilidad y los cuerpos grandes».
« Pero también podríamos suponer, quizá erróneamente, que sólo los adultos que parecen como ellos querrían hacerse “esto” a sí mismos. ¿Cuáles son las fronteras del atractivo y de la falta de atractivo? Las imágenes producidas por las cámaras tienen más que decirnos, al desempacar esta pregunta, que cualquier otro recurso.
Tal vez ya no somos capaces de pensar en el atractivo de los cuerpos y las caras, excepto en las formas que hemos aprendido a través de la visión presuntuosa de la cámara. Mirando el mundo al que Borland nos ha dado entrada, no sabemos si estamos en Lilliput o en Brobdingnag. Su brillante logro nos hace darnos cuenta de que, cuando vemos fotográficamente, vivimos en ambos».
Algunos aseguran que quienes tienen autonepiofilia, la parafilia que se inclina por llevar ropa de bebé y comportarse como uno, sufrieron mucho cuando eran niños e, involuntariamente, se desarrolló una obsesión por sus primeros años, donde quedaron “atrapados” y no quieren salir. Sin embargo, no todos los psicólogos están de acuerdo con esta versión y señalan que pueden ser diversos factores desarrollados en la edad adulta.
La serie , titulada “The Babies” fue mostrada por primera vez este año en la galería Mier de los Ángeles después de 15 años de captar las instantáneas que la conforman, recibiendo un gran número de visitantes quienes, perplejos, miraban a estos hombres-niños.
Honestamente, es difícil enfrentarse con parafilias sin fruncir un poco el ceño o abrir grandes los ojos ante la sorpresa —o hasta repulsión— que puede llegar a causarnos. Qué difícil es comprender las múltiples manifestaciones de lo más profundo del inconsciente cuando resultan ser tan extrañas. Sin embargo, es una interesante manera de enfrentarnos a nuestra más extraña humanidad.
Si quieres conocer el trabajo completo de la fotógrafa, puedes revisarlo desde su página oficial.
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La fotografía no sólo es un retrato de nosotros mismos y nuestra realidad; también nos ayuda a dar cuenta de fenómenos y teorías que han sido trascendentes en la historia del pensamiento y la humanidad; desde Nietzsche hasta el movimiento punk.