ESPACIO LIBRE DE HUMO
NO ENTRAR CON ALIMENTOS
NO SE PERMITE LA ENTRADA CON MASCOTAS
MUSEO NO APTO PARA INVIDENTES
En cada sala del mundo, frente a cada una de las pinturas que adornan sus paredes; la inmensa sensibilidad del hombre ha hecho de la inclusión lo mejor que nos ha pasado. Hasta hace unos años, un invidente no tenía ni siquiera la posibilidad de saber por sí mismo dónde estaba parado. Las fichas técnicas de cada pintura estaban retocadas con un relieve en braille que copiaba textualmente lo que “se puede apreciar en la imagen”, pero la verdad detrás de esta inclusión es que, hasta cierto punto, discrimina mucho más de lo que abraza.
¿De qué le sirve a un invidente saber el nombre y las medidas de un cuadro que ni siquiera puede apreciar? El ejercicio, aunque bien intencionado, es lo mismo que darle una pelota a un niño en silla de ruedas. Un acto noble, pero cruel a fin de cuentas. Por una u otra razón les ha sido negada la vista, aunque ése no es pretexto suficiente para que no puedan disfrutar del arte como lo haría cualquier persona. No tienen los ojos, pero sus otros sentidos, especialmente el tacto, pueden concentrar todo el efecto estético que en cualquier otro individuo habría comenzado por la mirada.
Teniendo en cuenta que resulta mucho más lógico percibir texturas con las manos que con los ojos, el Museo Belvedere de Viena decidió sumarse al proyecto AMBAVis (Acceso a Museos para Personas Invidentes y Débiles Visuales), que persigue la inclusión total de estas personas en el arte por medio de impresiones 3D de las pinturas que ofrece cada museo dentro del programa. Para su primera colaboración, el Belvedere decidió reproducir los cuadros más famosos de Klimt, entre ellos El beso.
«Quisimos abrir un capitulo totalmente nuevo en la búsqueda de hacer el arte accesible para los invidentes y débiles visuales».
—Reiner Delgado, miembro de la asociación DBSV
Además de la impresión láser, los diseñadores de la “pintura” para invidentes decidieron incluir dispositivos sensibles al tacto, de modo que al pasar los dedos sobre ellos comience a reproducirse una breve explicación acerca de la obra y sus detalles. Esta estrategia ya había sido utilizada por museos como el MET en Nueva York con una colección para tocar, y el Museo del Prado en España, mismo que incluyó en 2015 una versión 3D de la Mona Lisa y del Parasol de Goya.
Que existan iniciativas como el proyecto AMBAVis es realmente una buena noticia, no sólo para las personas invidentes, sino para la sociedad en general, pues esto significa que por fin hemos logrado salir de ese postureo de la inclusión y vamos hacia una entera comprensión del otro. Sin importar limitaciones de cualquier tipo, los seres humanos —salvo algunas lamentables excepciones— están comenzando a tratarse como iguales, y si el arte es quien los ha unido, eso es un motivo de celebración.