El repentino suicidio, su adicción al alcohol y la pérdida casi completa del sentido de la vista no fueron las causas de que Nicolas Francois Octave Tasseart abandonara el arte para dedicarse a procrastinar y posteriormente a la literatura. Lo que realmente generó la desaprobación y poco reconocimiento al trabajo de Tasseart fue la temática “erótica” con la que abordaba la mayoría de sus pinturas.
Además de obras que representaban la vida de los pobres, las familias infelices, madres y niños moribundos o enfermos abandonados de la década de 1850, el pintor y escultor también fue autor de trabajos que retrataban el acto carnal, la tentación, el placer sexual y el pecado de la lujuria.
A pesar de que Nicolas Francois hoy es un autor reconocido, el pintor parisino no siempre fue aceptado por el círculo de artistas de la época, menos alabado por el público. Aunque creció en un seno familiar de varias generaciones de artistas, el estudiante de la Escuela de Bellas Artes de París se enfrentó en varias ocasiones a la decepción de nunca obtener el afamado “Premio de Roma”, ni tampoco la Legión de Honor, lo que lo llevó a pintar escenas históricas y retratos que sólo trabajó para satisfacer sus necesidades económicas.
La Femme Damnée, 1800-1874
Pinturas como ésta fueron las que alejaron a Tassaert del mundo del arte. La mujer que recibe sexo oral de algunos ángeles celestiales fue la que lo orilló a no volver a exponer después de su última presentación en el Salón de 1857.
Le chat jaloux, (1860)
A pesar de que existían algunos coleccionistas de sus obras, como Alfred Bruyas y Alexandre Dumas, el artista vendió todas las pinturas que quedaban en su taller en el año de 1863. La escena representada por una mujer a medio vestir con la que el hombre frente a ella tiene relaciones, fue nombrada por Tassaert como “El gato celoso” en francés.
La amante cautelosa, (1860)
El título de este cuadro es referente al tema que toca la pintura sobre la prevención de una amante al decidir usar un preservativo antes del acto sexual. Para Tassaert, la temática erótica no fue la única con la que toco fibras importantes del espectador, también realizó muchas obras donde denunciaba la injusticia social.
La tentación de San Hilarión, (1857)
Los pecados de San Hilarión lo atormentan y detrás de él se regocijan para seducirlo con todos los placeres de los que no goza todavía, sobre todo la lujuria.
Se desconoce el motivo exacto por el que un Tassaert, desesperado, decidió suicidarse en 1874 asfixiándose con dióxido de carbono. Aunque algunos adjudican su trágico deceso al poco éxito que pinturas como “La tentación de San Hilarión” (la cual yace en el Museo de Bellas Artes de Montreal) tuvieron al no ser aceptadas con admiración.
(Sin nombre)
Pygmalion et Galatée
Bacchus et Erigone
A Sultry Dream
Ciel et enfer
(Sin nombre)
Como escribió Georges Bataille: «Sin prohibiciones no hay erotismo» y aunque este tipo de arte fue representado desde la prehistoria, la religión y el mismo hombre comenzaron a limitar, hasta prohibir, lo que se consideraría aceptado dentro de la pintura, la escultura y otras expresiones artísticas.
Aunque existen decenas de simbolismos, mitos y alegorías de las que nacieron pinturas eróticas, éstas nunca dejaron de causar revuelo en su época, menos se pensó que algún día, como hoy, serían consideradas grandes piezas que sobreviven a la crítica actual al ser expuestas en diversas galerías y museos.
Para que las conozcas, puedes visitar los Museos de Europa que no conoces y no querrás perderte o si quieres recordar todo lo que marcó al mundo en el que hoy vives tienes, que recorrer los Museos de la Memoria: esa cajita de Pandora en tiempos de guerra.
Te podría interesar:
5 diferencias científicas entre el clímax femenino y masculino que debes conocer
La inevitable soledad después del orgasmo en 8 pinturas de Milan Nenezic
Cómo alcanzar el orgasmo perfecto en 10 pinturas