La tez pálida, las venas asomándose, las entradas del cabello, el pecho comprimiéndose contra las piernas. Unos pies arqueados, la columna vertebral sobresaliente, las comisuras de la carne. Se trata de un trampantojo, una escultura hiperrealista. Esta mujer desnuda en posición fetal, a sido de las piezas más controversiales de Art Basel Hong Kong, y es obra del artista australiano Sam Jinks (1973, Australia). La pieza “Untitled” (sin título), al igual que las demás esculturas del artista, desde cómo están articuladas a los gestos de las caras, son reflejo mimético de la condición humana. Es un trabajo que supera la realidad, algo completamente siniestro.
Sam Jinks, empezó en el cine y la televisión creando efectos y escultura comercial. Fue hace cinco años que decidió crear una obra más personal y con ello se volvió uno de los artistas contemporáneos hiperrealistas más sobresalientes. Sus piezas, inspiradas en los artistas del Renacimiento, resultan innovadoras por romper con la idea de que la perfección es belleza; el recrea cuerpos humanos, no divinos. Con sus arrugas, delgadez extrema o hasta simulando la grasa corporal; con cabezas llenas de canas y patas de gallo. Por ello, pueden resultar decadentes, sombrías.
Su técnica es impecable, transmite en el espectador experiencias y emociones propias del ser humano, como si de verdad estuviéramos ante un cuerpo vivo pero silencioso, y en toda la vulnerabilidad de su desnudez.
Detallarlas no es fácil, no es bonito: es humano. Cada detalle silencioso del cuerpo, se puede ver con detalle en estas sumisas esculturas.
Las piezas están realizadas primero en arcilla a lo largo de una armadura que posteriormente se moldea y se funde en silicona. Además, sus piezas se nutren con elementos como pelo humano para dar ese toque extra de realidad.
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