Sería genial que alguien decidiera hacer un calendario con todas las poses que ha asumido Jesucristo a lo largo de la historia del arte. Desde la más sensual hasta la más inocente. Sin siquiera darse cuenta, no han sido pocos los artistas que realizaron retratos en los que el mesías aparece en situaciones que corresponden más a las de un humano que a las de un dios. Aún cuando él estaba en un punto medio entre estos dos extremos; basándonos en el arte, es posible decir que él estaba inclinado hacia un plano mucho más terrenal, lo que convertía a sus retratos en una celebración carnal mucho antes que religiosa.
Aunque en algo habría que tener especial cuidado para que este almanaque de la sensualidad cristiana no se convirtiera en un vulgar compendio de imágenes celestiales: sería vital que se analizara cada una de estas poses para saber si es que no se trata de un elemento importante dentro del cuadro, ya que no se necesita ser un experto en arte para saber que incluso la mirada más inocente dentro de una pintura está cargada de significado y que de hecho ese pequeñísimo rasgo puede cambiar por completo el rumbo de la interpretación de una escena.
¿Pero cómo se interpreta una pose dentro de una obra de arte?. De hecho es más sencillo de lo que parece, especialmente en la escultura; existen seis poses fundamentales que pueden cambiar o definir el significado de una obra. Siendo un gran observador, el espectador puede percatarse de si la intención de una imagen es ser realmente sensual o hay detrás una realidad totalmente diferente.
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Odalisca
Posiblemente con ayuda de su alumno, Tiziano, el pintor renacentista Giorgione realizó el primer desnudo artístico reclinado basándose en la pose de Pudica. Su pintura La Venus desnuda fue exhibida para un público selecto después de haber sido catalogada como una imagen para adultos, además de que sólo era aceptada en función de haber representado a una diosa y no a una mujer real.
A partir de la expansión que la mayoría de los países europeos emprendieron hacia todas partes del mundo durante el siglo XVIII, el arte —especialmente las pinturas— comenzaron a llenarse de odaliscas provenientes de los harenes otomanos; pintores como Jean-Auguste-Dominique Ingres y Eugène Delacroix, decidieron pintarlas en poses sugerentes y provocativas.
La Olympia que Manet pintó en 1898 revolucionó la figura de la Odalisca, pues esta vez no se trataba de una mujer pasiva, sino de alguien que se enfrenta a sus espectadores a través de su mirada.
Compuesta
Conocida también como “pose de giro imposible”, esta representación del cuerpo es común en las pinturas egipcias. Se llama así por ser una representación humana asumida desde varias posturas; mientras la cabeza, el rostro y las piernas se muestran de perfil, el torso permanece de frente. Existen dos razones por las que los egipcios decidieron pintar a las personas de esta manera; una es por comodidad, pues los pies y narices son mucho más fáciles de retratar cuando se hace de perfil.
Por otro lado, la tendencia también está ligada a la creencia de que cada alma necesita un lugar adecuado para descansar, así sea una escultura o pintura, ésta debe estar completa para que la esencia de una persona no se sienta incómoda en su “nuevo hogar”.
Adlocutio
Seguramente te has encontrado con alguna escultura o pintura cuyo protagonista lleva el brazo derecho apuntando hacia el cielo. Esta pose se atribuía a aquellos líderes que guiaron a algún ejército durante una batalla importante; desde Augusto de Primaporta hasta Napoleón cruzando los Alpes de Jacques-Louis David, esta pose ha sido utilizada por los artistas para dotar a sus trabajos de cierto carácter heroico que de otra forma no sería posible mostrar.
Pero ¿por qué sólo la mano derecha? Esto es debido a que en las representaciones de Jesús y el juicio final, sólo los iluminados y benditos pueden ascender al paraíso del lado derecho del hijo de Dios, mientras que los pecadores y condenados tienen que ir hacia los infiernos por la izquierda.
Contrapposto
La palabra proviene del griego y significa literalmente “contraposición” ya que a pesar de ser una escultura que se sugiere rígida, ésta parece tener movimiento, creando un contrapunto entre lo estático y lo dinámico. La mayoría de las esculturas que adoptan esta pose simulan una caminata o estar en medio de alguna actividad deportiva.
Realizar este tipo de esculturas implica un esfuerzo de magnitudes titánicas, pues apoyan todo su peso sobre una sola pierna a la que conocen como “pierna comprometida”, dejando libre a la otra, que es la que da la sensación de movimiento al flexionarse sobre la rodilla.
Serpentina
Gracias al descubrimiento de Laocoonte y sus hijos el invierno de 1506 – enterrada en el terreno ocupado por un viñedo romano –, Miguel Ángel pudo revivir un estilo griego que probablemente hubiera permanecido oculto de no haber sido porque el artista corrió a dibujar cada una de sus formas y figuras para estudiarlas minuciosamente.
Más allá de la sensualidad de las figuras que parecen retorcerse sobre su propio eje, toda escultura que asume esta posición goza de un aire dramático e incluso melancólico, todo ello generado a partir de sus contorsiones y miradas que evocan la desesperación o el sufrimiento de los personajes. Además de Miguel Ángel, otros artistas que incorporaron esta pose a sus trabajos son Agnolo Bronzino y Gian Lorenzo Bernini.
Pudica
Alrededor del siglo IV a.C. apareció la primera representación de una figura femenina desnuda en el arte, la Afrodita de Knidos de Praxiteles. Para justificar la ausencia de prendas en su escultura, el autor tuvo que contar una historia en la que la diosa fue sorprendida a la hora del baño, por lo que tuvo que cubrir su pubis con una mano mientras sostenía un paño con la otra.
Gracias a su fuerte carga erótica, esta pose fue reproducida por distintos autores que buscaban atraer a los espectadores por medio de la sexualidad plasmada en su obra, sin que ésta tuviera que tocar los límites de lo pornográfico. Finalmente, este propósito no se aleja del significado inmediato de la escena: una mujer que se protege de la lasciva mirada de un intruso.
Desde el arte sacro hasta las expresiones modernas, estas poses han aparecido para demostrarnos que existe un código universal a través del cual todos podemos entender un cuadro o una escultura, ya que nunca estará de sobra saber por qué y cuáles son los elementos que conforman una obra de arte, pues sólo así lograremos una interpretación más o menos redonda de ésta.
*Este artículo fue publicado anteriormente y ha sido editado