Las ideas de “industria cultural” y “consumo cultural” fueron acuñadas por Max Horkheimer y Theodor Adorno en 1947 en el libro Dialéctica de la Ilustración.
Max Horkheimer y Theodor Adorno
Estos autores estaban preocupados por la formación de aquello que en su texto llamaban “cultura de masas”, así como por el papel que se le atribuía a esta definición. Pero, además, por el empobrecimiento que el término “cultura de masas” representaba para el arte. Posteriormente, sustituyeron esta expresión por “industria cultural”. Adorno explica que la decisión de prescindir de ella obedeció al propósito de excluir su interpretación; agrega que la “industria cultural” debe ser distinguida de la idea de arte popular, pues los productos de todas las ramas de la industria cultural son diseñados, más o menos de acuerdo a un plan, para ser consumidos por las masas y determinan, en buena medida, las formas en que son consumidos.
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Adorno sostiene que “la seriedad del arte” es destruida para responder a intereses de eficacia en el alcance de las masas. Desde entonces el concepto ha sido apropiado y adaptado a la aparición de nuevas industrias por un buen número de autores. Quizá la diferencia más significativa sea que reconocen la importancia del trabajo de los consumidores en la interpretación y/o construcción de nuevos sentidos con respecto de los productos de las “industrias culturales.”
Sin embargo, enfatizar la importancia de las interpretaciones de los consumidores, o poner el nombre en la forma plural, no elimina la idea de arte que está impresa en este concepto. Tal vez sea por eso que hasta ahora no ha habido un estudio sobre “industrias culturales” que trate sobre casos de industrias como la del juguete, el automóvil, la industria farmacéutica, la del maquillaje o la del desarrollo, a diferencia de algunos estudios sobre estas industrias que permiten observar su importancia “cultural” dentro de la sociedad.
“Todas las industrias son culturales porque todas producen productos que, además de tener aplicaciones funcionales, resultan sociosimbólicamente significativos. Es decir: son adquiridos y utilizados por los consumidores no sólo para satisfacer una necesidad (nutrición, albergue, movilidad, entretenimiento), sino también para producir sentidos según sus valores específicos e interpretaciones del mundo”.
Referencias:
Comunicación y Sociedad de Daniel Mato
Dialéctica de la Ilustración de Theodor Adorno y Max Horkheimer