Uno de los puntos de análisis más utilizados por la crítica literaria para acercarse a “Alicia en el País de las Maravillas” es abordarlo desde el plano de los sueños. El enfoque es bastante atinado si pensamos que la protagonista era una niña aburrida por la rutina de estudios a la que estaba sometida; claro, en una edad en la que importa más la diversión que aquello que se pueda encontrar en cualquier libro de ciencias, lo lógico es que la pequeña inventase dentro de sí un mundo en el que la fantasía rompiera los límites de la realidad para llevar a la protagonista de la célebre novela de Lewis Carroll a un mundo totalmente nuevo.
¿Hay una mejor forma de escapar de la monotonía que los sueños? Posiblemente no, de cualquier forma, si ésta existiera sería casi inalcanzable en momentos de vigilia. Encontrar nuestra zona de confort requeriría dejar todo atrás y hallar un lugar en el que nuestras expectativas se cumplan con apenas ser mencionadas; aunque, siendo realistas, llegar a esa especie de tierra prometida es una posibilidad muy remota que sólo existe en nuestra mente y que, dicho sea de paso, es un lugar en el que sólo podemos estar nosotros y nadie más.
Incluso Alicia se ve obligada a explorar el País de las Maravillas en completa soledad, los personajes con los que va interactuando a lo largo de su travesía no son otra cosa que productos de su imaginación. Con esto queda demostrado que incluso creando una utopía, el humano, al ser una especie completamente social, no sería capaz de encontrar la felicidad si no tuviese a su lado alguien con quién compartir todas las bondades del mundo recién descubierto.
Esa sensación de vacío que puede llegar a invadirnos incluso en el escenario más placentero es la que reina en las creaciones de Virginia Mori, una artista italiana que, armada con sólo un par de bolígrafos, es capaz de retratar esos sueños que, a pesar de ser perfectos, la soledad que los impregna en cada momento los convierte en oscuras pesadillas que, en algunas ocasiones, desearíamos que terminasen.
¿Pero qué pasa con las personas que aparecen en nuestros sueños? La naturaleza de esas entidades no tiene más peso que el de los mismos paisajes que nos rodean mientras dormimos; son una extensión de nuestros deseos, por lo tanto es correcto decir que a final de cuentas son extensiones de nuestra mente y somos nosotros quienes controlamos a estos personajes.
Asimismo, resulta imperioso no dejarnos engañar por las imágenes que contienen más de un personaje; todos son ese deseo que tiene el durmiente por encontrar un compañero en medio de la desértica soledad del sueño. Dicho de otra forma, la melancolía que genera el no tener a nadie cerca es capaz de reproducir imágenes tan reales que incluso parecen palpables; sin embargo, basta apenas un leve impulso para que su figura quede reducida a una simple ilusión.
A pesar de que el contexto pueda parecer demasiado desalentador para cualquier persona normal, en realidad es una invitación a encontrar en el mundo real aquella compañía que nos hace falta durante nuestros sueños; de esta manera, al menos por unos instantes, podremos sentirnos felices y completos incluso en la monotonía a la que nos enfrentamos todos los días.
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Para conocer a fondo el trabajo de Virginia Mori puedes visitarla en Instagram o en su Web oficial.
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