Tuvieron que pasar 10 años para que Mel Gibson estrenara una nueva cinta, ahora multinominada: “Hasta el último hombre”, luego de su anterior filme “Apocalipto”, esto junta dos cosas: la primera, el gran e interminable discurso patriótico que defiende el carácter bélico del gobierno de Estados Unidos, y la segunda, la idea de que la religión, en este caso adventista, podría ser la clave para la salvación del mundo.
“Hasta el último hombre” es una mezcla de argumento propagandístico religioso bélico, basada en hechos reales que protagonizó Desmond Doss, quien interpreta Andrew Garfield, en la Segunda Guerra Mundial, cuando se enlista en las filas del ejército norteamericano para enfrentar a la milicia japonesa.
Desmond Doss, quien se enlistó voluntariamente al ejército, se negó a utilizar armas de fuego durante la guerra, lo que le hizo presentarse ante la corte marcial en la que definirían si iba a la guerra o quedaba preso por algunos meses; su decisión era una mezcla de responsabilidad nacionalista y una fe en un Cristo que nos dice que no debemos matar al prójimo.
Lo burdo es que el protagonista se convierte en una imagen mesiánica que lee la Biblia en todo momento, pero que responde a esa necesidad de servir a su país. Durante la primera parte de la historia se plantea ese proceso de realización con altibajos modestos, y que para los detractores de las religiones, podría volverse un cuento aburrido que nunca acaba.
La segunda parte de la película, luego de la calma que vive un joven enamorado en un pueblo muy country, mantiene a los espectadores al borde del asiento con planos y escenas muy bien logrados que hacen que las poco más de dos horas que dura el film, pasen desapercibidas.
Con esta entrega, Mel Gibson deja en claro una cosa, para él, la religión, el sufrimiento y la sangre van de la mano, así como con “La pasión de Cristo”, tiene una convicción basada en las doctrinas religiosas que devienen en películas con clasificación para mayores de 15 años, pues aparece sangre por galones; en esta última cinta hay explosiones, drama y heroísmo.
Exageradas o no, las acciones de Desmond Doss antes y durante la guerra —una guerra que además ve a los militares japoneses como bestias, así como Mel Gibson también lo hizo en la desafortunada “Apocalipto”—, le hicieron valer la Medalla de Honor que le entregó el entonces presidente de los Estados Unidos, Harry S. Truman, por haber salvado la vida a más de 75 hombres durante una batalla permanente contra las fuerzas enemigas.
Andrew Garfield, tras haber sido el “Hombre Araña”, aprovecha una vez más su poca musculatura y gran carisma para hacer de las suyas, para provocarnos momentos de tensión, algunas sorpresas y, finalmente, conmovernos, al tiempo en que nos convence de que la decisión del personaje debía ser como él había querido.
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Así como muchas películas están destinadas a convertirse en las más premiadas en los Oscar, también están aquellas que eran las favoritas de muchas pero que se convirtieron en las perdedoras, a pesar de casi tener el galardón asegurado, descubre cuáles son aquí.