Es el 4 de julio de 1976, los Sex Pistols se presentan en Sheffield, Inglaterra. Sus teloneros son un grupo de fans que formaron una banda para ser parte del naciente movimiento al que pertenecían sus ídolos, acompañados de su nuevo vocalista: Joe Strummer. Se hacen llamar The Clash —cuya traducción al español sería algo cercano a “conflicto” o “enfrentamiento”—, pero luego de su debut lo único que se ganaron fue una mala reseña de la revista NME: “The Clash es la clase de banda de garaje que debería regresar a su garaje, preferible con la puerta cerrada y el motor en marcha”.
Esa primera impresión quedaría sepultada a medida que el tiempo pasaba y la banda conseguía no sólo su sonido único, sino su mensaje transgresor. Junto a Strummer, el cuarteto se estableció con Mick Jones, Paul Simonon y Topper Headon. The Clash eran diferentes al resto de músicos punks de la época, pues no se comportaban de manera errática, arrogante o nihilista. En su lugar, hablaban de la calle, de las largas filas de jóvenes desempleados, de la lucha de la clase obrera, de los enfrentamientos entre cientos de jóvenes negros, la racista policía londinense, entre otros más.
En ese ambiente se desarrolla “London Town”, cuarta película del director alemán Derrick Borte, en la que se cuenta cómo la música de The Clash fue vocera de lo que sucedió en el Reino Unido de finales de 1970; la historia narra cuando el adolescente Shay Baker (Daniel Huttlestone), después de haber recibido por parte de su madre un cassette de “White Man in Hammersmith Palais”, decide viajar al centro de Londres en busca de su progenitora, quien se ha involucrado en la floreciente escena punk de la ciudad; allí entabla una amistad intermitente con Joe Strummer (Jonathan Rhys-Meyers), mientras despierta ante una realidad social que muerde y golpea.
La película fue vendida como una biopic (película cinematográfica que trata de la biografía de una persona), sobre todo para que Rhys-Meyers fuera quien personificó al vocalista de la banda; sin embargo, se trata de un relato original en la que The Clash funge como escenario para la historia de Shay, mas no como un personaje protagónico.
A través de una banda sonora compuesta por Buzzcocks, The Stranglers, Toots and The Maytals, Willie Williams y Stiff Little Fingers, “London Town” cuenta cómo el chico lidia con una pubertad marcada por padres divorciados, abusos en la escuela secundaria y la eterna búsqueda de una identidad.
Shay sabe tocar piano gracias a su padre, que también lo hace, y juntos manejan una arcaica tienda de instrumentos, pero no se permite soñar con la melodía de la abrumadora modernidad, en parte por una estricta crianza paterna y también por marcas del pasado; la madre de Shay los abandonó por seguir sus sueños liberales de convertirse en estrella de rock.
El patrón de la historia recuerda a la de Bruno y Michel en la novela “Las partículas elementales”, de Michel Houellebecq, en la cual la madre de ambos los abandona para unirse a una comuna hippie, lo que genera un sentimiento de rechazo en los hermanos hacia toda tendencia liberal. En la cinta, cuando Shay conoce a una chica que le atrae de nombre Vivian (Nell Williams) que le habla del punk, lo relaciona de manera automática con la frase “cerdos comunistas” y rechaza su discurso.
A medida que avanza el filme, se presentan temas como la opresión social, el racismo, la xenofobia, la pobreza y el desempleo, pero también en el coming-of-age, como el primer amor, el despertar sexual, la adultez y las responsabilidades.
En cierto punto de la trama se abordan temas profundos como el multiculturalismo y el poliamor, pero se hunde por un inexplicable viraje y se convierte en una película de horario supervisado. Al final, todo termina con un amargo final “feliz” de tinte adamsandleriano y sólo queda la promesa de lo que pudo ser.
A pesar de sólo aparecer en un tercio del metraje del filme, Rhys-Meyers homenajea de manera espectacular los movimientos de Joe Strummer, además habla, actúa y vive como el fallecido líder de la mítica banda. Así como el actor Daniel Huttlestone que se perfila como promesa con su protagónico y supera con creces las deficiencias de guión.
“London Town” no será una joya del cine independiente, pero aparece en el momento más necesario. Más allá del punk o del rock, The Clash representa la libertad y el peso que tiene la música cuando se trata de despertar consciencias. Incluso fueron llamados “la única banda que importa”, a modo de buen eslogan publicitario en aquella época, y las generaciones de jóvenes que vendrían posteriormente despertarían a la vida política bajo la influencia de su música.
En cuestiones políticas The Clash siempre adoptó una perspectiva constructiva que contrastó con el nihilismo de los Sex Pistols u otros referentes del género, y en el aspecto musical incorporaron sonidos que se creían incombinables y le impregnaron un estilo propio. De esta manera, la película nos recuerda que la música, el punk y la rebeldía son estandartes necesarios para construir un mejor futuro.
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