Nacer en el momento equivocado no sólo es un infortunio, es una maldición para quien lo vive. A Jessica Simpson le tocó existir en la misma generación que Britney Spears y Christina Aguilera. Ha sobresalido y formado su propia carrera, pero su fama se apagó como una fogata de emergencia, opacada por estrellas más grandes de ella.
La primera vez que Simpson se enfrentó a las que serían sus eternas rivales fue cuando tenía 12 años y audicionó para The All New Mickey Mouse Club. Aunque estaba acostumbrada a cantar frente a cierto número de personas, se paralizó en la audición, por lo que fue rechazada del proyecto, mientras Spears y Aguilera formaron parte de la selección final.
Puesto que su padre era ministro de la Iglesia Bautista, Jessica participaba a menudo en eventos de la Iglesia como parte del coro o en actuaciones individuales, por eso fue toda una decepción no resistir los nervios de la audición. Sin embargo, siguió cantando para su comunidad (Abilene, Texas) hasta que fue descubierta por una pequeña productora que le ofreció grabar un disco. Después de un año de preparación y con el álbum ya listo para lanzarse la productora se declaró en bancarrota y el lanzamiento se detuvo.
Su padre, al ver la tristeza de Jessica pero sabedor de su talento, la llevó a una comunidad cristiana y Simpson terminó cantando para el evento cristiano Christian Youth Concert. A la par grabaron un disco casero que vendían después de cada pequeña presentación de la cantante. Todo lo que interpretó en sus primeros años fue música cristiana.
La tenacidad de la familia Simpson los llevó a oídos de los productores de Columbia Records (Tommy Mottola), quien luego de escuchar a Jessica, le ofreció un contrato. Jessica aceptó con la condición de conservar su identidad musical. Mottola accedió y en 1999 se lanzó Sweet Kisses, el primer álbum de estudio y su entrada a las listas de la fama.
Mientras Britney Spears y Christina Aguilera hacían lo suyo —Christina evolucionando vocalmente y Spears con su romance de novela junto a Justin Timberlake—, Simpson conoce a Nick Lachey. El flechazo fue inmediato y sus producciones discográficas eran continuas. No tenía un reconocimiento, por ejemplo, al nivel de Spears, pero sí presumía de ser una de las artistas pop del momento.
Para el 2003 MTV le ofreció a Simpson y a Lachey un contrato para un reality show sobre el día a día de su relación llamado Newlyweds: Nick y Jessica, el cual tuvo un sorpresivo éxito de 41 episodios distribuidos en 4 temporadas. Iba ganando terreno en la televisión, pero en cuanto a la música, el polvo del olvido se empezaba a acumular.
Para cuando se divorció de Lachey cu cambio físico ya se asomaba hasta llegar al increíble aumento de peso que muestran las fotografías. Obviamente la prensa la criticó severamente y los estereotipos de belleza cayeron sobre sus hombros. Sin embargo, más allá de su peso, la cantante se ha involucrado en el mundo del fashion y el make up, por lo que su target puede sentirse plenamente identificado con ella al reflejar los problemas físicos que puede padecer cualquier mujer.
Jessica Simpson declara que no va a permitir que los estándares de belleza de la industria la presionen y la obliguen a ser quien no es. De cualquier modo, Jessica es ahora una empresaria talentosa, una madre amorosa y una mujer orgullosa, con fama o sin ella y a pesar de sus rivales, Britney Spears y Christina Aguilera.
Este artículo lo escribió Corina en 2018 y ha sido actualizado.
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