Como todo amante del rock en español sabe, el apogeo del rock en México se dio a finales de la década de los 80 y, sin duda, definió su carácter de manera irrevocable. Entre esos años en los que titanes como Caifanes o La maldita vecindad soltaban sus temas emblemáticos, surgió la banda La Castañeda en la Ciudad de México. Su actual alineación se presenta con los músicos Salvador Moreno, Omar de León, Oswaldo de León, Felipe Maldonado y José Luis Escamilla, quienes también conformaron la alineación original, y tomaron su nombre del mítico manicomio fundado en la época del porfiriato —y que cerró sus puertas hasta el año 1968—, ubicado en la sureña colonia Mixcoac, donde aún se mantiene una calle con su nombre. Si eres fan del rock clásico mexicano, debes conocer la historia de la canción “Cenit” de La Castañeda, un himno para todos los amantes.
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La agrupación La Castañeda —también conocida como La Casta— irrumpió en la escena musical con un sonido genuino, que combinó ritmos desde el jazz hasta el ska, sin perder la atmósfera mística, dura y llena de emoción que los ha caracterizado desde el primer momento. A sólo un año de su conformación oficial, en 1990 editaron Trance, conformado por 11 sencillos; entre los que destacaba el tercero de ellos, titulado “Cenit”.
Este tema lleno de sensualidad y fuerza no es para todos los gustos ni para todos los momentos. “Cenit” golpea nuestros sentidos —de la mejor manera— gracias a la intensidad interpretativa del vocalista Salvador Moreno. El público que se enfrenta a este tema puede reconocer, casi de inmediato, que cumple con los elementos clave para dejar huella en nuestra memoria. El primero de estos elementos es el nivel de interpretación de cada uno de los músicos, en quienes podemos adivinar cierta pasión por lo que hacen, aunque no los veamos tocar en vivo.
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El segundo elemento es la imperfección de la canción, debido a que lo que trasciende no es perfecto. La misma voz de Moreno se presenta ante el público “imperfecta” —con un timbre grueso y profundo que se preocupa más por el feeling, que por la técnica vocal, aunque la tenga. Moreno avanza desde la delicadeza hasta una genuina visceralidad que raya en el arrebato y la desesperación. Estas “imperfecciones” provocadas por el arrojo absoluto de los intérpretes despiertan la empatía y el erotismo en el oyente, al menos en los que saben que la pasión es una mezcla de gozo y dolor.
Otra cualidad es su volumen in crescendo que rompe con el tono vocal, en el que se palpa una gradual excitación que es equilibrada con la ecuanimidad de los coro. Todo para concluir en un arrebato que da el toque final que vuelve a este tema memorable. La letra tampoco se queda atrás, y está completamente a la altura de la melodía y la interpretación. Cuenta la historia de un encuentro erótico amoroso, en el que parece no haber suficiente y se busca más. Finalmente, el tema rebasa a su género. No se trata ya de una canción de rock, sino de un tema humano: apasionado, imperfecto, desgarrador.
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A través de un privilegiado ensamble de instrumentos de aire y cuerdas, que arranca con una sutil guitarra acústica en su complemento, “Cenit” es genuina, audaz, erótica y voraz. El tema es ideal para quienes buscan que un momento de perfecto erotismo con el otro se vuelva imperfecto, pero más humano, sincero e inolvidable.
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