No sé cómo empezar este texto, no sé cómo expresar con palabras y plasmar todo el agradecimiento que siento en mi corazón… no sé…
Creo mucho en el destino, sé que todos estamos viviendo un camino que ya estaba escrito, algo como una corriente, como si desde que fuimos creados ‘algo’ ya supiera cómo sería nuestra vida: con quién nos íbamos a cruzar, a qué nos íbamos a dedicar, nuestros tropiezos, logros e incluso cuánto tiempo estaremos aquí en la tierra. Es algo que mamá no entendía, hasta que llegaste tú.
No sé qué estabas haciendo mientras yo nacía, quizá trabajando, en la escuela aún o incluso solo en casa tomando café sin imaginar que a unos kilómetros el amor de tu vida estaría dando a luz a tu hija mayor.
En ese momento mamá creía que su destino estaba resuelto: una familia feliz, papá, mamá y ahora una hija. Todo pintaba bien. Sin embargo, no pasó mucho tiempo para que papá se acobardara y llenara de miedo -dice- y se fue… ¿a dónde? No lo supimos por mucho tiempo. Era lo que menos importaba. Lo que giraba y giraba en la cabeza de mamá era un constante ¿por qué? ¿qué hizo mal? y sobre todo ¿qué haría conmigo, sola?
Yo, mientras tanto, crecía confundida viendo los ojos de mamá todo el día llenos de lágrimas, una piel sin luz y un corazón partido que salía por cada uno de sus poros. Me destrozaba el corazón pero siendo sincera, no entendía muy bien qué pasaba, incluso hacía comentarios que ahora sé eran más que dolorosos para ella: ¿Dónde está papá? ¿Por qué hoy no fue por mí a la escuela? ¿No lo esperaremos para comer?
Fui muy dura, de cierto modo me enojaba con mamá por trabajar todo el día sin pensar que estaba luchando muy duro por sacarnos adelante. Siendo una niña me repetía por qué no se quedaba a jugar conmigo al menos un día y regresaba tan noche de trabajar que yo ya me encontraba dormida.
Fueron momentos duros. Días, meses, incluso años confusos donde al final me hice a la idea de que así sería… sin un papá.
Pero llegaste.
Años después empecé a ver de nuevo la sonrisa de mamá, incluso déjame contarte que volvió a cantar en la ducha y prepararse el licuado con chocolate que desayunaba en días felices. ¿Recuerdas la blusa rosa con flores diminutas? Era su prenda favorita cuando todo era felicidad. La había dejado de usar. Cuando la vi de nuevo con ella supe que algo estaba pasando. Su cara tenía una luz diferente, su mirada llena de vida y sí, un corazón recuperado.
Te conocí y ciertamente al principio me negué un poco porque en mi cabeza decía “no es mi papá”, además de encelarme porque hasta ese momento, todo el amor de mamá era para mí y no quería compartirlo con nadie. Le pediste tiempo para que no insistiera que debía quererte y yo decidí poner una barrera entre nosotros con mis 14 años recién cumplidos.
Han pasado varios, bastantes años después de aquella vez, y ¿sabes qué? ahora puedo decirte que te amo, que eres un milagro para mi familia y sobre todo para el corazón partido de mi mamá.
No sabes la felicidad que sentía al verla sonreír y disfrutar de tu compañía, me doy cuenta ahora de muchas cosas que hiciste por mí y no valoré en su momento.
No eres mi padre biológico, no llevo tu sangre en mi cuerpo, tampoco tu apellido, pero para mí tú eres mi padre en toda la extensión de la palabra.
Cualquier hombre puede tener un hijo pero un padre es aquel hombre de verdad que cuida, protege, educa, ama y guía a un niño, pero tiene mucho más valor cuando lo hace con un niño que no es suyo.
Sé que cuando mi papá volvió me volví loca y me preocupé demasiado por él, sin pensar que rompería mi corazón una y otra vez. Tú estabas ahí todas las veces que él me dejaba destrozada. Recogiendo, limpiando y armando cada pedacito para volver a unirlo y hacerlo un poquito más fuerte que la vez anterior.
¿Qué te puedo decir sobre lo que significas en la vida de mi mamá? Sé cuánto se aman, son el uno para el otro. Son ese matrimonio que hace que nosotros, sus hijos, queramos casarnos algún día, encontrar nuestra media mitad como lo hicieron ustedes y vivir nuestra vida tan felices como ustedes lo son. Pero ojalá nunca tenga que pasar un momento tan gris como el que mi padre biológico le hizo vivir a mamá.
Sé que trabajas mucho, llegas cansado a casa y te desvives por darnos lo necesario a tu familia, a esta familia por elección. Nunca te das por vencido y así como le dijiste a mamá ‘dame tiempo para ganármela’ así lo haces con todo. A tiempo, poco a poco, hasta que consigues tus objetivos. Y ganas, siempre ganas. Te admiro. Eres mi ejemplo de perseverancia en la vida. Nunca te lo dije pero así sucedió en mis clases de gimnasia. No podía pero intenté, ‘le di tiempo’ así como tú lo hiciste conmigo, y mira, lo logré.
No te imaginas todo lo que he aprendido de ti, todo lo que me has enseñado a lo largo de estos años, el modelo en el que te has convertido en mi vida. Tú me has enseñado lo que es un hombre de verdad. Has estado aquí a mi lado en cada etapa: desde mi primer baile, mis presentaciones, mis XV años y hasta mi graduación. Siempre en primera fila. Aplaudiendo mis triunfos y apoyándome en mis derrotas, nunca dejándome caer.
GRACIAS, te lo digo con todo el agradecimiento que mi corazón puede expresar, porque no sé qué te llevó hasta aquí pero quiero que sepas que no hay nada que agradezca más en este mundo.
Siempre estuviste aquí y sé que lo estarás siempre, y aunque no eres mi papá biológico, siempre me trataste como me hubiera encantado que él lo hiciera.
Gracias, papá, por tantos momentos significativos juntos. Tantas risas, lágrimas, juegos, enojos y ¿por qué no? hasta regaños. Porque gracias a ti soy la mujer que soy ahora y jamás me arrepentiré de decir tu nombre cuando me preguntan quién es mi padre.
Gracias por cuidar a nuestra familia, por cuidar a mamá y cuidar de mí.
No me importa no parecerme a ti ni que tu nombre no esté en mi acta de nacimiento. Lo único que me importa es que me has convertido en tu hija y me has amado y protegido cada día desde tu llegada a mi vida. Me siento muy orgullosa de llamarte ‘papá’ y sé que tú jamás me decepcionarás como muchas figuras masculinas lo han hecho en mi vida, porque aunque ellos me dejen, sé que siempre te tendré a ti a mi lado.
No eres mi padre de sangre pero sí mi padre por decisión y eso para mí es mucho más valioso. GRACIAS, te amo.
También podría interesarte:
Por qué la ausencia de tu papá te hizo más fuerte e inteligente
Cosas que siempre le agradeceré a mi papá
Carta a mi papá que lo ha hecho todo por mí