Desde hace siglos el ser humano ha puesto todos sus esfuerzos en encontrar algo conocido como “la fuente de la juventud”. Entre la diferentes historias y teorías que se relacionan a esta antigua leyenda, está aquella que sugieres que dicha fuente se encuentra en algún lugar del Caribe, muy cerca de Cuba. Sin embargo, estudios recientes han demostrado que esa fuente bien podría ser un frío y gigantesco tarro de cerveza.
Pocas personas lo saben, pero la cerveza contiene más de 200 elementos que funcionan como rejuvenecedores naturales. Elementos como la vitamina B, ácido fólico y un grupo de antioxidantes conocidos como polifenoles que también se encuentran en frutas y verduras, son los responsables de que la cerveza tenga un indiscutible cualidad rejuvenecedora, al menos en el caso de la piel.
La forma en que la cerveza trabaja con la piel es a través de los radicales libres que ésta genera con el pasar de los días. Si bien no hay una forma concreta de eliminarlos, hay una forma de hacer que su aparición sea un poco más lenta. Especialmente los antioxidantes que contiene la cebada horneada de la cerveza son los responsables de intercalar con las proteínas y azúcares que normalmente inducen la formación de radicales libres.
Todas las arrugas que aparecen en el rostro tienen mucho que ver con la formación de cadenas grandes de radicales libres y cantidades elevadas de oxidables en el cuerpo. Éstas últimas interactúan todo el tiempo con antioxidantes que ya se encuentran en el cuerpo, aunque normalmente las moléculas que se encargan del envejecimiento son las que terminan “ganando la batalla” y por ello es necesario consumir alimentos con este tipo de componentes que alejan a sus consumidores de la vejez.
Evidentemente no todas las cervezas funcionan de a misma manera; hay algunas que contienen más o menos antioxidantes. Sin embargo, hay que recordar que no consumimos esta bebida como una especie de brebaje milagroso o medicina tradicional; así que sólo hace falta escoger la que nos deja un mejor sabor de boca y dejar que sus propiedades hagan lo suyo en nuestros cuerpos. La felicidad que nos otorgan es ya de por sí una gran ganancia.
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