Si te gusta es porque tu corazón palpita a mayor velocidad cuando pasa cerca de ti, balbuceas cuando te dirige la palabra, dices frases —a veces— sin sentido, sonríes si lo piensas, su presencia te pone de nervios y traerlo a tu mente es tu hobby favorito.
Si lo quieres, omites todo lo anterior y no encuentras lugar más pacífico y seguro que a su lado.
La diferencia entre “cariño” y “deseo” provoca grandes confusiones puesto que en ambos casos hay una necesidad imperante de querer esta juntos, de no dejarse ir los viernes por la noche, de abrazarse por horas y de tener el cuerpo de la pareja entre los brazos por horas… sí, es realmente complicado diferenciarlas.
Pero, afortunadamente para todos, existen cuatro diferencias que podrían ayudarte a entender mejor qué ocurre en tu relación.
La terapeuta Terri Orbuch hizo un estudio entre personas “enamoradas” y halló que cuando alguien tiene un crush, lo sabe y goza de las sensaciones que esto le trae, pero el amor y el deseo suelen confundirse puesto que ambos sentimientos les orilla a tener actitudes muy similares hacia una persona y aunque se da al principio de la relación, es bastante simple detectar qué es lo que en verdad ocurre con cuatro señales simples y concisas:
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Señal 1. La conexión entre esa persona y tus seres queridos.
Si lo involucras en tu círculo social y esperas que tu familia y amigos convivan con él, es una clara señal de amor. Es evidente que lo quieres en tu vida, sea cual sea la situación y por lo consiguiente tratas de que conviva con tus personas más allegadas. Te gusta caminar por las calles y pasear de su mano mientras se ríen de cualquier cosa, adoras comer a su lado y en verdad te gusta verlo platicar con tu papá o con tu mejor amiga. Alguien por quien sólo sientes deseo, no ocupa tu mente para llevarlo a la boda de tu primo o para ir de vacaciones juntos, es más, esos momentos los piensas como tu espacio, no más.
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Señal 2. Tu lenguaje ha cambiado de un “yo” a un “nosotros”.
Esto no es consciente, pero ocurre. Cuando tus amigos te preguntan qué hiciste la semana anterior y respondes con un “fuimos”, “comimos”, “subimos”, entre otros verbos conjugados en plural, es porque ya forma parte de tu vida y cada vez es más normal, por ello no te das cuenta realmente del cambio en tu lenguaje. No obstante, si sólo hablas de él como alguien ajeno o lo mencionas aparte en las conversaciones, quizá sólo exista deseo y tensión sexual.
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Señal 3. Te dejas ver tal cual eres en su presencia.
No escondes nada, ni la forma en que te sientas, la cantidad de tacos que comes e incluso hablas abiertamente de tus temores. Es extraño pues te abres ante esa persona, le das tu confianza y haces lo necesario para que no tema mostrar sus miedos, sus metas o planear el futuro juntos. Pero si sólo conoce aquellas características básicas sobre ti como la música que te gusta, tu cantante favorito o tu edad y no intenta en realidad encontrar un poco más allá, sólo hay deseo sexual.
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Señal 4. Te dejas influir e influyes en su persona
Es normal que cuando dos seres se enamoran quieran compartir sus gustos y sus aficiones entre sí a cada momento. Por lo general intentan involucrarse en las actividades del otro y tratan de crear pasatiempos juntos. Conocen sus hobbies y se interesan al grado de querer imitarlo o se inspiran directamente de las decisiones del otro. Sin embargo, en aquellos cuyo deseo impera, sólo quieren pasar un rato agradable y jamás intentarán hacer algo juntos, al menos no algo que sea significativo para los dos.
Si en verdad quieres tener una relación bonita con esa persona, pero no puedes dejar de pensar en que sólo hay deseo, trabaja en la relación: salgan, cambien la rutina, hagan cosas distintas, pero siempre en favor de la comodidad y felicidad de ambos.