En medio del caos, en medio del dolor, de las lágrimas y del enojo, pensaba que sólo yo era la única que se atrevía a soportar todo ese desamor. Por mucho tiempo creí que ninguna otra mujer aceptaría todo lo que yo aceptaba y todo lo que yo cedía porque –probablemente– no había nadie más débil e inseguro que yo. Pensaba que era la única con un patán como es él, la única que le había abierto las puertas a un ser tan frío y egocéntrico, la única que se había enamorado de alguien que sólo la lastimaba. Hasta que me di cuenta de que no, de que como yo, hay cientos de chicas más y no, no está bien.
Creí que sólo yo podía soportar tanto, sin embargo, con el paso del tiempo me di cuenta de que, a mi alrededor, había muchas chicas más en la misma situación. Chicas que se habían enamorado de un patán que sólo las lastimaba, que se aprovechaba de sus sentimientos y que les ponía en duda su amor propio. Más chicas que lloraban durante las noches por mensajes sin respuesta, más chicas que esperaban que algún día él las tomara en cuenta, que el chico que ellas amaban también las amara. Chicas que se habían quedado esperando en aquella banca del parque, afuera del metro, o en una cafetería, una cita que nunca llegó. Más chicas sin ganas de irse con la esperanza de que esa persona un día cambiaría de opinión, más chicas que daban todo sin esperar y mucho menos recibir nada a cambio.
Fue duro ver la realidad. Triste. Fuerte. No fue de la noche a la mañana, tardé en darme cuenta de que yo no era la única. Antes tuve que desprenderme de mí enamorada de mi patán, antes tuve que abandonar lo que era yo cuando estaba con él. Antes tuve que darme cuenta de que yo ya no quería dolor nunca más. Fue en ese instante cuando pude observar a mi alrededor con más detalle, fue cuando me di cuenta de que por todos lados había mujeres como yo, mujeres que no hablamos por miedo, por inseguridad, por valentía escondida.
En el trabajo, en el transporte, en la calle, en cualquier otro lugar, hay chicas como yo por todas partes. Y sé que si abriste este artículo es porque tú también creíste que eras la única aquí y quiero decirte que no estás sola. Quiero decirte que vas a estar bien, pero antes debes alzar tu voz. Antes debes preocuparte por ti; sí, va a doler, va a doler y mucho, pero vas a sanar, lo prometo y todo estará mucho mejor. Anda, levántate, no es tu culpa. Sólo tienes que tomar una decisión y respetarla. Eres fuerte, eres más de lo que crees y de lo que te han hecho creer; es hora de que te preocupes por ti y valores todo lo que eres.
No tengas miedo, todo va a estar mejor. No temas, irte va a ser la mejor decisión. No temas a lo que pueda pasar después, ni a qué tanto te va a doler, esto valdrá más la pena a que continúes en medio de tanto desamor, créeme. Es hora de que hagas algo por ti y sanes ese corazón que ya no aguanta más, a tu cuerpo que se siente cansado y a tu alma que ya no quiere seguir amando.
Así es como me gustaría ayudarte. Diciéndote que, aunque el proceso será complicado, tú vas a sanar. Necesitas mucho de tu propio amor, que te abraces, que te acaricies, que te enfoques en ti, que pienses en todo lo que quieres lograr, todo lo que quieres hacer y que lo cumplas. Necesitas no estancarte, aprender a decir adiós, a desprenderte. A ver que hay un mundo afuera de tu patán, de mi patán, del patán de todas las demás. Hay un mundo afuera y ése somos nosotras. Vamos a trabajar por él.
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